PROMETIDA AL NACER (COMPLETA) romance Capítulo 34

-amor, ¿Qué te ocurre? - me hablo Damián, me miraba con preocupación.

-no es nada, solo es que me acorde de algo triste pero estoy bien, no te preocupes- le dije sonriendo.

-estabas llorando amor- ni siquiera me había dado cuenta si no me lo dice el, es un recuerdo triste y me cuesta pensar que ya todo acabo, que Zen no nos hará más daño.

Damián se acercó a mí y me abrazo, habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo que todo me parece un sueño, aunque todavía queda Vanessa pero sé que ella donde esta no puedo hacer nada.

-disculpen por la interrupción- oímos una voz y nos separamos.

Era un hombre de mediana edad, con el cabello casi blanco y de tez oscura pero su cara inspiraba confianza.

-Hola Doctor Julián, te presento a mi prometida Danira- dijo Damián y el docto me dio la mano, la agarre encantada y nerviosa a la vez.

-encantada señorita, si es de su agrado esperarme en su habitación, enseguida la atiendo- me dijo con una sonrisa.

Fui hacia mi habitación y a los minutos vino el doctor acompañado de un maletín y Damián a su lado.

-el señor Damián me ha contado como se encuentra usted y voy a sacarle sangre para analizarla- asentí con la cabeza.

Después de unos minutos el Doctor se llevó dos frascos con mi sangre, me dijo que dentro de una semana tendría los resultados, la verdad no me suelo sacar sangre a menudo pero espero que todo esté bien.

Ahora solo faltaba esperar, cuando el Doctor Julián se fue, fui a Ivorath, le dije a Lucio que me llevara hasta la casa donde fuimos la última vez Leonor y yo, acordarme de ella me hacía sentir melancólica, la echaba tanto de menos, ojala estuviera con nosotros.

Cuando cruzo el portal, lo primero que me encuentro son muchas flores por todos lados, la última vez que estuve aquí no recuerdo que hubiese tantas, claro que también vinimos de noche y a lo mejor no las vi bien.

Sigo avanzando y un hombre mayor me detiene.

-perdone señorita, ¿Quién es usted?, conozco a todo el mundo y a usted no recuerdo haberla visto por aquí- me dijo el señor muy amable.

Era un hombre bajito y un poco encorvado, con los ojos muy pequeñitos pero irradiaba felicidad con sus palabras, no parecía mal hombre.

-buenas señor, yo soy Danira y soy hija de Raphael, he venido a verle, ¿es usted tan amable de indicarme donde está él?- le dije sonriendo.

-señorita, que alegría saber que usted es la hija de nuestro señor Raphael, y no se preocupe, yo la llevare con el- me dijo y me agarro del brazo, con cuidado me llevaba hacia mi padre.

Llegamos al castillo, el señor le dice a los guardias quien soy y nos dejan pasar.

Cuando las puertas se abren, mi boca se abre de sorpresa, no me había fijado en lo bonito que era por dentro, seguimos andando y me lleva por un pasillo, una alfombra marrón claro cubre todo el suelo.

-bueno señorita, aquí me despido, detrás de esta puerta esta su padre, me alegra mucho de haberte conocido, si algún día necesita algo no dude en buscarme, me llamo Ricardo- asentí con la cabeza y se fue dejándome frente a la puerta.

Toco una vez pero nadie contesta, vuelvo a tocar y oigo la voz de mi padre, abro la puerta y al verme sonríe y va hacia mí, me abraza y le correspondo.

-al fin has venido, tenía muchas ganas de verte y no soy el único- dijo y alguien grito mi nombre, al separarme de mi padre veo aparecer a Evans, que viene corriendo hacia mí con los brazos abiertos.

-hola pequeño- le dije abrazándolo.

Después de estar un rato hablando con Evans y mi padre decidimos ir a los calabozos, allí vería a Vanessa.

Ya había estado en este lugar antes y a pesar de que hace mucho tiempo todavía lo recuerdo todo muy bien.

-Hola Vanessa, tienes una visita- le dijo mi padre.

-¿tú?, ¿Qué haces tú aquí?, ¿y Zen?- empezó a preguntar pero no hacía falta respuestas, ella no era tonta y sabía que si estaba aquí solo podía significar una cosa.

- !MALDITA! , no puede ser, no… él no puede estar muerto…- dijo tirándose al suelo y agarrándose sus piernas, en el fondo me daba pena verla así.

-bueno ya es suficiente espectáculo, vámonos de aquí, hija mía no creo que te haga bien verla- me dijo mi padre apartándome de su celda.

-este será su castigo, la muerte es la manera fácil pero quedarse aquí encerrada será peor, su belleza se marchitara y su magia también, eso será peor que la muerte- dijo mi padre, ella no decía nada, solo murmuraba cosas como si estuviera loca.

-vámonos hija- volvió a repetir mi padre, no podía apartar la mirada de ella, no parecía ella, estaba como ida.

En un intento la aparte y acompañe a mi padre a la salida, me había afectado verla así, parecía que de verdad se había enamorado de Zen y enterarse de su muerte sin que ni siquiera le hallamos dicho nada le ha afectado, pensaba que era una mujer más fuerte e independiente pero solo era una coraza que cubría lo que en realidad es, una persona con sentimientos.

Una semana después…

-hermana, dile a Rose que pare de perseguirme, estamos jugando al escondite pero siempre me encuentra, no es justo que ella use su olfato y oído para encontrarme- me dice Evans acercándose a mí.

Estoy en el jardín, necesitaba tomar un poco de aire fresco, esta semana la he pasado un poco mejor pero aun así no se me van las náuseas.

-está bien, hablare con ella y le diré que no haga trampas pero no te enfades con ella, solo es un juego- le dije, a veces se me olvida de que todavía es un niño, aunque está creciendo muy rápido.

Cuando fui a Ivorath a ver a mi padre, Evans se quiso venir a vivir con nosotros, al principio pensé que no estaba bien porque yo no era su familia biológica, y su madre sigue viva, así que Damián dijo que se encargaría de todo y lleva con nosotros todo este tiempo, al parecer a Yoselin no le importó que estuviera conmigo.

Mi padre viene cuando puede a visitarnos, estoy feliz de que todo se lleven bien, hoy también viene el doctor con el resultado y estoy impaciente por saber que tengo, aunque tenemos una ligera sospecha por lo que nos dijo Zen pero aun así queremos asegurarnos de que lo que dijo es verdad.

La última visita de mi padre fue ayer y le pregunte por Vanessa, la cara que puso en ese momento lo dijo todo, creo que ha perdido la razón, según me conto mi padre, no quiere hablar con nadie, ya no maldice ni intenta escapar, al parecer solo se queda ahí sentada en el suelo con la mirada perdida en la pared.

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