Secretos de Lobos. romance Capítulo 85

                                      Narrador.

Los días pasaban y Charlotte con su naturaleza rebelde no dejaba de enfrentar a los antiguos; ver a esos lobos rabiar se había convertido en su pasatiempo favorito, era como la distracción a su mente para no pensar todo el tiempo en que podrá morir y en qué quizás confía demasiado en la vida como para que le dé una segunda oportunidad.

En cambio, los tres lobos en ocasiones fingían molestarse, ya que les estaba gustando el temperamento de la humana de su alfa e incluso la enfrentaban para verla actuar como una loba sería capaz, sin miedo, aun sabiendo que podría perder la batalla no daba un paso atrás y por esa razón les estaba simpatizando tanto que ya la consideraban su luna.

—Si ella no tuviera que morir, la especie sería mucho más fuerte, nuestro alfa ya no tiene una luna—  le dijo uno de ellos a los dos lobos que pensaban justamente igual.

—Sería bueno, pero no hay posibilidad y lo saben.

Esos tres lobos antiguos, que nada ni nadie les agradaba, estaban valorando la fortaleza de esa humana que por no parecía tener miedo a la muerte y se atrevía a llevarle la contraria a su rey.

Mientras que Karim estaba desesperado, por más que intentaba acercarse a Charlotte, ella lo rechazaba y eso le dolía mucho, aunque usaba su poder para tranquilizarla, sabía que no era lo mismo, ya que en sí su aroma la obligaba y veía como el tiempo se iba acortando.

—Estás creciendo rápido mi amor, parece que llevas prisas por conocerme, te cuento un secreto: tan bien muero por ver tus ojitos, quisiera arrullarte entre mis brazos mientras te lleno de besos y me embriago de tu aroma — musitaba Charlotte al mismo tiempo que tocaba su vientre ya abultado, al principio sí le preocupó que su vientre fuera tomando ese tamaño tan rápido, le alteró suponer que había algo malo con su embarazo, pero como siempre Rocío le calmó tras contarle que un embarazo de un bebé lobo dura cinco meses, de modo que estaba aún más ansiosa y aunque no creía en la poción mágica de la bruja traicionera que siempre la miraba al acecho Kasul afirmaba que si funcionaría y por momento se permitía creer que había la posibilidad de seguir viviendo para ver a su bebé crecer, pero, luego se desanimaba.

Ahora estaba prácticamente desnuda, mirándose frente al espejo, tratando de vivir al máximo su experiencia materna, — creeré en mí, en lo que siento y no en lo que esa bruja me haya dado, tengo la certeza de que te veré crecer, ya seas chico o chica, podré correr a tu lado, jugaremos a dispararnos burbujas, te enseñaré a tocar el violín, compraré uno para tocarlo para ti siempre que quieras, y conocerás a mi mejor amiga ella te enseñará a disparar flechas. Amarás a tu tía Sam, y a tu abuela Marín, quién te va a consentir muchísimo— las lágrimas brotaron de sus ojos y Karim que la observaba en silencio, también sintió tristeza. Duele saber que en poco tiempo la perderá, pero más le duele ver la gran ilusión que ella conserva, como se mira día tras día; como ríe y habla acariciando su vientre.

—Charlotte, cariño—. Él intentó ponerle una mano sobre el vientre y ella se apartó con rapidez como si el tacto de su alfa le hiciera arder la piel, pero no era así; lo añoraba más que nunca.

Sin embargo, su enojó con Karim creció más y más conforme pasaba el tiempo. Mientras él ansiaba besarla hasta perderse en ella, y abrazarla hasta que sus cuerpos se fundieran el uno con el otro, pero Charlotte lo repele cada día con más intensidad.

—No tienes derecho a tocar mi vientre, no olvides que, si la bruja hubiera podido con tu encargo, mi hijo habría muerto ese día — le reprochó con voz fría y mirándolo con rencor.

— Charlotte, qué debo hacer para que dejes de odiarme, no quiero perder el poco tiempo que nos queda juntos en esta guerra sin sentido—ella lo miró sintiendo más enfado.

