Secretos de Lobos. romance Capítulo 8

                                                     Narra Charlotte.

La mujer de nariz larga me dejó en una habitación muy hermosa, la verdad es que me gustan los lugares bonitos y este aposento lo es, así que me dediqué a contemplar el espacio en el que viviré a medida que me quitaba el velo de la cabeza, destapando mi rostro y al fin pude respirar con normalidad, no estoy acostumbrada a esto y ya no pienso volver a utilizarlo. 

Mirando por la ventana recordé que dentro de mi nueva vida ya no estará mi madre y aunque hace apenas unos minutos que dejé de verla ya la extraño.

—Mamita, como lo haré sin ti a mi lado, no sabía que estás personas fueran tan diferentes, con razón me pediste pensarlo mejor— dije hablándole al aire, sé que esto es decisión propia; sin embargo, cuesta aceptarlo, estoy dejando atrás una vida completa, llena de libertad para adaptarme a cumplir los caprichos de un hombre con el ego más grande que el Titanic.

Di un pequeño salto de impresión cuando escuché el sonido de la puerta.

—Es que aquí no saben tocar, también es tradición no respetar la privacidad de los demás— dije a la mujer rubia que abrió la puerta, quien me miraba con apatía.

Ella frunció los labios, — americana, una mujer poco digna de ser la cuarta esposa de Karim Rashid—, su voz demasiado fina me pareció desagradable.

—Me dices o me lo preguntas, claro que no merezco ser la cuarta esposa de Karim, merecía ser la esposa de alguien mejor—, solté con desprecio y ella pareció pasmada, sus ojos casi se le salen de las cuencas.

No dejaba de cerrar la boca hasta que volvió a decir: —eres una mujer desobediente e incontrolable que no sabe lo que es respetar a su marido, y también una loca que no sabe que Karim es el hombre más codiciado de este lugar, si supieras todas las familias que hubieran matado por casar a sus hijas con él, no hablarías de ese modo de nuestro esposo.

—Nuestro, es mucho decir, no me interesa, te lo puedes quedar para ti solita, ese egocéntrico dejó de interesarme. — Me eché a reír burlona, — me avisas si una de esa familia quiere mi lugar, estoy dispuesta a cederlo—, ella me miraba con el rostro desencajado.

—No sabes las tonterías que dices.

—Y a todas estás, ¿a qué rayos has venido a mi aposento?, para una próxima vez, que espero que no la haya, por favor tocas y espera a que yo te permita entrar— le reclamé molesta.

—A mí una cuarta esposa no me da órdenes, puedo andar en esta casa como me dé la regalada gana, porque soy la primera esposa; la señora de Rashid y vine a decirte cuáles son las reglas de este lugar: primero quiero que sepas que mi autoridad aquí es la ley, todo lo que se hace aquí lo decido yo, los primeros 3 días de la semana son míos para compartirlos con mi señor esposo, luego le toca a Fátima los siguientes 2 y a Nazia por ser la tercera compartirá los dos suyos dejándote el domingo, así que mientras no llegue tu turno no te pases de lista en querer seducirlo porque te la verás con nosotras, americana—, parecía un anunciante de baratillo.

—¿Terminaste o aún te falta algo más? — pregunté irónica, fingiendo un gran bostezo como modo de dejarle saber que me importa un comino lo que tenga ella para decirme, pero mucho más sus estúpidas reglas, sin embargo, tal parece que está cucaracha blanca no sabe leer las expresiones corporales, puesto que siguió.

—Pero sobre todo debes respetarme porque pareces no saber eso.

—Si, yo siempre respeto a mis mayores, eso será lo único que cumpliré de todo lo que me has pedido, y no porque me lo pidas tú, sino por lo vieja que eres tía, — dije sarcástica y ella se puso tan roja que parecía al punto de estallar, la vi con intenciones de empezar a parlotear, así que empecé a quitarme el vestido de tela tan caliente que llevo puesto.

—¿¡Qué haces mujer inculta!?, — preguntó en una exclamación exageradamente dramática cómo si nunca hubiera visto a otra mujer desnuda.

—Estoy pelando patatas o acaso eres ciega que preguntas lo evidente, retrasada—, dio la vuelta con el fin de salir así que antes de que lo hiciera le dije:— la palabra inculta le queda grande a una mujer insípida como tú que vive para servirle a un machista por creerse el sexo fuerte—, no podía tragarme eso porque aborrezco las mujeres que crean hombre como Karim, sí, digo crean, porque si no le dieran tanta importancia fuera menos arrogante, mira como pelean por una noche a su lado donde es labor de ambos buscarse mutuamente como pareja, pero yo lo enseñaré a ver el valor de una dama, estadounidense. 

Sumergida en mis pensamientos, pensando en la manera de buscar un entrenamiento para no volverme loca como parecen estarlo esas mujeres; entre al cuarto de baño precioso digno de una reina, elaborado en granito y grietas de mármol.

Después de poner la bañera a llenarse con agua tibia me senté en un taburete a esperar, y no tuve que hacerlo por mucho tiempo, ya que se llenó bastante rápido.

Solté un suspiro de agrado cuando pude sumergir mi cuerpo dentro del agua a la cual agregué aceites aromáticos, y con la esponja de ducha que empacó mi mamá, restregué mi cuerpo mientras de mis ojos brotaron varias lágrimas más, y quién me viera diría que tengo mamitis aguda.

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