PROMETIDA AL NACER (COMPLETA) romance Capítulo 33

-¿podemos fiarnos de ella?, me arrebato mis poderes, pensé que nunca podría recuperarlos- le dije a mi padre.

-cariño, ella no es mala, solo estaba protegiéndose, pero su corazón no alberga maldad, puedo ver el interior de las personas y te aseguro que no tiene intención de hacer nada malo, hizo lo que hizo porque estaba bajo el mando de Zen- dijo acercándose a mí para acariciarme la mejilla, si mi padre opinaba de esa manera puedo creer lo que me dice.

-está bien papa pero no puedo perdonarla tan fácil- le dije- entiendo que llevara tiempo perdonarla pero ya verás que lo que te he dicho es verdad- en ese momento vimos aparecer a Iveth.

-bueno ya todo está listo para recuperar tus poderes, ¿estas lista tú? - me dijo invitándome a entrar dentro de la casa.

Necesitábamos un lugar tranquilo y con el cuerpo de Zen no nos íbamos a relajar, por eso entramos dentro de la casa, no parecía haber nadie ni siquiera se oía ningún ruido.

Luego de sentarme y nombrar las mismas palabras pero con algunas diferente, vi una cosa que ahora entiendo porque lo hizo, era un frasco con mi sangre, ahora entiendo porque la guardó.

-gracias a que guarde tu sangre en un frasco ahora puedes recuperar tus poderes, si no la hubiera guardado, nunca hubieras recuperado tus poderes- me dijo la mujer, voy entendiendo que no es tan mala como me pareció la primera vez.

Después de un rato, terminamos el ritual, esta vez fue algo diferente, tuve que beber la sangre del frasco y eso me desagrada, no me gusta el sabor de la sangre.

Esta vez tampoco me sentía cansada, sentía como que había recuperado algo que había perdido y eso me llenaba de energía, había recuperado mis poderes por fin, ya me sentía completa.

-bueno yo he cumplido, me he dado cuenta de que sois una familia muy unida y me gustaría algún día poder contar con tu amistad, perdona por lo que te hice- dijo Iveth con una sonrisa.

-entiendo que lo hiciste obligada por Zen pero aun así me costara perdonarte, lo intentare pero dame tiempo- le contesté, sé que puedo llegar a perdonarla pero nunca lo olvidare.

-lo acepto, no te preocupes… ahora me marcho, quiero estar lejos por si alguno de los lobos me encuentra, espero que tengáis una larga vida llena de felicidad y amor- dijo Iveth, le dio un abrazo a mi padre y se despidió de todos, a lo lejos la vimos despedirse con la mano.

-bueno me alegro de que todo haya salido bien pero tenemos que irnos de aquí, antes de que los lobos vuelvan- dijo mi padre.

Nos pusimos en marcha, nos montamos en uno de los coches en los que vino mi padre y rumbo a nuestro hogar pero antes quería ver a Vanessa.

-amor mío- me dijo Damián a mi lado, en el coche íbamos el conductor, él y yo, mi padre nos quiso dar privacidad y se llevó a Evans con él.

- ¿Sí? - le conteste, echaba de menos oír su voz y sus palabras llenas de ternura.

-quisiera saber una cosa, antes de que Zen muriera me dijo algo que me tiene intrigado- me dijo, fruncí el ceño.

-¿Qué fue lo que te dijo?- mirándole a los ojos le pregunte.

-me dijo que yo no le interesaba, que ahora estaba interesado en otra persona… me dijo que está interesado en la criatura que llevas en tu vientre- dijo el mirándome muy serio.

Yo deje de mirarlo, ni siquiera sabía si era verdad que estaba embarazada, como decirle que es verdad si ni siquiera lo sé.

-yo… no lo sé, Zen me dijo algo parecido pero no le creí, pensé que lo hacía para molestarme por eso no le di importancia pero en cuanto lleguemos deberíamos averiguar si es verdad o no- volví a mirarlo de nuevo y eche mi cabeza sobre su hombro, necesitaba descansar un poco.

Sentí una suave caricia sobre mi rostro y abrí los ojos lentamente, una sonrisa se dibujó en mi cara al ver quien me acariciaba, entonces comprendí que todo había sido real, no era un sueño.

-ya hemos llegado a casa, mi amor- me dijo Damián sonriendo, estaba feliz de estar en casa de nuevo.

-os he echado tanto de menos, no sabía que hacer sin vosotros- me dijo abrazándome.

Yo también la había echado de menos pero apenas me acordaba de ella, solo pensaba en Damián y Evans, en el día en que los volviera a ver de nuevo.

-yo también te he echado de menos, perdona por no ir a verte anoche pero estaba un poco cansada- le dije separándome, me estaba abrazando tan fuerte que me estaba haciendo daño.

-perdona, a veces no controlo mi fuerza, y no te preocupes, entiendo que tu prioridad era estar con Damián, me alegro mucho de que estéis bien- contesto ella sonriendo.

-me gustaría que hablásemos como antes pero entiendo que tienes que hacer muchas cosas, solo vine a saludarte y darte ese abrazo- asentí con la cabeza y le agradecí haber venido.

Cerré la puerta y fui a darme mi esperada ducha.

Cuando salgo de la ducha vuelven a tocar la puerta, menos mal que me vestí en el baño, quería ir a ver a mi padre y a Evans cuanto antes.

-señorita, el señor Damián me pidió que le avisara que el doctor está a punto de venir- me dijo Lucio.

-gracias por avisar Lucio, déjame terminar de arreglarme y enseguida bajo- el asintió y cerré la puerta.

Solo me faltaba peinarme el pelo y ponerme unas deportivas, la verdad no iba arreglada, solo llevaba un pantalón vaquero y una camisa con un estampado de mariposas, me encantaba ese estampado. Termine de arreglarme el pelo en una coleta alta y baje al salón.

Mientras bajo recuerdo los buenos momentos vividos en esta casa y también me viene a la mente el recuerdo de cuando leí la carta de Zen diciéndome que tenía a mi hermano y eso me puso un poco triste.

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