Secretos de Lobos. romance Capítulo 47

Narrador.

Unos gritos y lamentos dentro del bosque y sobre todo el aroma a sangre fresca atrajeron el interés del príncipe vampiro que seguía merodeando el territorio del rey lobo, debía mantener su parte del trato "procurar que Charlotte este a salvo"

Como ya ha entrado en su mente sabe que la humana es impulsiva por lo que calculó que no debe descuidarse y es mejor estar prevenido si quiere la ayuda de Karim para obtener el trono en su reino, no le convenía que la humana del alfa lobo muriera, la necesitaba viva entreteniendo al lobo y haciéndola su punto débil y era mejor ayudar a mantenerla a salvo.

—¡Maldita Charlotte!, juro que mi fantasma va a volver y te hará pagar el mal que le has hecho a mi familia—, gritaba Shacia que había entrado al bosque con planes de suicidarse, puesto que tiene claro que regresar a su casa e ir a un lugar de libertinaje donde se refugian las mujeres rechazadas no eran opciones.

Ninguna de las opciones era aceptable para ella, puesto que le estaba evitando a su padre asesinarla por honor, y de paso le ahorraría ser señalado por la sociedad.

Ella aún tenía la ropa de dormir y una sábana blanca con la cual tiene planes de ahorcarse. Un ligero viento helado que calaba sus huesos pareció susurrarle todas sus fallas para terminar de este modo.

—No es mi culpa— quiso convencerse a sí misma y los futuros gritos de su padre retumbaron en su cabeza, los imaginaba tal cual «¡Me desobedeciste! ¡Humillaste a nuestra familia con tus caprichos de mujer débil!»

Movió con rapidez la cabeza sacando aquellas imaginaciones de ella para no quedar loca antes de lograr su cometido.

—¿Quieres morir? — escuchó una voz que la detuvo de buscar una rama fuerte para colocar el lazo.

—Si, —gritó con lágrimas en los ojos.

—Mientes, quieres que alguien venga a salvarte— ella miró para los lados, desorientada, con mirada borrosa.

—¡No es así! —voceo frustrada con voz trémula por motivo al llanto, y aunque no lo deje ver; también al miedo que ahora forma parte de los miles de emociones negativas que la agobian.

—Sé que nadie vendrá por mí, — aseguró dejando ver su tristeza y desdicha— no tengo a quien importarle, — ahora su voz sonó quebrada y por primera vez sintió el frío de la soledad en su alma.

—¡Quiero morir! — Afirmó sin una pizca de duda y en respuesta unas carcajadas resonaron en el lugar haciendo eco.

—Espero que no te arrepientas y si lo haces tampoco me importa. Me encanta que las personas como tú pidan morir, razón por la que te ayudaré con ese lindo y sabroso detalle.

La sábana que Shacia tenía en sus manos cayó al suelo y su cuerpo quedó suspendido en el aire. En ese momento el terror la hizo su presa, mientras Ardat clavaba sin tacto algunos; sus colmillos en la yugular, desgarrando esa arteria directa del corazón para que la sangre saliera con más presión. Succionaba disfrutando del terror que sentía Shacia y saboreo como en un momento ella se aferró a la vida y empujaba para salvarse; no obstante, ya era tarde para el arrepentimiento, puesto que, él no tenía planes de dejarla vivir.

Ella así lo había pedido.

Él gimió excitado por el placer que le causa el sabor cúprico de la sangre en su paladar, en cambio, ella convulsionó entre sus brazos.

Su cuerpo estaba quedando seco y su corazón necesitaba más sangre para realizar la función de bombeo, pero, aun así, no la soltó, hasta que el sonido de sus latidos, que a él le parecía una melodía hermosa, se detuvo y el agrio sabor que toma la sangre de un cadáver, le supo rancio, entonces, así la soltó. Dejando que ese cuerpo pálido y con muy poca porción de sangre colisionara contra la tierra al caer de esa altura.

—Hermosa obra de arte. — Manifestó emocionado aún con sus colmillos en el exterior, deleitándose con el cuerpo de la chica y rió tras pensar en el dolor de cabeza que esa muerte traerá al rey de los lobos.

—Le daré yo mismo la noticia, debo ver su cara, será épico, primera vez que me alimento y aún después de hacerlo me causa felicidad—volvió a hablar solo.

Levantó la cabeza y cerró los ojos retrayendo sus colmillos que quedaron un poco visibles, dándole un toque sensual a sus labios.

Karim aún seguía en la cama, quería disfrutar de la posibilidad de dormir, pero para eso necesitaba de Charlotte, quien estaba renuente a volver a acostarse, de modo que se levantó, quedándose en ropa interior y caminó hasta la terraza donde estaba ella abrazándose a sí misma por el frío que estaba sintiendo, tras no poner nada que abrigue su cuerpo.

Él la vio tiritar escuchando sus lamentaciones de frío y negó con la cabeza por lo terca que es esa mujer, de modo que le abrazó transmitiendo el calor que genera su cuerpo.

—Charlotte ven a adentro— pidió él y un estornudo fue lo que salió de ella.

—Odio el invierno— expresó sin dejar de mirar al jardín, desde ese punto puede ver el extenso bosque, pero también el hermoso jardín que rodea la casa.

—¿Por el frío? —susurró él en su oído de manera burlona mientras acariciaba sus manos en busca de calentarlas.

—Si, le hace daño a las flores—, ella tocó sus brazos y fue entonces en ese momento que salió de su ensoñación y se dio cuenta de que él estaba en bóxer.

—Por todos los santos, ¿acaso el frío no te afecta? — lo miró con ojos agrandados, haciendo una "O" de asombro con los labios— y por demás estás tan caliente como un pan salido del horno.

