Político busca niñera romance Capítulo 8

Narra Amanda.

—Tiene razón, es refrescantemente honesta, señorita Smith, y eso es fascinante—respondió, sonreí ligeramente ante sus palabras—¿Sabe? Con lo que me dijo me da una idea del tipo de vida que vive—añadió tomando de nuevo.

—Bueno, si ese es el caso, lamento informarle que vivo la vida más aburrida que se puede imaginar—le dije con sinceridad tomando mí bebida—. Creo que su vida en más emocionante—dije refiriéndome a sus aventuras que seguramente tenía en su casa privada.

—Así es—respondió—. Tengo una vida sexual muy plena: uno de mí placeres es follar señorita—respondió viéndome fijamente—. Usted debería también disfrutar de ese exquisito placer—mencionó—. Sus días libres son los sábados y domingos, puede hacer de esos días realmente aventureros, así como yo los hago —pronunció esta vez en un tono misterioso, todavía no había tenido la oportunidad de verlo llegar con alguna mujer a su casa, pero sabía que pronto lo vería.

Sus ojos sostuvieron los míos de una manera que sentía una conexión inexplicable. Éxale pesadamente y bebí el líquido de nuevo.

—Si, creo que eso haré. Gracias por su consejo—le dije todavía hipnotizada, sentía que mí corazón se aceleraba— .¿Siempre hace esto?¿Bebe con sus niñeras?—le pregunté con curiosidad.

Él sonrió levemente.

—¿Quiere que le responda con su jefe o como un amigo?—me preguntó.

Me lo dijo de una manera que me dio curiosidad. Él efecto del alcohol en mí era mucho mayor, sentía que mí alrededor comenzaba a dar vuelta y que mí juicio se nublaba.

—Como un amigo—respondí.

Él sonrió de nuevo.

—Con las niñeras anteriores solo follaba—contestó sin tacto alguno—. Era excitante oírlas gemir de placer cuando las penetraba. Verlas llegar al clímax es otro de mis placeres—agregó para luego seguir bebiendo—. Dígame señorita Smith, ¿Cuáles son sus placeres en cuanto al sexo?—me preguntó sin pudor alguno.

Trague en seco antes sus palabras, él era realmente directo y no tenía pena de hablar sobre ello. Sentía que mis mejillas ardían de la pena, su pregunta era muy indiscreta e íntima. Me consideraba una mujer promedio en cuanto al sexo, pero nunca me replantee eso y peor aún comentárselo a un hombre como él.

—Creo que me falta descubrirlos —respondí viendo hacía otro punto de la habitación.

Un silencio incómodo se instaló en ese instante.

—Quizás necesita estar con un verdadero hombre, uno que le haga descubrirlo— dijo —. Le he hecho muchas preguntas, creo que lo más justo es que usted me haga unas, pregunte lo que desee—pronunció sin temor alguno

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