Narrador.
En el momento que los labios de Adub se unieron a los de Nazia ella sintió que le estaban dando a probar por primera vez de un manjar divino y aunque no sabe besar se dejó guiar por él, quien comprendía que es el primer beso de su mate, pero igual lo estaba prendiendo más que una experta, pues la corriente que circulaba a través de sus labios y se expandía por ambos cuerpos era alucinante.
Él seguía a su espalda tras su espalda, brindándole caricias en su vientre, mientras que con una mano agarraba su cabeza tratando de voltearla lo más que podía y bebiendo de su boca como un sediento después de pasar 1000 días en un desierto sin agua.
Con suavidad, manteniendo la mano donde ella se la puso, empezó a frotar el clítoris con mucho acierto, creando en ella un placer totalmente desconocido y cerraba los ojos, queriendo reprimir todo lo que sentía tanto su cuerpo como su ser; alejando cada pensamiento negativo para poder entregarse a este momento sin nada que la perturbe.
Nazia engurruñaba los dedos de los pies y mordía con fuerza sus labios para no gritar por el placer obtenido. Con cada toque o cada vez que Adub le subía a la intensidad destrozaba un poco más la resistencia de Nazia. Pasando con suavidad y mucha delicadeza, sus dedos por esos labios húmedos, encontrando la entrada de la vagina de su hechicera inundada por los flujos expulsados.
Haciéndose la boca agua al querer lamer esa zona, entonces para poder controlar sus impulsos empezó a besarla sin tapujos mientras sus manos subían y bajaba por su cuerpo y sus lenguas se unían una y otra vez a medida que su pene entre sus glúteos y se dedicaba a empujar para restregarse contra ellos.
— Quiero ser tierno, pero estoy tan desesperado, llevo tanto tiempo esperando este momento, tantos años deseando encontrarte mi vida—dijo con voz ronca exponiendo su deseo. Y explicando despacio su desesperación al tocar la de la manera en que lo hace.
Y de ella solo salía gemidos y balbuceos incoherentes, de modo que él le dio la vuelta y besó cada parte de su cuerpo sin dejar un espacio con el cual marcar con sus labios, hasta que la hizo ver las estrellas cuando con su boca le mostró lo que significa tener un orgasmo. Nazia estaba fascinada, quería más de eso, pero sobre todo ansiaba sentirlo, lo quería dentro, aunque no sabía cómo se sentiría, pero sé imaginó que sería más placentero que su boca.
Adub abrió bien las piernas de Nazia colocándose en medio de ellas y con una mano sostuvo su miembro pasando la cabeza por esos pliegues que estaban muy mojados tanto de su saliva como de los flujos a causa del clímax que ella había obtenido. Con el glande de su pene le daba pequeños masajes y ella se doblaba queriendo más que solo roces.
Por otro lado, en el palacio del alfa aún seguían despiertos, escuchando como Moira maravillada, contaba cómo fue la transformación de Nazia al dejar salir su parte hechicera y Karim se asombró.
—¿No han dicho ustedes mismo que los humanos que son mestizos no tienen magia? — preguntó Karim, y Charlotte no estaba muy contenta con la presencia de Moira allí, de modo que no se alejaba de Karim y claro, él tampoco la soltaba.
—Pues, aunque ella no es poderosa, fue impresionante, su poder en sí no lástima, pero es extraordinario. — Explicó cómo quién habla de los logros de un hijo.
Charlotte se levantó y se paró frente a Moira con porte autoritario. —Ya que nos has contado sobre Nazia y te lo agradezco mucho, ahora quiero preguntarte, ¿Qué buscas aquí? — inquirió sin una pizca de amabilidad, estando de brazos cruzados y con el semblante endurecido, — digo, por qué ya no veo que se te necesita o me dirás qué has venido a presumir de tu logro con Nazia.
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