Secretos de Lobos. romance Capítulo 51

                                    Narra Karim. 

Veo que Nazia está asustada, le cuesta asimilar todo lo que le hemos dicho sobre nosotros, pero, lo que me agrada es que la humana es de fiar, pues no corrió a contarle a Charlotte como creíamos, sino que está cumpliendo con el pedido de Adub.

Toda mi vida pensé que al contarle nuestros secretos a un humano o bueno, a un hechicero sin iniciación, que no sabía que existían otros seres más que los humanos y por supuesto nunca imaginó que su sangre corriera la magia.

Pero retiro lo dicho y mi feo pensar, si se puede creer en algunos, puesto que no todos buscan beneficios o tienen ambición en sus almas.

—Moira…, — llamé a la bruja que iba subiendo la escalera.

—Oh alfa, es raro que usted me solicite— dijo con dramatismo, algo normal en ella.

—Necesito que me digas que has visto en el futuro de Charlotte—, ella sonrió y empezó a bajar la escalera con calma, deslizando su mano por la barandilla de la escalera.

—Ese es el dilema querido Karim que tu humana no tiene futuro, y está de más que te cuente cuál es el significado de una persona sin futuro—, odio escuchar que Charlotte va a morir, me niego a aceptar que perderé una vez más.

—Calla Moira, no dejaré que eso suceda nunca y lo sabes— le dije con voz tosca, aunque ella no tiene culpa por lo que me sucede.

—Si me dijeras en qué te beneficia la humana y dejarás de tenerme aquí de puro adorno, te pudiera ayudar—, me cuesta confiar y Zilo no está de acuerdo con que le cuente a esta bruja.

—Ya que quieres ayudar, empieza por hacer el ritual de iniciación de hechicera que te ha pedido mi delta— le pedí evadiendo su interés.

—Para hacer ese ritual ella debe venir al aquelarre.

—Pues vayan, que esperas o quieres alguna paga—, tras decirle estas últimas palabras sarcásticas, pasé de ella subiendo al segundo nivel.

Mis pies tomaban el camino hacia el aposento de Charlotte, ni siquiera quería ir a encerrarme a mi recámara como antes, que pagaba por estar en soledad, ahora odio la idea de estar un segundo sin ella, esa rebelde se ha vuelto parte de mí.

La encontré leyendo un libro, se ve hermosa, así concentrada, y me parece que hoy ha sido un día que Charlotte no ha hecho una de sus travesuras.

—Dulce tormento, dime que debo hacer para que no estés tan molesta— pregunte calmado, acercándome a su lado, ella está sentada en una orilla de la cama y me coloqué a su espalda haciendo que quedase entre mis piernas y ella volteó a mirarme.

—Ser menos frío, a veces creo que no sientes nada por nadie y me aterra pensar que lo que te gusta de mí es el sexo que tenemos.

—Charlotte, no soy tan nefasto como me pintas, una cosa es no tener sentimientos por nadie y otra es, no demostrarlas—, quería decirle miles de cosas, pero me mordí los labios para no seguir.

—Promete que desde hoy vas a reconocer tus emociones y sentimientos, no solo dejaras ver a este hombre tan duro—, quite el libro de sus manos poniéndolo a un lado de la cama y ella al parecer me comprendió por qué se giró subiéndose a mi regazo.

—Lo intentaré al menos contigo—, sonrió y nuestras miradas se encontraron.

—Karim Rashid es una promesa—su pelo suelto creó un velo entre nuestras caras, arropándonos a ambos.

—Es una promesa, mi dulce tormento—, sus ojos brillaron y nuestras miradas empezaron una sincronía, la mía de su boca a sus ojos y la suya hacía el mismo recorrido, el aire se volvió denso entre nosotros. Pasé mi lengua por sus labios, jugaba con los roces que le causaba.

—Hueles demasiado bien—le susurré perdido en el éxtasis, sintiendo como mis labios le daban mimos a los suyos, mientras mis manos no paraban de explorar su cuerpo y un jadeo de sus labios me hizo sentir ganas de dejar de pelear con mi propio instinto.

—Eres la única persona que me tranquiliza y me hace ser paciente. — Pasé mi dedo pulgar por sus labios, mientras no dejaba de ver sus ojos.

