Secretos de Lobos. romance Capítulo 30

Narrador.

Charlotte lo miró por el rabillo del ojo y empezó a llorar, se le daba perfecto—Yo solo quise que me cortejara, salir a comer un helado y eso te da el poder para humillarme y depreciarme, solo busco enamorar a mi esposo que vea que no soy como las demás—, Karim claro sabía que eso era todo un teatro podía oler sus emociones, y se mordió el nudillo de un dedo de su mano izquierda para no reír.

—Bien, enamórame Charlotte, pero de otra manera menos imprudente, ahora ya calma esos lloriqueos que no soporto escuchar los llantos—, le propuso, para hacerla dejar de fingir y ella de todos modos no se detuvo porque entonces sintió ganas genuinas de llorar.

—¿Y ahora porque lloras?

—Quiero ver a mi madre, ahora que fingí llorar me acordé de ella y la extraño, esta vida es tan distinta para mí, tú eres tan raro, tan lleno de secretos, tan frío...—No pudo seguir hablando, se lo impidieron unos fuertes hipidos que asustaron a Karim porque pensó que acabarían convirtiéndose en sollozos, de modo que la acercó a su lado con una mano sin dejar de manejar y la envolvió entre su brazo haciendo que descansara la cabeza en su pecho para reconfortarla y que se tranquilizase. — Después de la fiesta prometo que te llevaré a tu casa, pero no es bien visto, la mujer nunca debe visitar la que alguna vez fue su casa, si no es porque es echada por el esposo, ya que cuando se casa pasa a ser de otra familia y rompe los lazos que la atan a su antigua vida— a pesar de que esa nueva regla le desagradaba menos que las anteriores ella se relajó.

—Si existe un manual para tantas reglas, por favor compra uno para mí ya no puedo agendar en mi cabeza tanta información— dijo con su tono divertido y se acomodó más en ese formidable pecho.

«Qué bien se estaba» Se planteó la posibilidad de echar unas lagrimitas para conmoverlo, pero al final decidió que era mejor no llorar; no quería parecer una histérica y que por llorona la dejara. Simplemente, cerró los ojos durante unos segundos hasta que consideró que se estaba recuperando.

Y a regañadientes se apartó de él. — ¿Ese hombre es un atacante o qué? — él negó, a esa mujer nada se le pasaba por alto.

—Un asesino de mujeres— ella abrió los ojos como quien dice de la que me he salvado. A Karim la imagen de Charlotte, despeinada, con la cara congestionada y los labios ligeramente abiertos, le resultó muy cómica. Pero se cuidó mucho de reírse. Después de todo, le estaba mintiendo por su propio bien y sintió una inmensa ternura al mirarla. —A Charles se le ve bastante feo ese bigote —bromeo, rozando con sus dedos unos mechones de pelo que se habían soltado.

—No lo creo, más bien yo estaba guapo, tú tantas tonterías porque no te vean cariñoso con un macho y ese hombre bellísimo es gay y me coqueteó con descaro, solo eres tú y tu grupo incluyendo a mi padre los machistas retrógrados, porque obviamente, estamos en el siglo XXI.

«Charlotte y sus lógicas» pensó escuchando su discurso sobre lo machista que son.

—Charlotte, te pediré algo encarecidamente, no comentes con nadie absolutamente nada de esto.

—¿Por qué? —Charlotte pensó que le diría algo respecto a él y su extraña vida paralela.

«Quizás ese hombre precioso, pero descarado es otro lobo»

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