Secretos de Lobos. romance Capítulo 63

Narrador.

Nazia no podía estar más angustiada, no se acostumbraba a andar descubierta, pero le gustaba, y solo era la fuerza de la costumbre lo que la mantenía nerviosa, la  brisa era fría y batía su cabello que luce suelto como nunca pudo llevarlo antes: su ropa era un vestido muy ancho, abajo llevaba un short sport y sostén deportivo, ya que Adub le había advertido que quizás debía ir más cómoda, esperaba de todo corazón no necesitar quitarse el ancho vestido.

Moira miró a Shacia de arriba abajo, que parecía una ratoncita con ganas de escapar, temblando con labios apretados, queriendo simular ser fuerte, pero naturalmente no podía y su confusión también era notoria.

—Quítate ese vestido querida— le pidió con mucho cariño y a pesar de ser una bruja malhumorada y arrogante, sintió que Nazia necesitaba que le hablara con dulzura.

—¿Es del todo necesario? —indagó y Moira se echó a reír.

—Claro, que es necesario, olvidaba que no tienes ni idea de nada de esto, —Moira la miró impaciente—. Quítatelo Nazia, si no morirás de frío empapada, el agua es el conductor universal.

Nazia suspiró y se quitó el vestido, su cintura pequeña y muy definida, su trasero respingón y muslos anchos le hacían ver un cuerpo con forma de reloj de arena bastante hermoso, que  no se adivinaba bajo toda esa ropa. Adub se sintió muy complacido y tragó grueso, pues, aunque no fuera tan agraciada, él la quería, pero ahora se sentía con más ganas aún de marcarla y contento con librarla de esa norma que la acostumbró a esconderse.

—Niña, lo haces bien escondiéndote, eres muy bonita— expresó Moira que se quedó de boca abierta con tan lindo cuerpo digno de ser envidiado.

Nazia no estaba acostumbrada al halago, y después de un minuto recordó agradecerlo, cuando ya no tenía sentido, ni Moira lo esperaba, ya que estaba concentrada y en la tierra marcó la forma de una estrella de cuatro puntas.

—Acuéstate en medio— le ordenó y ella así lo hizo, en cada punta colocó la representación de un elemento, una tinaja con agua, una vela encendida, un envase con tierra y un caracol que al recibir el fuerte viento emitía un silbido.

—Los cuatro elementos de la madre naturaleza representados para la portadora del don de la naturaleza, eres y serás guardiana de los poderes que nos regala la naturaleza. ¿Faltarás a este tu deber encomendado? —preguntó Moira aun asombrada, puesto que se suponía que ella no sería capaz de crear magia, y solo obtendría el beneficio de la inmortalidad.

—No… —respondió Nazia, muy nerviosa, sin tener idea de nada y que representaba tal poder.

—¿Asumes, entonces, la inmortalidad jurando proteger el secreto y a todos los seres merecedores de la magia de la naturaleza?

—Sí…— respondió titubeante, más que por creerlo, fue por saber que debía dar una respuesta contundente si deseaba vivir toda una eternidad al lado de su nuevo esposo.

Moira se agachó y tocó su frente.

—Que la madre naturaleza te guíe y te proporcione el don que puedas manejar con provecho.

Moira se apartó y empujó a Abdul que estaba muy cerca, en la vela el mechero encendido se volvió un incendio, mientras llovía de manera torrencial y una bruma de arena del desierto hizo un remolino elevando a Nazia, pero manteniendola dentro de la estrella, finalmente un rayo iluminó el cielo y cayó sobre el cuerpo de Nazia.

—No…— gritó Adub al ver aquello y trató de correr a ella, pero Moira lo detuvo.

—Un rayo le dio de lleno, Moira, ¡¿no me digas que esto es normal?!—le gritó soltando gruñidos exigentes de su lobo que estaba a punto de una transición.

—Nunca lo había visto, pero debes esperar —le voseó Moira para hacerse escuchar en medio de la lluvia torrencial y brisa fría, entonces todo paró, tal como vino y Nazia volvió a estar acostada sobre la tierra, tenía los ojos cerrados y líneas eléctricas aún viajaban en ella.

—Nazia, mi amor, dime, ¿por favor que estás bien?

Ella apenas abrió los ojos.

—Estoy muy cansada —musitó con ojos adormilados.

—Debes marcarla lobo, fusiona tu magia a la suya, ya quiero ver qué les pasa en cuanto queden conectados —comentó Moira admirada por lo que acaba de presenciar.

—Pero es que ella está muy débil.

—Lo está porque te necesita, es mucho poder para una mestiza como ella, adelante, hazlo.

Adub se sentó junto a ella y la cargó en su regazo.

—Te haré mi marca, mi amor, si puedes, muérdeme también con todas tus fuerzas, si no puedes, no importa, luego completamos la marca.

—Pero yo no tengo colmillos de loba —susurró Nazia y hasta eso le cuesta, pero quiere verse graciosa para que Adub no se preocupe—, mírame, casi desnuda y en tu regazo, qué desfachatez.

Adub se echó a reír, pero una lágrima cayó por su mejilla y su lobo gimoteaba.

—Hazlo, es ahora o la perderás —lo animó Moira.

Adub dejó salir sus colmillos y mordió entre cuello y hombro a Nazia, y  ella emitió apenas un quejido, pero al instante se escucharon truenos y relámpagos. Los ojos de Nazia se volvieron de electricidad y un rayo entró en su cuerpo mientras ella dejaba un beso en el lugar que Adub debía ser marcado; ella no era loba, pero dejó la forma de un rayo, como una quemadura, él gritó y al separarse ella colocó sus manos y la quemadura quedó cicatrizada, dejando la forma zigzagueante de un rayo, el lobo de Adub se hizo presente lleno de gozo y Nazia se subió encima de él y lo siguiente que ocurrió dejó atónita a Moira y Adub muy emocionado a la vez de sorprendido.

Nazia elevó las manos y atrajo un rayo que entró por su cuerpo y electrificó al lobo, pero no le hacía daño, el don de Nazia era defensivo y en combinación con Adub que era un Delta real guerrero, ella le daba un poder electrificante, estaba seguro de que a quien atacara podía darle una descarga de una centella.

—¡Por la diosa! —murmuró Moira sintiendo orgullo de haber sido ella quien le dio iniciación a tal hechicera, puesto que cuando inicias a alguien eres como su creador, ya que la emoción se siente como traer al mundo a un hijo.

«Si esto pudo hacer una ratoncita mestiza con su lobo, que no podré hacer yo si me uno a Karim»

Fueron los pensamientos de una Moira como siempre codiciosa.

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