—Sabes, no me acostumbro a que seas tan amable, cariñoso y sobre todo hablador— me explico fingiendo estar ofendida, tal vez estaba siendo rudo y se sentía maltratada por mi manera, y si ella supiera que tenía miedo de sentir esto que siento; enamorarme y saber que mi felicidad podrá escaparse de las manos como polvo en el aire.

—¿Me tratabas mal por gusto? — no evitó cuestionarme y es que sé cómo funciona esta pequeña y loca cabecita.

—Tenía miedo de quererte como lo hago, Charlotte, odio sentir, a veces los sentimientos duelen—, al menos con esto no le omitiría nada.

—Lo dices por el retrato que tienes en tu aposento, recuerdo que me dijiste que yo no la podría reemplazar en tu corazón—, me reclamó y pude oler su molestia, no recuerdo haber dicho algo parecido, pero no lo dudo, sufría demasiado antes de encontrar a mi dulce tormento y luego que vi todo lo que podía cambiar ella en mi mundo sufría aún más por qué no quería cambios y luchar contra quererla y no tenerla fue la batalla más épica que he tenido en mis años de existencia.

—Fui un tonto—, ella se echó a reír aplaudiendo como niña pequeña.

—Me fascina que lo reconozcas, eres un gran imbécil Karim Rashid.

Solté un gruñido, no me acostumbro a que me quieran decir tales palabras y aceptarlas así nada más.

—Charlotte…, — ¡por todos los mundos!, esta mujer no se calla lo que piensa.

Nuevamente, me besó tomándome por sorpresa y no dude en saborear su boca y lamerle el mentón.

— Ahora eres parte de mi pueblo y mi familia.

—Pero era tu esposa, qué más familia que eso— esas palabras me hicieron sentir culpable de repente, sonando en mi cabeza las palabras de Charlotte y sintiéndome un monstruo y con menos ganas de utilizarla como me pide mi gente.

«Y si dejándola ir, ella puede vivir»

«Tal vez estoy siendo tan egoísta que solo veo por mis propios deseos»

«Si se queda a mi lado, la estaré obligando a morir, por obtener lo que quiero»

# ¿Qué tanto piensas humano?, dejarla ir ya no es posible, igual correríamos el riesgo de que la asesinen# me interrumpió Zilo emitiendo un gruñido que Charlotte parece haberlo escuchado, ya que alzó ambas cejas.

                                       Narra Charlotte. 

Me cuesta mucho asimilar y sobre todo creer que este es el hombre que se muestra frío, tanto que por momentos quisiera estrangularlo, pero, aunque me dice todas estas palabras bonitas veo cómo piensa detenidamente cada cosa que dirá como con temor a equivocarse, a decir algo que me haga seguir dándome cuenta de que mi esposo es un total desconocido; sin embargo, aunque hoy he estado de bajón por la tristeza que me causa la pérdida de una persona joven y llena de vida como Shacia, mi deseo de descubrir que esconde este hombre que me llena de besos y palabras dulces que me hacen palpitar el corazón más rápido de lo normal.

«Ese gemelo me podría decir quiénes son los Rashid y que esconden con tanto recelo»

Quizás decir que amo a Karim, es mucho, se ama cuando se conoce, pero no puedo negar, que me atrae hasta el punto de desearlo con locura, de querer entregarme a él en cada momento.

—¿De qué te lamentas, esposo? — le pregunté luego de notar su silencio.

—Si te tengo a mi lado no tendría por qué lamentarme— susurró sellando esas palabras con un beso.

—Karim, ¿acaso me amas?

—Te quiero—, algo dentro de mí se desarmó como si mi interior fuera de cristal, pero claro, como voy a pretender que me ama, si hasta hace poco yo le puse límites, y él es un arrogante que ama su posición y estatus, ¿cómo tendrá espacio para mí?

A mí me gustaría que él pudiera expresarlo, que pudiera mirarme a los ojos y decirme sencillamente «Te amo».

Mi alma se muere un poquito cuando pienso en cuál será mi futuro, aunque simplemente solo cuesta aceptar.  Confío en que todo cambiará entre nosotros y sé que llegará el día en que me ame y yo lo haga, quizás para ese momento dejaré de sentir esta angustia que recientemente se ha despertado en mí.

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