Narrador.
Un estrepitoso gruñido salió de él cuándo se tronó el cuello y dio un solo tope en el piso con el báculo, inmovilizando por completo a todos.
—Que…, no puedes usar magia en mi territorio, no violes los protocolos rey lobo— gritó el vampiro con desesperación cuando vio que también no podía moverse de su lugar.
—No soy de cumplir normas, y tu territorio posee una magia tan ridícula que puede ser canalizada por cualquiera—. Karim negó con la cabeza
—Lástima que no los voy a asesinar a todos, solo quiero destronar a su rey, tras terminar de hablar se aproximó a él y le quitó la corona de la cabeza; la enganchó en un gancho que contiene su báculo en la parte de arriba donde tiene el espirar.
—Podría simplemente paralizar a tu especie para siempre, pero no soy así de malo, me gusta tener competencia porque la vida será sumamente aburrida, si no tengo nada de qué preocuparme, — con esa calma que hablaba colocó una mano sobre el lado izquierdo del pecho del rey vampiro, enterrándola despacio a medida que miraba sus ojos llenos de terror.
—No lo hagas por favor.
—Muere con la grandeza de un rey, no te rebaje a llorar, se ve deprimente— ya cuando dijo eso, Karim tenía empuñado ese órgano que no late como normalmente laten los corazones, sino que cada cierto minuto suelta un leve latido apenas perceptible y tiró de él con fuerza antes de ver cómo el hombre enfrente suyo empezó a arder en una llama azul hasta que no quedó nada más que cenizas.
—Felicidades a todos, ya tienen un nuevo rey, pero pido que nunca olviden lo que vieron aquí, porque no dudaré en volver a poner orden de ser necesario—, con eso último fue hacia Ardat que no había podido salir y puso la corona sobre su cabeza.
—Hazlo bien— él planeó sus hombros.
—¿Te irás?, — preguntó Ardat atónito, puesto que ahora debían hacer el ritual, para poder ser el rey de su especie, y con Karim allí sabía que ese ritual sería fácil que todos lo hagan sin rechistar.
—Es momento de que pruebes a tus hermanos, porque debes ser el rey y no uno de ellos— Ardat quedó sin palabras, Karim le había dado lo que le pidió, pero dejó a cinco vampiros que lo miraban con resentimiento.
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Llenándole la espalda de besos estaba Adub a su hechicera cuando le hizo saber que está ansioso por estar en su época de celos para poder tener un hijo con ella, ya que a diferencia de las demás, ella no es humana y por demás también es su pareja, así que mediante su época de reproducción es que pueden concebir con certeza a un cachorro.
—No quiero ser madre ahora—, él detuvo abruptamente sus besos y caricias, esa negativa le cayó como un balde de agua helada.
—Amor, pero no morirás, no deberías tener miedo— le calmó suponiendo que esa debe ser la razón.
—Lo sé, es que cuando me llegue el momento de ser madre quiero disfrutar de mi embarazo al máximo. Y salir embarazada, justo ahora que Fátima y Charlotte están pasando por esas situaciones tan feas, me parece que es injusto para ellas, al menos quiero esperar que pase todo, y que se encuentre una solución. No tengo el valor de presumirles que yo si veré a mis hijos crecer y que ellas no. — Adub dejó de besar su espalda y subió completamente hasta abrazarla y sus labios calientes recorrieron el fino cuello de su hembra con besos desesperados.
—Cada día más te amo, no sé qué tanto se puede amar, pero ya mi corazón está a punto de explotar de lo tanto que lo hace por ti.
—¿En serio no estás molesto? — inquirió ella con voz suave.
—Cómo poder estarlo, si eres la mejor mujer que he tenido la dicha de conocer y agradezco a la diosa luna por haberte traído a mí—, ella soltó un suspiro de alivio y sonrió emocionada al escuchar tan hermosas palabras, y aunque sabía que él podría entrar en celo en cualquier momento ya había hablado con Rocío quien le indicó ir con el doctor de la manada, para que le pase unos anticonceptivos que funcionan en lobas. Es como probar suerte, pero está decidida.