—¡¿Sin sentido?! — preguntó irónica— para ti no tiene sentido el haber intentado dañar la vida de tu propio hijo y querer utilizarme como a tu marioneta cada vez que te da la gana, soltando tu aroma de macho alfa para poder doblegarme en vez de pedirme perdón desde un principio, pero claro es más fácil para el supremo dominante que todo tiene que tenerlo bajo control, soltar sus feromonas y hacerme de él su títere. Aunque disfruto de lo que me haces sentir, no olvides que cada vez que suelta tus feromonas para calmarme me obligas hacer algo que no quiero, y eso solo te suma dentro de mi corazón más dolor— él apretó los puños y bajo la cabeza odiando escuchar esas palabras por parte de ella, la mujer por la que sufre día y noche.

—¿No crees que estás siendo muy injusta conmigo?, Te parece poco el castigo que me has dado con tu indiferencia, piensas que igual no sé qué al doblegarte usando mis glándulas aromáticas te estoy obligando a estar calmada y me duele más hacerlo cuando en estos momentos deberíamos estar aprovechando cada minuto de vida que te queda a mi lado— dijo él con ojos brillosos intentando no llorar.

—No me parece justo que hayas hecho lo que hiciste y ni siquiera he podido castigarte.

—La actitud que tú has tenido conmigo duele más que recibir miles de latigazos—,  le hizo saber y ella alzó una ceja.

—Si de verdad quieres obtener mi perdón por haber sido un patán, déjame castigarte para sentirme conforme.

—Cómo…,— dijo el atónito, sin comprender a su loca esposa.

—Bien, solo debes acompañarme a tu sótano y me dejarás encerrarte en la jaula de plata que me ha mencionado Kasul, justo donde lo has encerrado a él y solo cuando yo decida liberarte, dejaré de ser tan fría contigo, juro que disfrutaremos todos estos días juntos. Un castigo muy simple para un alfa—, le propuso una Charlotte llena de malicia, pero él, como tiene prohibido por ella misma oler sus emociones, no lo pudo percibir.

Aunque le pareció infantil el pedido de Charlotte, Karim decidió llevarla al sótano, suponiendo que ella lo encerraría por muy poco tiempo, ya que, según su criterio, ella no aguantaría más de 4 horas en ir por él.

—Entra y dame las llaves — pidió con tono demandante.

—Esto es infantil — no evitó decir Karim entrando a la jaula de barrotes de plata—. Charlotte estarás exponiendo a la manada al peligro si me encierras aquí.

— No comencemos con el chantaje, que esa es una de las cosas que más aborrezco de ti, tú y yo sabemos que esa jaula no te detendría si te lo propones, lo que sí lo hará es esperar a que sea yo quien decida cuándo saldrás de aquí, ya sabes solo yo puedo decirte cuándo salir, si quieres mi perdón, no salgas sin mi autorización — le sentenció, y luego tomó la llave haciéndola girar en círculos en su dedo mientras salía del sótano dejando a Karim muy confiado al suponer que será fácil esperar a que Charlotte se canse de ese juego y vuelva por él.

—A ver cuánto vas a tardar en venir por mí — sonrió suponiendo que ese desafío es algo sencillo y estaba entusiasmado con poder cumplir con el capricho de su mujer.

«Ella no soportará verme aquí por mucho tiempo» pensó emocionado por pasar ese mal momento entre ambos, solo pedía al cielo que nadie se diera cuenta de aquella locura y como bien dijo, él podía salir de allí, aunque la plata le quema mucho, como a todo lobo cuenta con el poder de hacer añico esa jaula que ahora representa su castigo porque si sale antes de que Charlotte vaya a sacarlo sabe que se molestará más y está cansado de verla enojada incluso de oler sus emociones negativas.

— Vamos a ver, señor dominante, cuánto tiempo soportarás encerrado— murmuró ella casi para sí misma cuando salió, sabiendo que, si hablaba de manera audible, él podría escuchar sus intenciones, por lo que se mantuvo en silencio yendo a su dormitorio para no verse tentada a explicarle a Rocío o a Nazia su estrategia.

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