Karim se quedó lelo, supuso que decirle que el frío ni el calor le afecta sería como darle otra pieza para su rompecabezas casi armado, incluso se lamentó no haber puesto algo sobre su cuerpo, ya que por momentos olvida detalles que lo dejan ver distinto.

—Sí que tengo frío—, empezó a tocarse a sí mismo los brazos y ella rió graciosa, pues no le convenció su repentina mentira.

#Alfa necesito de tu presencia# le habló Mohamed por la conexión mental.

#Ya el hedor a putrefacción me ha dañado la mañana# respondió a medida que pasaba una mano por su rostro para que Charlotte no viera sus ojos cambiar mientras utilizaba el link.

—Debo trabajar, ven adentro te puedes enfermar.

—Ahora te interesa mi salud y cuando me pusiste debajo del agua fría no— respondió renuente, pero él llevaba prisa, así que volvió al aposento donde se puso ropa.

Narra Karim.

Es bastante conflictivo cuando estás partido entre lo que realmente desea tu corazón y las reglas, por momentos quisiera que Charlotte descubriera lo que soy, y tal vez todo fuera mucho más fácil para mí, pero sé que eso conlleva riesgos para ella. Consecuencias que no podré evitar si algún otro sobrenatural que no sea este malicioso vampiro que ahora no quiere salir de mi territorio descubre, nuestro mundo tiene leyes que yo mismo he implantado.

Pero conociendo el carácter y la manera de pensar de mi esposa, lo mejor es que no le prohíba buscar o indagar, mientras más empeño me ve en distraer sus intereses, más descubre que soy y con eso me arriesgo a que sepa para qué fue traída a mí.

—No me agrada tu presencia por más trato que tengamos— masculle al vampiro que estaba muy recostado de la pared fuera de mi casa.

—Somos dos, me molesta tu olor perro, vine a darte la buena noticia de que eres viudo, acabo de cumplir un deseo de una humana—, abrí los ojos y olfateé sintiendo en él la esencia de Shacia.

—Maldita sanguijuela, sabes que no debes asesinar a los humanos de forma descuidada— le exigí furioso con voz de alfa, queriendo desgarrar le la garganta, no por dolor a perder a Shacia sino porque planeaba que fuera su familia que se hiciera cargo.

—Lástima, no cumplo órdenes, —chasqueo la lengua y sé que se regocija de mi sulfuración, lo hace con el propósito de joderme la vida, pues la rata sabe que no me puede enfrentar, pero si sacarme de quicio—, además pedí una recompensa por dejar viva a tu juguete.

—¿Te aplaudo? — indagué sin poder controlar mi rabia; sin embargo, no iniciaría una pelea, mi tiempo es demasiado valioso, — desaparece antes de que te arranque los mugrientos colmillos y haga con ellos un collar—, no tuve que decirlo dos veces.

Junto a mi beta fuimos por el cuerpo trasladándolo a la casa donde en su recámara llenamos la tina de agua, pero primero con el uso de mi magia eliminé la marca de los colmillos en su cuello, y creamos un corte en su muñeca con una navaja, simulando que había sido ella quien acabó con su propia vida y como el agua se veía demasiado limpia por la falta de sangre en su cuerpo.

—Eso es un gran problema— espetó Mohamed mirando el descuadre en nuestra escena, y de manera impulsiva y poco pensada levantó su brazo con el propósito de morderse para dejar caer al agua parte de su sangre, pero lo detuve antes de lograrlo.

—No hagas tal tontería, conoces a los humanos y sus averiguaciones, si dudan harán pruebas, sabes que a su padre le encanta el dinero y con tal de obtenerlo es capaz de abrir una investigación para querer chantajearme—, él me miró con la interrogante.

— Sal bruja intrusa— le ordené a Moira, quien estaba camuflándose para ver todo lo que yo estaba haciendo— es momento de que uses tu magia en algo, debes crear un hechizo de confusión, — ella se dejó ver y Mohamed mostró impresión, ya que él no la sintió, pero yo si la pude ver.

—Estos jueguitos me hacen sentir patética, si mi pueblo me viera creando hechizos de confusiones me perdería todo respeto, esto lo hace un brujo sin iniciación— refunfuño antes de decir unos versos en un dialecto antiguo: lengua de los primeros hechiceros.

Una hora más tarde, luego que todos se levantaron, pedí a Farzana ir por Shacia para ser llevada a su casa; sin embargo, ya la loba sabía el plan, por lo que emitió un grito de horror y no perdí tiempo en llamar a su familia.

—¡Monstruo vil y cobarde! ¡Sobre ti recaerán todas mis maldiciones! ¡Que las muertes de mi hija, esposa y nuera sirvan para purgar todos tus pecados!

Se atrevió a gritarme Rafig el padre de Shacia en el momento que vio el cuerpo de su hija, y lloró desconsolado. Era la primera vez que este hombre demostraba tener sentimientos por su hija, antes en él solo se olía la ambición, le importaba sacrificarla por más riqueza.

—Si eso es lo que usted considera, le pediré darle sepultura, no me siento de ánimos en hacerlo y más con una esposa imprudente que se atrevió a faltarme quitándose la vida dentro de mi propia casa.

—Esto no se quedará así Karim, recuerda que desde hoy nuestros lazos se rompieron—, me amenazó abiertamente este humano, y hay que admirar el valor que tiene.

—No midas fuerzas, viejo, caerás en tu propio error— le sentencié sin decir más de lo debido.

—La guerra está declarada, tu poder no me intimida Karim Rashid.

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