— ¿Qué haré sin ti? — volvió a susurrar él sin alejar los labios de su cuello y unas ganas intensas de morderla, instaron a que sus colmillos salieran haciéndole doler las encías, apretó ligeramente la mandíbula rasgando un poco la piel, pero detuvo con tiempo esa locura y no logro marcarla. Después de controlarse pasó la lengua saboreando una minúscula gota de sangre y su lobo peleaba por salir, fue como un detonante que le produjo una lucha más intensa.
—Mmm…, esto no…, estoy muy enojada—, no evitó gemir ella, negando con la cabeza a sentir de ese modo, puesto que lo que buscaba era hacerle creer que es indiferente, pero fue demasiado, para ella.
Charlotte logro obtener un orgasmo majestuoso en el cual su feminidad expulso líquido abundante — que acabo de perderme, ¡joder has eyaculado! — le dijo dándole con rapidez la vuelta y se agachó, al mismo tiempo que ella intentó huir, aunque sabía que era inútil quiso irse.
Él apretó sus nalgas con ambas manos y empezó a succionar sobre su vagina sin poder abrirla como quería, era incómoda la posición y su gran tamaño tampoco era que ayudaba, pero con su lengua trataba de recorrer todo, y conforme fue pasando el tiempo ella no podía resistir mucho por lo que instintivamente se fue acomodando, dándole más posibilidad de comerle de ese modo mientras estrangulaba su propio labio inferior con los dientes y sus manos cubrían su rostro. No sabía si sentirse avergonzada o muy enfadada consigo misma, ya que está furiosa, pero no puede simplemente dejar de sentir delectación.
Otra vez una oleada de placer hizo estremecer su cuerpo y sin pensarlo, se aferró esta vez a su cabello, tirando de ellos con mucha fuerza mientras su anatomía se doblaba, echaba su cuello hacia atrás, y al mismo tiempo cerraba los ojos.
Karim sintió como Charlotte se aflojó y se levantó volviendo a ponerla de espalda a él y ella se recostó aún con los ojos cerrados y ni siquiera cuando él la penetró sin aviso los abrió, estaba tan lista para el que no percibió mucho dolor. Solo el acostumbrado por el tamaño de la hombría de su alfa, pero ese ya se había vuelto una parte importante de sus encuentros y como siempre se sintió sumamente llena. No tuvo fuerza para gritar, pero si lo suficiente para gemir y jadear ante semejante invasión.
—Estás hecha para mí— Le hizo saber cuándo comenzó un vaivén lento, entrando y saliendo de ella, haciendo que acogiera su ritmo, a pesar de casi tener los pies en el aire. La sostenía de las caderas cuando sus embestidas se volvieron fuertes, haciéndola temblar, a medida que lo escuchaba gemir y gruñir al mismo tiempo, olvidándose de donde estaban en ese momento y que el sol empezaba a hacer su aparición en el horizonte, un nuevo amanecer se abría paso al mismo que los dos se venían ansiando besar sus labios, pero ella no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer y él no quería desaprovechar un solo instante de su momento a su lado.
—No dejo de estar enfadada contigo, esto no cambia nada— le aseguro Charlotte después de haber recuperado el aliento y él sonrió abrazándola, y luego la cargó de manera nupcial, llevándola de vuelta a la cama donde adoró su cuerpo una vez más, dejándola completamente agotada y unos toques en la puerta lo hicieron dejar de contemplarla para encontrar a Moira con una tasa en la mano con aquel brebaje que le había dicho a Kasul.
—Mira, si quieres puedes darle un sorbo no la va a lastimar, esta vez te doy mi palabra—afirmó Moira a la vez que le pasaba la taza y Karim bajo su mirada clavándola en el líquido.
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