Secretos de Lobos. romance Capítulo 65

Narrador. 

En el momento que los labios de Adub se unieron a los de Nazia ella sintió que le estaban dando a probar por primera vez de un manjar divino y aunque no sabe besar se dejó guiar por él, quien comprendía que es el primer beso de su mate, pero igual lo estaba prendiendo más que una experta, pues la corriente que circulaba a través de sus labios y se expandía por ambos cuerpos era alucinante.

Él seguía a su espalda tras su espalda, brindándole caricias en su vientre, mientras que con una mano agarraba su cabeza tratando de voltearla lo más que podía y bebiendo de su boca como un sediento después de pasar 1000 días en un desierto sin agua.

Con suavidad, manteniendo la mano donde ella se la puso, empezó a frotar   el clítoris con mucho acierto, creando en ella un placer totalmente desconocido y cerraba los ojos, queriendo reprimir todo lo que sentía tanto su cuerpo como su ser; alejando cada pensamiento negativo para poder entregarse a este momento sin nada que la perturbe.

Nazia engurruñaba los dedos de los pies y mordía con fuerza sus labios para no gritar por el placer obtenido. Con cada toque o cada vez que Adub le subía a la intensidad destrozaba un poco más la resistencia de Nazia. Pasando con suavidad y mucha delicadeza, sus dedos por esos labios húmedos, encontrando la entrada de la vagina de su hechicera inundada por los flujos expulsados.

Haciéndose la boca agua al querer lamer esa zona, entonces para poder controlar sus impulsos empezó a besarla sin tapujos mientras sus manos subían y bajaba por su cuerpo y sus lenguas se unían una y otra vez a medida que su pene entre sus glúteos y se dedicaba a empujar para restregarse contra ellos.

— Quiero ser tierno, pero estoy tan desesperado, llevo tanto tiempo esperando este momento, tantos años deseando encontrarte mi vida—dijo con voz ronca exponiendo su deseo. Y explicando despacio su desesperación al tocar la de la manera en que lo hace.

Y de ella solo salía gemidos y balbuceos incoherentes, de modo que él le dio la vuelta y besó cada parte de su cuerpo sin dejar un espacio con el cual marcar con sus labios, hasta que la hizo ver las estrellas cuando con su boca le mostró lo que significa tener un orgasmo. Nazia estaba fascinada, quería más de eso, pero sobre todo ansiaba sentirlo, lo quería dentro, aunque no sabía cómo se sentiría, pero sé imaginó que sería más placentero que su boca.

Adub abrió bien las piernas de Nazia colocándose en medio de ellas y con una mano sostuvo su miembro pasando la cabeza por esos pliegues que estaban muy mojados tanto de su saliva como de los flujos a causa del clímax que ella había obtenido. Con el glande de su pene le daba pequeños masajes y ella se doblaba queriendo más que solo roces.

—Ya te quiero recibir—, esa petición a él lo calentó mucho más y su logo ronroneo dentro de su pecho causando una vibración y poco a poco Adub cumplió con el pedido de su mujer. Empezando a entrar lentamente en ella, siendo muy cuidadoso y sintiendo como su pene iba creando un camino, teniendo que apretar los dientes para no terminar por correrse antes de entrar en ella por lo apretada que estaba.

—Lo hago bien, ¿Te duele? — preguntó él cuando se detuvo ya con la mitad de su miembro dentro de la cavidad vaginal de ella y acarició su cabello mirándola fijo a la cara, la cual también acarició con las puntas de sus dedos y esperaba una respuesta negativa o ver una lágrima en sus ojos, pero lo que veía era la ansiedad detenerlo completamente dentro.

—Si, lo haces demasiado bien. No me estás lastimando, por lo tanto, no duele mucho, solo arde un poco y siento cómo se abre mi intimidad, pero a la vez es placentero—,  le dijo ella tratando de explicarle todo lo que estaba sintiendo en ese momento y cuando terminó por decirle Ella misma se removió en busca de que entrara más, ayudándolo, pero no se movió con la brusquedad que ella quiso para terminar de una vez, sino que empezó un vaivén sutil, bastante lento, entrando poco a poco en ella de una manera tan suave que Nazia no sintió cuando su himen desapareció por completo.

Adub que en su pasado había estado dentro de algunas hembras, nunca sintió tanto como ahora que creía morir de lo bien que se encontraba y el placer era tan único que no tenía forma de explicarlo porque era como si se encontrará en su sitio favorito, en un lugar solo para él, qué se ajustaba a su medida y sus cuerpos encajaban como dos piezas únicas.

—Te amo— le confesó ella mirándolo a los ojos de lobo, dejándose llevar por ese orgasmo que primero creó un calambre intenso en su nuca y fue bajando;  quemándole el pecho y explotando en su vientre como un volcán de lava caliente que lo atrapó a él y lo conllevó a explotar junto a ella, a la vez que volvía a morder el lugar de su marca para impregnarse en su hechicera, haciéndola vibrar, reír de emoción y llorar a la vez de pura felicidad, entonces en el lugar que antes solo había marca de colmillos se formó un lobo, aunque, no muy grande tenía ojos luminosos con un rayo saliendo de él, muy parecido a la marca de él que era solo un pequeño rayo.

—Yo también te amo y eres totalmente mía— dijo lamiendo ese lugar y ella sintió cómo su cuerpo volvió a sacudirse debajo de él.

Por otro lado, en el palacio del alfa aún seguían despiertos, escuchando como Moira maravillada, contaba cómo fue la transformación de Nazia al dejar salir su parte hechicera y Karim se asombró.

—¿No han dicho ustedes mismo que los humanos que son mestizos no tienen magia? — preguntó Karim, y Charlotte no estaba muy contenta con la presencia de Moira allí, de modo que no se alejaba de Karim y claro, él tampoco la soltaba.

—Pues, aunque ella no es poderosa, fue impresionante, su poder en sí no lástima, pero es extraordinario. — Explicó cómo quién habla de los logros de un hijo.

Charlotte se levantó y se paró frente a Moira con porte autoritario. —Ya que nos has contado sobre Nazia y te lo agradezco mucho, ahora quiero preguntarte, ¿Qué buscas aquí? — inquirió sin una pizca de amabilidad, estando de brazos cruzados y con el semblante endurecido, — digo, por qué ya no veo que se te necesita o me dirás qué has venido a presumir de tu logro con Nazia.

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