Narra Karim.
—Lo sé— le contesté a su pedido, entonces su respuesta, fue un beso más apasionado aun, su boca se desvió hacia mi izquierda ofreciendo su cuello, para que yo comenzara el avance que en mis sueños ya era un ritual, morder y saborear su cuello. Ella pasó sus manos de mis brazos a mi espalda ancha mientras besaba y mordía mi pecho. Me devoraba su blanca y suave piel, mientras que mi mano derecha acariciaba su seno izquierdo, y estimulé hábilmente su pezón.
Miré desde esa perspectiva la piel de esa zona, y la piel de sus axilas sensuales e íntimas. Ese hermoso par de senos medianos, endulzados con una areola de un café claro acentuado por un pequeño pezón que apuntaba hacia arriba, tan duros y excitados como mi verga.
—¿Te gustan? —indagó juguetona.
—Podría comerlos toda la noche.
Con mi cadera acurrucada entre sus piernas, mientras nos comíamos las bocas, no dejaba de delinear con mis manos el contorno de su cuerpo.
Luego mis labios dejaban húmeda su piel con un sabor ligero, a vainilla, y para cuando la tenía sujeta de su cadera, mis labios se encontraron con la temperatura ligeramente elevada de sus areolas y después, coincidí con la firmeza de sus pezones erectos. Ella emitió un gemido de placer al tiempo que arqueaba su espalda levantando su cadera hacia mí.
Mientras masajeaba sus caderas y sus nalgas, mi lengua lamía sus pezones, mordisqueaba de vez en cuando, cuando no succionaba sus senos deliciosos, suaves pero firmes. Su piel enchinada confesaba el placer por el que pasaba su ser.
Lentamente, con mi lengua, fui emigrando con un rumbo hacia al sur de su cuerpo, no por no haber encontrado algo bueno, si no, para integrar todo aquello que seguía, en algo complementario y exquisito. Besé todo su abdomen, besé su ombligo haciendo una reverencia; seguí con esa cadencia el avance hasta que llegué al borde su tanga de sexi empapado. Charlotte parece ser ese tipo de mujer que expide ríos y ríos de su dulce y delicioso lubricante adictivo. Su tanga mostraba todo incluso de las orillas de sus labios mayores, el panorama era hermoso, mi esposa me estaba permitiendo mirar su cuerpo, mientras en mi sexo, el lubricante mojaba.
Tiernamente, besé su vagina por encima de la tanga empapada, Lamí aquel lubricante que ya atravesaba la tela, y fue lo más delicioso que había probado en toda mi vida. Después aparté su ropa interior a un lado, y comencé mi acercamiento a la piel de su vagina con besos tiernos en sus labios, aquellos que empaparon a los míos.
Comencé a lamer todo indicio de fluido vaginal que salía de mi humana, a la vez que ella no dejaba de gemir y repetir lo mucho que le gustaba, mientras yo lamía todo con más intensidad, hasta que comencé a introducir mi lengua entre sus pliegues, cálidos y empapados. Su sabor es dulce, con algo cítrico y muy hormonal. Con mi lengua saludaba de vez en cuando su clítoris hermoso, de color rosa pálido, con un sabor delicioso, pero lo que hizo estallar a mi Charlotte, fue el masaje que con mi lengua daba en la entrada, de su vagina, note que ese es un lugar sensible en ella.
Mordisqueaba sus labios, lamía toda su vagina, y levanté sus piernas para alcanzar su hermoso y punzante ano, que esperaba también caricias de mi parte, lamía desde su ojete hasta su clítoris, y ella se volvía cada vez más loca, dejó de gemir para gritar y llorar de placer.
—Oh…, me gustas tanto Karim—, esa confección infló más mi orgullo de macho, se siente muy bien saber que mi rebelde esposa se siente así por mí.
Me levanté acomodándome sobre mis rodillas y halé a mi esposa hacia mí, para que quedara frente a mi pelvis, frente a mi sexo, duro, firme, caliente y punzante.
Sostuve el nacimiento de mi pene, casi goteando lubricante, e iba a pasarlo entre sus pliegues, pero ella me agarró de sorpresa y lo tomó con una mano y mis testículos con la otra, comenzó besando mi abdomen, mientras masturbaba mi pene y jugaba con mis testículos. Sembrando besos, fue bajando hasta la base de mi viril y rodeando todo; llegó hasta mis bolas, después se hincó para tener mejor acceso y comenzó besando, más tarde succionaba la piel, de mis testículos, acurrucaba entre sus labios una de mis bolas, y las saboreaba, llenaba de saliva mis bolas y después lo succionaba todo y no dejaba rastro, dio un beso tierno en mi glande después de recorrer mi piel y ponerlo al descubierto. Se aproximó y engulló menos de la mitad de mi vara, mostrando asombro, al ver que no podía tenerlo por completo. Lamía, succionaba, mordisqueaba, y saboreaba mi falo erecto. De vez en cuando azotaba su rostro con la envergadura de mi sexo.
