Secretos de Lobos. romance Capítulo 31

                                    Narrador. 

Kasul estaba muy distraído en su salón de reflexión, mirando el estanque lleno de peces que solo se encuentran en el inframundo; estos son muy parecidos a las pirañas, pero mucho más mortales. Él caminaba de un extremo a otro con ambas manos tras su espalda mientras pensaba en su último enfrentamiento con su hermano, quería arrancar de él esa nueva felicidad.

—Charlotte— saboreó cada letra de su nombre, — no te quiero matar, eres tan distinta a esa loba arrogante, la asesiné porque no me gustaba su forma— hablaba solo reflexionando en que debía hacer para apartar a Charlotte del lado de Karim, pues entre sus planes asesinarla no era una opción.

De vez en cuando sentía las emociones de Karim y asumía que era debido a que su hermano tenía momentos de descuidos, pero extrañamente suponía que nada más los tenía estando cerca de ella.

—Señor, — llegó un demonio de lo que le sirven y mostrando respeto agachaba la cabeza.

—¿Qué investigaste sobre la humana?

—Ella no tiene nada de interesante, al contrario de la tercera humana, ella sí es descendiente de hechiceros, pero Charlotte no es más que una humana simple— le informó y Kasul arrugó el entrecejo.

«Que buscas Karim» pensó buscando la lógica de por qué Karim protege a Charlotte si no es más que una mujer común que no le beneficia en nada, incluso al estar a su lado, debe limitarse porque una humana tan simple no lo podría soportar en su fase de alfa supremo, si en medio de un encuentro sexual su lobo toma el control estando los dos en un mismo cuerpo la podría matar.

—Te puedes largar— le habló tosco al demonio que seguía parado allí y él le hizo un ademán pensando que este le pediría una recompensa, por una investigación que lo dejó insatisfecho, ya que no ha avanzado nada, de modo que se volteó ignorando al demonio.

—Cuando investigaba encontré al lobo delta de su hermano—, él giró sobre su propio eje con tanta rapidez que al demonio de bajo rango le pareció abrumador.

Miró al demonio y rió a carcajadas. —Así que mi hermano está más interesado de lo que pensaba.

—Has hecho un buen trabajo, te llevaré a cazar a alguna loba para que te alimentes, — el demonio no reaccionó con la alegría que él esperaba, sino que se mostró dudoso y miró hacia el piso sin poder verle a los ojos.

—Si tienes algo que decir será mejor que hables de una buena vez.

—El rey ha salido al mundo humano, ha descubierto que usted no iba a la manada a vigilar a su hermano, sino a su casa en el territorio de los humanos— confesó con voz trémula, intentando limpiar su culpa al adelantarse y contarle.

—¿Quién le informó?, tal parece que olvidaron que los puedo asesinar usando la piedra de sangre— él abrió los ojos, aterrado.

—No sé quién se lo ha comentado—, Kasul avanzó varios pasos hacia él mientras temblaba.

—Sabes que no sirve que me mientas si puedo escuchar cómo se incrementa el sonido de tu negro corazón—, el hombre levantó la mirada sintiéndose horrorizado.

—Juro que no fue mi intención, el rey me amenazó, no le he dicho que usted le oculta nada, solo le dije que iba hacia otro lugar, lo siento, no tuve alternativa—, él pedía clemencia tanto con la mirada como con los gestos.

—¿Así que oculto algo?, — el demonio negó asustado, — pero a ti si te parece que escondo algo lo puedo ver en tus ojos endemoniadamente feos—, tras decir eso lo empujó con una fuerza subliminal provocando que cayera dentro del estanque y los peces no lo dejaron ponerse de pie, devorando toda su piel.

—Debo ir a saludar al maldito rey— habló mirando con deleite como ese hombre gritaba desesperado cuando esos miles de dientes pequeños, pero mortales, arrancaban su carne.

En cambio, Karim se había alistado para asistir a la fiesta, que si no fuera para calmar el revuelo que provocó la familia de Shacia no asistiría porque aborrece tener que estar tantas horas fingiendo ser el hombre más honorable y perfecto. También en parte le intrigaba saber qué haría Charlotte para eliminar dicho rumor sobre ella, ya que fue quien solicitó que fueran a esa fiesta.

—Te ves muy bien mi alfa— Karim estaba tan absorto en sus pensamientos que no usaba sus sentidos lobunos y cuando entró a su biblioteca, Mohamed estaba sentado en su sillón.

—¿Cuándo llegaste? —le preguntó más cómo amigo que como líder.

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