Narra Demian.
Tenía mucho trabajo en la oficina. Pronto iniciarían también mí tours por varias zonas con respecto a mí campaña política y eso consumiría más mí tiempo.
Bajé a desayunar algo leve, la señorita Smith estaba en la cocina junto a la señora Betancourt quien ya había regresado. Las niñas pronto bajarían para irse a la escuela.
—Buenos días —las saludé cortésmente.
—Buenos días señor White—contestaron al mismo tiempo, aunque la señorita Smith no me vio a los ojos, pude ver qué se había ruborizado.
Su actitud me dio algo de ternura. Sonreí y tomé asiento en el comedor, ambas comenzaron a traer la comida, al igual que el café y jugo para las niñas y para mí.
—Iré avisarles a las niñas que el desayuno está listo—mencionó la señorita Smith, luego subió las escaleras. Al parecer quería mejorar su rendimiento a partir de ahora después de la conversación de ayer.
Comencé a comer para no perder tiempo, minutos después ambas niñas bajaron y se sentaron.
—Qué tengan un buen provecho—mencionó la señorita Smith queriéndose marchar.
—¿A donde va?—le pregunté.
—A desayunar en la cocina—respondió.
La miré un poco extrañado.
—¿ De qué habla?—dije —. Usted puede comer con nosotros—le aclaré.
Ella guardó silencio por un momento.
—Gracias por su invitación, espero que no se moleste señor White por lo que le voy a decir, pero lo ideal es que yo coma en la cocina como los demás empleados—dijo seriamente—. Además en mis trabajos anteriores lo hacía de esta manera, así me sentiría más cómoda —agregó muy decidida.
No tuve otra opción que aceptar, no frecuentaba decirle a mis empleados que me acompañaran a la mesa, pero quería ser cortes con ella, más por el buen momento que habíamos pasado ayer. Pero no podía negar que sus palabras me habían molestado, no estaba acostumbrado a que me dieran un no como respuesta.
—Sorpréndeme—pronunció provocativamente.
Sonreí levemente ante su acción. La empujé fuertemente hacía una de las paredes de la cocina, ella le gustaba la rudeza, era bastante masoquista ha decir de verdad y eso me encantaba porque no me limitaba al momento de follar, me dejaba ser como yo era: una bestia sin control.
Rompí su débil vestido de la parte frontal dónde estaban cubiertos sus pechos, pero que ahora estaban visibles, besé sus pezones y los mordí levemente hasta ponerlos duros, ella comenzaba a gemir y eso me excitaba. Luego terminé de quitarle el vestido y su braga, le ordené que se sentará sobre la isla donde en pocas ocasiones se usaba para cocinar, mientras ella lo hacía yo me quité la corbata, después me acerqué a ella, le di un pequeño beso en los labios, luego le coloqué la corbata alrededor de su cuello dónde le hice un nudo, donde tendría la facilidad de presionar su garganta. A continuación me terminé de desvestir, hasta quedar desnudo por completo.
—¿Estas lista?—le pregunte.
—Si—afirmó con lujuria. Ella permanecía sentada en la orilla de la isla. Abrí sus piernas en ese instante, comencé con mí mano derecha a tocarle el clítoris primero lentamente—.Ahh—jadeo al sentir ese placer.
Después de eso comencé a tocarla más rápido, ella gemía cada vez más, mis dedos estaba humedecidos por sus jugos. Cuando vi que estaba realmente excitaba, con mí mano izquierda tomé la punta de corbata que le había puesto y jale de ella, esto provocó que ella no pudiera respirar con facilidad por la presión. Ella se excitaba y sentía mucho placer al ser asfixiada durante el sexo y uno de mis placeres era verla disfrutar. Pasé unos minutos haciendo la misma técnica, hasta que mi polla me pedía a gritos follar. Así que en ese momento empuje a Sabrina hacia atrás para que se recostara sobre la isla. Luego fui a buscar un condón, cuando me lo puse regresé con ella, la jale un poco más a la orilla para poder follarla, ingresé a su coño bruscamente, lo volví hacer una y otra vez, sus gemidos ahora era más fuertes y eso me fascinaba cada vez más. Comencé ahogarla con la corbata de nuevo mientras la follaba duro, su cara de placer era exquisita. Sabrina comenzó a tocarse ella misma sus senos, jalaba sus pezones y los pellisquiaba, verla así me excitó aún más, así que cambié mis penetraciones a unas más profundas, ella al sentirlas se estremeció por completo, pude sentir que había llegado al clímax y eso me permitió seguir follandola hasta que ella tuviera un segundo orgasmos, cuando lo tuvo me permití llegar al mío.
Después de ese encuentro, descansamos unos minutos, tomamos algunas bebidas. Decidimos follar de nuevo, pero esta vez en otra parte de la casa donde utilizaríamos algunos juguetes para divertirnos: definitivamente hoy no dormiríamos.
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