Secretos de Lobos. romance Capítulo 72

Narrador.

Giraron la cabeza hacia la puerta que se abría, y un hombre que entró gritando esas palabras con burla evidente, iba vestido de traje; como los dos guardias que trabajaban allí, pero a Fátima algo no le cuadraba, y frunció el ceño.

A ese  hombre no lo había visto nunca, pero sobre todo le molesto la manera en la que él entró sin pedir permiso, y justo por la puerta principal de la casa.

—¿Usted quién es?— indagó y Kasul que se quedó aterrado cuando vio al rey demonio justo delante de él, le pidió:

—Fátima, ¿sabes qué?, aceptaré ese té, también trae para el señor— ella no dijo nada, quería mostrarse muy obediente ante su esposo para que él la llevara consigo, y asintió sin decir nada más.

—Esta es tu manera de estar en guerra con tu hermano, aprovechando tu parecido para fornicar con una mujer que parece no importarle, no aceptaré distracciones. No has hecho nada bien desde que te traje al inframundo, solo eres un lobo patético que vivirá a la sombra de Karim, tomando lo que para él es basura, si no quieres que yo mismo venga a asesinarla, lo harás tú en cuanto termine de jugar a la casita, te voy a permitir cogerla antes de matarla, pero en cuanto termine el numerito desapareces esta distracción de tu vida— le amenazó dejando ver sus ojos de demonio que no mienten y Kasul sintió como su pulso se aceleraba, sabía que los minutos de Fátima estaban contados y lo mejor es que lo hiciera él porque sino en las manos de ese demonio esa mujer que se ha mostrado tan linda con él tendrá una muerte cruel y demasiado dolorosa.

—Puedo alejarme y no volver— pidió como último ruego.

—¿Desde cuándo eres benévolo?, te he visto asesinar personas con tus propias garras y no lo piensas ni un segundo, ¿te has enamorado?, ¡qué sentimental!—, el ser malicioso lo retó con la mirada negra que hacía temblar a cualquiera, — mejor la voy a matar ahora si al lobo le falta valor.

Kasul negó con rapidez, — yo lo haré, pero déjame divertirme primero, te aseguro que antes de irme completaré tu pedido—, le prometió y el demonio como apareció desapareció.

Adub que llego solo a la puerta de dicha casa ocultando su aroma, sintió el asqueroso olor a azufre que se impregnaba en el aire, y se quedó pasmado.

#Es el rey demonio# dijo perplejo a su lobo. Encontrando tan extraña esa situación, ya que no le veía sentido a su presencia en ese lugar.

#Sientes,  también el hermano del alfa, está aquí, no podemos enfrentarlos, solo# le hizo saber el lobo que tiene la percepción más desarrollada, ahora que tienen más poder.

#Alfa debe venir a la casa, Fátima está en peligro, pero sobre todo podrá matar de una buena vez al rey demonio# anuncio a Karim abriendo el link entre ambos.

#Bien, no te mueva de ahí, pero no te dejes ver por ninguno y si es de dejarlos ir, no los enfrente, ya lo voy a asesinar, así deba buscar la manera de entrar al inframundo# le aconsejó muy firme.

Justo como su alfa le ordenó, vio al rey demonio marcharse y no intento nada, sino que se escondió de su visión.

(...)

—He tardado mucho, pero están aquí los tés — dijo ella entrando con una pequeña bandeja y si la dejó intrigada la llegada de ese hombre más perpleja la dejó no encontrarlo.

—Él se ha ido, pero dijo que gracias de todos modos, — mintió con el fin de calmarla, mientras la veía pensando: que era una lástima que la primera mujer y sobre todo humana que captaba su atención como nunca antes alguien lo ha logrado, ahora deba morir por sus propias manos.

—Bueno— ella sonrió, —al menos fue más educado al dejar ese mensaje que al entrar sin tu permiso, esposo. Estaba ruborizada y preciosa, y él asintió con el corazón latiéndole como loco.

—¿Te apetece uno? — propuso ella nerviosa, sintiendo el calor de su mirada.

— Qué tal si dejas eso en la mesa y vienes a servirme como mujer, eso si me apetece— se tocó la lengua con los caninos, esperaba no transformarse en la cama, nunca le había pasado, pero su lobo estaba inquieto como nunca antes había estado, — ven vamos a sentarnos en el sofá—, ella sintió sus rodillas temblar y aunque el primer encuentro no fue agradable se dijo a sí misma que es lo que una buena esposa debe hacer con su esposo, aunque no sea de su agrado.

Tomó un té y se sentaron juntos, ella bebía y miraba para otro lado, lo que le indicó que estaba ansiosa. Kasul le quitó el vaso de la mano y lo dejó en una mesa que había junto al sofá, y se giró hacia ella inhalando profundamente, ahora extrañamente le encantaba cómo olía.

Ella se volvió hacia él haciendo un esfuerzo por mantenerle la mirada. Seguía ruborizada, pero era valiente luego de lo rudo que había sido la vez anterior. Kasul le cogió su mano derecha, que estaba helada, y la calentó entre las suyas, la acercó a su boca y besó el pulso que latía en el interior de la muñeca. Ella suspiró delicadamente; él la miró de nuevo y sonrió, e hizo lo mismo con la otra mano.

—Levántate, por favor— ella lo    hizo— la colocó entre sus piernas

—¿No deberíamos ir a la habitación? — él sonrió, sonaba temerosa a que            alguien pudiera verlo y el chasqueo la lengua.

—No hasta que estés más cómoda conmigo, ven, siéntate sobre mí— palmeó su muslo para que ella se sentara, luego levantó las piernas de ella y terminó de sentarla en el regazo. Con ella, abrazada a su cuerpo, se acomodó en el sofá.

—Fátima, estamos casados y podemos disfrutar, donde queramos. — Ella lo miró con incertidumbre, Karim no era así y últimamente parece muy distinto y él cuando notó que ella lo analizaba demasiado recordó que Charlotte lo descubrió a la primera  y volvió a decir: —¿Quieres que  me marche?

—No…., es solo que estoy nerviosa.

Él  intentaba calmarla acariciando su espalda, con movimientos lentos, comenzó a quitarle las horquillas del moño y las fue dejando en la mesa tranquilamente.

—No me dejarás sola de nuevo, ¿verdad?

—No— ella se fue relajando con sus caricias. El fuego que sentía en el vientre se fue calmando hasta transformarse en una pulsación ardiente constante, a la espera de que alguien la alimentara, — ya nunca más estarás sola— le aseguró.

—Gracias, esposo—,  Fátima ya tenía el pelo suelto, lo llevaba largo hasta los hombros; y Kasul lo acarició, y  las guedejas se envolvían alrededor de sus dedos como si tuvieran vida propia. Masajeó la parte de su cabeza donde había estado su moño sabiendo, por su experiencia, que le dolería, ella soltó un gemido de placer y él no creía poder aguantar mucho más.

—Ahora vamos a tu habitación.

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