PROMETIDA AL NACER (COMPLETA) romance Capítulo 31

Sentía que nunca iba a salir de aquí, cada día que pasaba era como si llevara años encerrada, me gustaría pisar la naturaleza, sentir la brisa en mi cara y los rayos de sol en mi pelo pero parece que eso nunca va a pasar, tampoco sé que va a pasar conmigo, Zen solo me mantiene aquí encerrada sin decirme nada y eso me enloquece, no sé cuáles serán sus planes pero ojala no sea estar encerrada aquí de por vida

-tenemos que ser precavidos, primero hay que averiguar donde esta Danira- les dije a ellos, no quería poner en peligro la vida de mi hija.

-tranquilo, se dónde puede estar- me dijo Damián.

-sí, yo también, y como soy el único que está en desventaja contra Zen, iré a buscarla yo- dijo el muchacho.

-me parece buena idea, cuídate y por favor cuídala a ella- le dije y el asintió, se separó de nosotros y fuimos a la parte principal.

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Por fin hemos salido de esa cárcel que nos separaba de mi hermana, estoy deseando verla, espero que este bien.

Salgo del sótano y me paro un segundo a respirar aire puro, como aprecio esto, sentir el aire puro y el calor del sol, los días que he estado encerrado me han hecho comprender muchas cosas y una de ellas ha sido que hay que valorar lo que tenemos y disfrutarlo porque puede ser limitado.

Vuelvo a caminar de nuevo y entro por una puerta que compruebo da a la cocina, hay una señora cocinando pero esta distraída cantando y no se da cuenta cuando paso por detrás de ella, salgo de la cocina y hay otra puerta, esta vez da al salón, voy con cuidado y no parece haber nadie, cuando voy a subir las escaleras oigo pasos bajar y me escondo en el hueco de la escalera, como esta oscuro sé que no me verán pero tengo que tener cuidado o seré descubierto.

-señor, todo parece tranquilo- le dice uno de sus guardias a Zen.

-así debe de ser- le contestó este sonriendo.

Me daba risa porque no sabía lo que le esperaba, cuando vi que salían fuera subí las escaleras corriendo y con cuidado llegue a la habitación de donde creo que estará Danira.

-Danira, soy yo Evans, ¿estás ahí? - dije a través de la puerta.

-Evans… eres tú de verdad- me contesto ella.

-si soy yo, tu tranquila todo va a ir bien a partir de ahora, tu padre está aquí- le dije, sé que eso le alegrara saberlo.

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Lágrimas de felicidad recorrían mi cara, había deseado tanto tiempo oír eso que parecía un sueño, tenía ganas de salir de aquí y verlos a todos, poder abrazarlos y no soltarlos jamás.

-quiero salir de aquí, ¿Cómo esta Damián? - pregunte con temor.

-no te preocupes por él, y no sé cómo sacarte de aquí, la puerta está cerrada- me dijo, me entristecí un poco al no poder salir de aquí pero al menos sabía que mi amor estaba bien.

-voy a buscar ayuda para abrir esta puerta- me dijo.

-no por favor, no te vayas, no quiero volver a estar sola- le suplique pegando mi mano a la puerta como si así pudiera retenerle.

-pero si me quedo no podré sacarte de aquí, ellos me dijeron que cuidara de ti y pienso cumplirlo- me dijo.

-por eso mismo debes quedarte conmigo, no me dejes sola por favor- le suplique a través de la puerta.

-está bien pero me gustaría hacer algo para sacarte de ahí, déjame al menos buscar algo por esta planta, te prometo que no me iré lejos- el tenía razón, quedándose aquí sin mas no podrá abrir la puerta.

-vale pero no tardes, te cuidado- le dije y me separe de la puerta.

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Estamos yendo a la puerta principal. Solo estamos Raphael y yo.

-Cobarde, ven a enfrentarte a mí- grite para que Zen me oyera.

-bueno veo que tenemos visita- dijo Zen apareciendo por la puerta principal acompañado de una mujer mayor.

-maldito, te voy a matar- le dije y fui hacia el con toda mi fuerza.

El solo sonreía, mientras iba hacia él, intente darle un puñetazo pero una especie de escudo me lo impedía.

-eres tan estúpido, no vas a poder vencerme, lo mismo que tú tienes aliados yo tengo a los míos- dicho eso aparecieron más hombres lobo a su alrededor.

-porque no te enfrentas a mí de hombre a hombre sin trucos ni magia de por medio… no hace falta que me contestes, la respuesta es porque eres un cobarde- le dije sonriendo, sabía que eso le molestaría.

Se lanzó contra mí y caímos los dos al suelo, puñetazos y patadas empezamos a darnos pero como tenía el escudo no le hacía ningún daño.

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-¿Iveth?- pregunte, era ella seguro, hacía tiempo que no la veía, se fue de nuestro pueblo hace muchos años.

-hola Raphael- contesto ella, nunca me imaginé que se pusiera del lado de los lobos.

- ¿Por qué estas con él?, ¿tú lo ayudaste a quitarle los poderes a mi hija? - le pregunte, no podía haber tanta maldad en esa mujer que estuvo tantos años en Ivorath.

-¿tu hija?, ¿la muchacha es tu hija?, yo… no lo sabía, lo siento- dijo ella y deshizo el escudo que protegía a Zen.

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Seguía repartiendo golpes pero veía que era inútil, no le hacían nada, hasta que en un momento le di un golpe en el estómago y lo oí quejarse y doblarse, ahí me di cuenta que el escudo ya no estaba, mire hacia donde estaba Raphael y estaba hablando con esa mujer, no sé qué habrá pasado pero no debo desaprovechar el tiempo que tengo ahora mismo, no voy a perder esta oportunidad.

Él se dio cuenta de que algo andaba mal y miro también hacia donde estaba Raphael y la mujer, intento ir hacia ellos pero lo detuve.

-¿no te atreves a luchar conmigo si no es con magia de por medio?, eres patético- le dije, la verdad ahí se demostraba que clase de líder era.

-no es de tu incumbencia, además yo puedo vencerte cuando quiera, solo estoy esperando el momento- no sé a qué momento se refería.

-¿a qué te refieres?- le pregunte y el rio.

-he cambiado de planes, ya no me importas, ahora quien me importa es la criatura que lleva Danira en su vientre- me contesto, me quede helado con su respuesta.

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