Secretos de Lobos. romance Capítulo 24

Narra Karim. 

—Lo sé— le contesté a su pedido, entonces su respuesta, fue un beso más apasionado aun, su boca se desvió hacia mi izquierda ofreciendo su cuello, para que yo comenzara el avance que en mis sueños ya era un ritual, morder y saborear su cuello. Ella pasó sus manos de mis brazos a mi espalda ancha mientras besaba y mordía mi pecho. Me devoraba su blanca y suave piel, mientras que mi mano derecha acariciaba su seno izquierdo, y estimulé hábilmente su pezón.

Miré desde esa perspectiva la piel de esa zona, y la piel de sus axilas sensuales e íntimas. Ese hermoso par de senos medianos, endulzados con una areola de un café claro acentuado por un pequeño pezón que apuntaba hacia arriba, tan duros y excitados como mi verga.

—¿Te gustan? —indagó juguetona.

—Podría comerlos toda la noche.

Con mi cadera acurrucada entre sus piernas, mientras nos comíamos las bocas, no dejaba de delinear con mis manos el contorno de su cuerpo.

Luego mis labios dejaban húmeda su piel con un sabor ligero, a vainilla, y para cuando la tenía sujeta de su cadera, mis labios se encontraron con la temperatura ligeramente elevada de sus areolas y después, coincidí con la firmeza de sus pezones erectos. Ella emitió un gemido de placer al tiempo que arqueaba su espalda levantando su cadera hacia mí.

Mientras masajeaba sus caderas y sus nalgas, mi lengua lamía sus pezones, mordisqueaba de vez en cuando, cuando no succionaba sus senos deliciosos, suaves pero firmes. Su piel enchinada confesaba el placer por el que pasaba su ser.

Lentamente, con mi lengua, fui emigrando con un rumbo hacia al sur de su cuerpo, no por no haber encontrado algo bueno, si no, para integrar todo aquello que seguía, en algo complementario y exquisito. Besé todo su abdomen, besé su ombligo haciendo una reverencia; seguí con esa cadencia el avance hasta que llegué al borde su tanga de sexi empapado. Charlotte parece ser ese tipo de mujer que expide ríos y ríos de su dulce y delicioso lubricante adictivo. Su tanga mostraba todo incluso de las orillas de sus labios mayores, el panorama era hermoso, mi esposa me estaba permitiendo mirar su cuerpo, mientras en mi sexo, el lubricante mojaba.

Tiernamente, besé su vagina por encima de la tanga empapada, Lamí aquel lubricante que ya atravesaba la tela, y fue lo más delicioso que había probado en toda mi vida. Después aparté su ropa interior a un lado, y comencé mi acercamiento a la piel de su vagina con besos tiernos en sus labios, aquellos que empaparon a los míos.

Comencé a lamer todo indicio de fluido vaginal que salía de mi humana, a la vez que ella no dejaba de gemir y repetir lo mucho que le gustaba, mientras yo lamía todo con más intensidad, hasta que comencé a introducir mi lengua entre sus pliegues, cálidos y empapados. Su sabor es dulce, con algo cítrico y muy hormonal. Con mi lengua saludaba de vez en cuando su clítoris hermoso, de color rosa pálido, con un sabor delicioso, pero lo que hizo estallar a mi Charlotte, fue el masaje que con mi lengua daba en la entrada, de su vagina, note que ese es un lugar sensible en ella.

Mordisqueaba sus labios, lamía toda su vagina, y levanté sus piernas para alcanzar su hermoso y punzante ano, que esperaba también caricias de mi parte, lamía desde su ojete hasta su clítoris, y ella se volvía cada vez más loca, dejó de gemir para gritar y llorar de placer.

—Oh…, me gustas tanto Karim—, esa confección infló más mi orgullo de macho, se siente muy bien saber que mi rebelde esposa se siente así por mí.

Me levanté acomodándome sobre mis rodillas y halé a mi esposa hacia mí, para que quedara frente a mi pelvis, frente a mi sexo, duro, firme, caliente y punzante.

Sostuve el nacimiento de mi pene, casi goteando lubricante, e iba a pasarlo entre sus pliegues, pero ella me agarró de sorpresa y lo tomó con una mano y mis testículos con la otra, comenzó besando mi abdomen, mientras masturbaba mi pene y jugaba con mis testículos. Sembrando besos, fue bajando hasta la base de mi viril y rodeando todo; llegó hasta mis bolas, después se hincó para tener mejor acceso y comenzó besando, más tarde succionaba la piel, de mis testículos, acurrucaba entre sus labios una de mis bolas, y las saboreaba, llenaba de saliva mis bolas y después lo succionaba todo y no dejaba rastro, dio un beso tierno en mi glande después de recorrer mi piel y ponerlo al descubierto. Se aproximó y engulló menos de la mitad de mi vara, mostrando asombro, al ver que no podía tenerlo por completo.  Lamía, succionaba, mordisqueaba, y saboreaba mi falo erecto. De vez en cuando azotaba su rostro con la envergadura de mi sexo.

—¡Por Dios!, eres tan grande que ahora me causas miedo— dijo aun mostrando impresión.

—Acomódate para mí, prometo que no te lastimaré —, acomodándose de nuevo en la cama, me invitó a hundir mi verga entre sus piernas, abriéndose tiernamente hasta mostrar el límite en el que sus labios internos permanecen juntos.

Lo primero que hice fue acercarme y acariciarla tiernamente, besaba sus labios con tanto amor.

—Me encantas, Charlotte.

Con delicadeza apunté mi pene hacia la entrada de su vagina, y con tanta humedad de aquel oasis, empecé penetraba con relativa facilidad, hundiéndome de a poco su sexo caliente.  Comenzó el gemir característico de un estado de éxtasis, mientras yo no podía dar crédito de lo que sucedía, su cuerpo me recibía sin problemas, pensé que el dolor la atravesaría, aunque está demasiado apretada, cada parte de ella se acopla a mí.

—Para, Karim, — detuve mi movimiento, aún estaba una gran extensión de mí fuera de ella —déjame respirar, me siento tan llena, y si solo dejas esa parte fuera—, quise reír, su rostro estaba enrojecido, pero otra humana en su lugar se habría desmayado; sin embargo, Charlotte, seguía apretando y succionando mi miembro con su útero.

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