Secretos de Lobos. romance Capítulo 38

                                                  Narrador.

El alfa se aclaró la garganta, amonestando de esa manera el comentario imprudente de su súbdita y Karim solo tomo la ropa que le quedaba como un guante de ajustada, pero claro, no era suya, sino del lobo alfa que estaba a su lado y claro que no calzara con él, pero hasta que no amanezca no podría ir a comprar su propia ropa.

—Le queda apretado el traje, es que usted es incomparable, supremo, imagine yo con mi cuerpo flácido— bromeó el alfa apenado por no haber tenido tiempo de guardar algo mejor para su rey, pero su cuerpo no era para nada flácido, igual tiene bastantes músculos.

—No te preocupes, me queda bien— Karim agarro la solapa de la chaqueta y sonrió tratando de acomodarse esa ropa que lo hacía sentir como si tuviera una camisa de fuerza, pero vio la pena en el lobo y se acercó tocándole el hombro para hacer que se calmara.

—Me quedaré el día de hoy, pues mañana no debo ir al aquelarre de las cinco estrellas.

—Esta es su manada, no tiene nada que informar a su súbdito, mi rey—, el lobo agacho la cabeza y la loba que está dispuesta a servirle a Karim le mostró el camino a la recámara principal donde Karim como cada noche que no está con Charlotte quedara despierto hasta ver un nuevo día.

—Alfa, ¿puedo servirle de compañía? — pidió la loba, en cuanto llegaron a la recámara, se mostraba coqueta, demasiado para el gusto de Karim.

—No me apetece compañía, vuelve con tu líder— pidió él en tono autoritario y la loba no insistió más.

Al día siguiente, Shacia recibió la llamada de su hermano en la que le informó que su madre y cuñada fueron repudiadas por su padre y sintió su interior arder, rompiendo todo dentro de su aposento mientras gritaba.

—¡Maldita Charlotte!, juro que te voy a matar—, estaba histérica, la rabia de saber que su madre ahora está sin hogar la hacía estar de manera irracional.

—¿Shacia que te sucede?, – indagó Fátima llegando a esa recámara, atraída por el ruido. — Cálmate que nuestro esposo puede castigarte y será peor, solo recuerda que sucedió ayer por culpa de esa puta que lo tiene hechizado.

—La destruiré o será lo último que haré lo juro— volvió a sentenciar llena de ira.

—Ayer quería hablar contigo, pero no pude, hace días que quiero decirte que ella no era virgen cuando se acostó con nuestro esposo—, Saima que escuchaba todo tras la puerta como de costumbre entro a la habitación dejando a las mujeres asustadas porque pensaban que ella le iría a reclamar.

—Deben hacer público ese dato, busquen la manera de echarla—, les aconsejo Saima tras saber que Karim no estaba en la casa. Uno de los antiguos que le informa todo le dijo que él salió de la manada usando su poder de alfa supremo y Farzana también salió por pedido suyo al supermercado hacer la despensa de la casa por lo que creyó que no había más lobos que los guardias que no se atreverían a decir algo que escuchen de ella porque el alfa no les creería más que a su querida suegra y como pensó que si Karim salió su beta y delta que tienen la obligación de acompañarlo también irían con él, pero para su asombro Mohamed tosió detrás de ellas; estaba ocultando su aroma, siendo tan silencioso como lo es cuando está transformado.

—Si hacen tal cosa, no esperaré que mi hijo regrese a casa, las echaré yo mismo— espetó metido en su papel de suegro.

Saima sintió su corazón dar un vuelco, contra Mohamed no tenía oportunidad con su alfa, puesto que Mohamed, aparte de ser el beta real, es más que amigo, casi hermano de Karim y agachó la cabeza avergonzada.

—Si suegro, tenga por seguro que no haremos tal locura, por favor no nos delate con nuestro esposo— pidió Fátima arrodillándose delante de Mohamed, quien no dijo nada más y se fue.

—Mi beta, espere por favor, hablemos— pedía Saima corriendo tras de él.

—Sé que no debí, no tengo justificación, pero no tenemos que decir nada de esto—, Mohamed volteo con mirada fría y semblante de pura molestia.

—Me pides ocultar algo como eso a mi alfa, eres una persona muy apreciada por él y aun así te atreves a usar a esas mujeres tontas para dañarlo.

—Pero no lo dañaría a él—, se justificó.