—¡Por Dios!, eres tan grande que ahora me causas miedo— dijo aun mostrando impresión.
—Acomódate para mí, prometo que no te lastimaré —, acomodándose de nuevo en la cama, me invitó a hundir mi verga entre sus piernas, abriéndose tiernamente hasta mostrar el límite en el que sus labios internos permanecen juntos.
Lo primero que hice fue acercarme y acariciarla tiernamente, besaba sus labios con tanto amor.
—Me encantas, Charlotte.
Con delicadeza apunté mi pene hacia la entrada de su vagina, y con tanta humedad de aquel oasis, empecé penetraba con relativa facilidad, hundiéndome de a poco su sexo caliente. Comenzó el gemir característico de un estado de éxtasis, mientras yo no podía dar crédito de lo que sucedía, su cuerpo me recibía sin problemas, pensé que el dolor la atravesaría, aunque está demasiado apretada, cada parte de ella se acopla a mí.
—Para, Karim, — detuve mi movimiento, aún estaba una gran extensión de mí fuera de ella —déjame respirar, me siento tan llena, y si solo dejas esa parte fuera—, quise reír, su rostro estaba enrojecido, pero otra humana en su lugar se habría desmayado; sin embargo, Charlotte, seguía apretando y succionando mi miembro con su útero.
—Termina dentro de mí, déjame toda tu esencia dentro de mi vagina—, pidió a ruego, y los gruñidos mezclados con gemidos era lo que salía de mis labios.
La sostuve con tanta fuerza que ella gritó, bombeé tan rápido con mi mano que reuní todo mi ser en un solo punto, y era mi sexo, me estaba viniendo, continué hasta que me vine, descargué toda mi esperma, ella al ver que no estaba dispuesto a penetrarla una vez más se empezó a tocar, estallando en un orgasmo.
—¿Me dirás por qué? —, yo estaba desorientado y ella pidió una respuesta que ni yo podía darme.
—¿Qué? — me hice el tonto, haciendo como que no entendía su pregunta, aunque sé claramente lo que quiere saber.
—Vamos Karim eres todo menos tonto, sabes que me refiero a qué me eyaculaste fuera, cuando claramente me pediste querer un hijo—, se notaba incómoda.
—Charlotte, no hay que ser adivino para saber que en realidad no quieres ser madre, vamos, además podemos disfrutar del sexo—, se notaba que no estaba muy convencida con mi excusa.
—Como sabes que no quiero un hijo, ¿eres un adivino?, o ¿vives dentro de mí para saber que quiero? —, se cubrió el cuerpo con la manta, mientras me miraba sin importar la oscuridad, ella seguía, viéndome fijo, sabía que no podía ver mis colmillos aun afuera, lo retraje lentamente, sintiendo por primera vez que me dolían.
—Vamos a dormir, Charlotte, por favor no hagamos de esto una nueva discusión—, le pedí con ganas de que se duerma ya y no es que no la deseo, por el contrario, ese es el problema ahora que la quiero más que nunca, pero debo investigar porque ella causa tanto en mí, pensé que esto se trataba de pura atracción; sin embargo, va más lejos que eso.
—O es que quieres tener tu hijo con una mujer que sea una árabe con costumbre, no una mujer que no conoce de tu mundo y tus reglas, eso sin contar que soy una liga de dos razas, binacional, eso quizás no sea favorable para el gran Karim Rashid—, me atacaba con palabras, puedo oler sus celos.
Me acosté a su lado y la abracé, aunque intentaba alejarse la sostuve fuerte:— no seas tonta, no hay nadie más perfecta que tú para ser la madre de mi hijo, solo dame tiempo por favor, — le rogué,— mis otras esposas no saben ni siquiera de qué color es esta habitación, nos la dejó pasar, eres la única que se ha acostado en mi cama, a la única de ustedes que he tocado, sé paciente quiero un hijo, me urge ser padre, pero más prisa llevo por disfrutar de ti, Charlotte—, se relajó entre mis brazos y deje varios besos sobre su espalda, me acosté y la hice acostarse sobre mi pecho.
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