—Ah, piensas que haciendo que el padre de Charlotte la asesine por honor no lo daña a él tanto delante de los humanos como de los lobos, para los humanos no sería más que un hombre ridículo que acepto a una mujer impura y con nuestro pueblo porque no logro tener el descendiente que hemos esperado durante miles de años.

—Ella no es la única opción—, se opuso ella sintiendo celos.

—Dile eso a tu rey cuando venga, yo no puedo mentir a mi rey, pero mucho menos a mi amigo—, con eso, dejó a la loba hecha un mar de nervios.

                                  Narra Charlotte.

No pude dormir a la espera de ese idiota, parece que la está pasando de lo lindo, que mira la hora y no se digna a volver a casa.

Como puede tener ese maldito tanto ánimo para irse con otra cuando ayer estuvo conmigo y no es que haya sido mucho, pero si creí que suficiente, todavía anoche, estaba dispuesta a estar con él y me despreció por irse con quien sabe quién. 

También este ruido creado por esta loca que no paraba de gritar como perra atropellada, me tenía desesperada, por lo que decidí ponerme ropa deportiva, y salir a correr alrededor de la casa, me causa interés andar dentro de ese bosque, es como si algo me llamara.

De modo que cuando estuve lista salí rumbo hacia el punto de mi corazonada, aunque Karim me ha pedido encarecidamente que no entre a este lugar, pero soy de las que hace todo lo contrario.

—Eres muy impulsiva Charlotte, si te sale el maldito enano con su boca llena de dientes filosos te comerá hasta lo que no se menciona— hablaba conmigo misma mientras trotaba a pasos, no doble, sino triple encontrándome con árboles trozados a la mitad, y pienso que debe ser producto de los rayos que cayeron el día que dormí con Karim.

—Eres muy valiente que, oliendo al rey de los lobos, te atreves a entrar al bosque—, me quedé lela buscando de donde provenía dicha voz tan dulce y varonil al mismo tiempo, es hipnótica.

 —No sé de qué rey hablas y menos lobos, me desagradan los pelos, déjame verte, buen señor— sentí ganas de estallar en risas, pero me contuve para no hacerlo, así que aplasté los labios.

—Ríe, sé que quieres hacerlo, hazlo hasta yo lo haré— él emitió varias carcajadas que me parecieron contagiosas y ya me encontraba riendo a la par con el desconocido de voz enigmática.

—Seamos amigos, desconocido gracioso, así que ven y estrecha mi mano, payaso de circo — eso último lo dije en inglés.

—Vaya, pides ser mi amiga y me ofendes en otro idioma, me agradas— que loco es este hombre. De la nada salió un hombre rubio, vestido muy juvenil, con ojos verdes y tan alto como Karim, pero de piel pálida.

—Pareces muerto— no evite decir. – Yo y mi boca descontrolada.

—¡Eres hermosa! — no sé en qué momento llegó a mi lado, pero el hombre estaba oliendo mi cuello y la punta de su nariz es tan fría que parece como si me estuvieran pasando un pedazo de hielo por la piel.

—¿Eres un asesino en serie? — pregunté, como si él me fuera a responder y es que me siento amenazada por su cercanía, y reculaba para atrás hasta que un árbol me detuvo.

—Digamos que sí, pero no te voy a asesinar, te voy a comer—, el aire abandonó mis pulmones y mi mente solo pudo pensar «Karim ven por mí» 

—Mírame a los ojos—, pidió sacando su cabeza de mi cuello y no mire sus ojos.

—Quieres entrar a mi cabeza, y si te miro a los ojos lo harás— le respondí al mismo tiempo que levantaba mi pierna para darle entre sus genitales, pero los reflejos de lo que sea este hombre son muy buenos porque con sus manos detuvo mi golpe.

—No te haré daño, solo morderé tu brazo, no me conviene muerta, tengo mejores planes para ti, pudiera morder tu carótida en este momento no estuvieras respirando.

—¡Suéltala! —, esa voz se escuchó como un rugido y yo me alegré permitiéndome respirar al fin cuando percibí que ese es el timbre de voz de Karim.

—No te metas lobo— ¿lobo?, le dijo lobo, pues no estoy equivocada, en serio es un lobo.

"Vete" habló el extraño en mi cabeza en cuanto vi sus ojos, que extrañamente me hizo sentir mareada.

Desapareció dejándome junto a Karim que avanzó hacia mí y me abrazó con fuerza y me pregunto ¿qué tiene de bueno mi cuello? — gracias al cielo llegué a tiempo— dijo soltando un suspiró, al mismo tiempo que yo lo abrazaba igual sintiéndome segura al fin.

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