Secretos de Lobos. romance Capítulo 87

                                        Narrador.

En el momento que Charlotte y las demás vieron a Zilo creyeron que Karim ya había salido por su cuenta sin esperar a que Charlotte decidiera que era el momento justo.

—Normal en ti Karim, siempre actúas como te da la gana, sin importarte una mierda lo que yo piense o quiera, ¿y sabe cuál es mi desilusión?, que lo supuse, te dejé encerrado sin ir a ti por qué tenía seguro que tu autoridad y tu arrogancia de macho te hacen ser este patán que eres— reclamó Charlotte señalando al lobo con pura rabia. Nazia, Rocío y Fátima salieron dejando a la pareja que resolvieran sus asuntos en privado.

Karim no podía creer que Charlotte tuviera esa percepción de él, y se pasó la mano por la cabeza, mientras se dejaba caer en la pequeña cama que tiene dentro de la jaula, pudiendo ver a través de los ojos de su lobo a su dulce tormento.

# Dile que sigo aquí# rogó a su lobo, quien al igual que él siente algo que le arde dentro de su pecho.

#No olvides que no puedo comunicarme con ella# respondió el lobo antes de acercarse a Charlotte y lamer su rostro, mientras ella se mostraba enojada con el lobo al seguir suponiendo que esa estrategia de dejar a Zilo para calmarla no le va a funcionar a Karim.

—Zilo mi dolor es con tu humano, sabes que a ti te amo—, pasó la mano por su morro y le explicó cada una de estas palabras sin dejar de brindarle mimos, cuando escuchó los lloriqueos del lobo, ya que ella lo ignoraba, entonces Zilo tiró de un extremo de su vestido haciéndola caminar.

—¡Calma chulo!, dañarás mi vestido, tus dientes son muy filosos — le decía ella tratando de sacar de su hocico el pedazo de tela, pero Zilo seguía y seguía, de modo que no se opuso más y siguió al lobo que la llevó al calabozo donde se quedó asombrada.

—¡¿Estás aquí??, olvidé que puedes dejarlo salir— manifestó con las manos colocadas en la boca.

—Parece que sigues creyéndome despreciable, solo deje salir a Zilo para que te hiciera compañía, lo siento, no sé cómo más pedir disculpas por mi modo de actuar, pero solo por un momento ponte en mi lugar, ¿qué harías si supieras que moriré pronto y te quedarás sin mí?

—No sé y me cuesta imaginarlo, moriría también tal vez— ella se echó a reír nerviosa de solo pensarlo y él sonrió y Zilo volvió a él como si lo absorbiera como un rayo de luz con tanta facilidad que hasta a él le parece genial.

—Pensé que no me amabas lo suficiente, pero ya veo que si lo haces— bromeó él haciendo por primera vez unos pucheros que lo dejaron ver tan tierno ante sus ojos.

—Creo que con ese gesto de osito tierno me has hecho perdonarte…, espera traeré la llave— pidió y antes de poder girarse él abrió la cerradura.

Ella se echó a reír a carcajadas, — claro cómo olvidar que esta prisión es nada para ti, pero…, — Charlotte se mostró pícara acercándose a él y lo hizo retroceder cuando puso un dedo sobre su pecho, deteniéndose cuando quedaron dentro y ella tiró de la puerta haciendo que se cerrara.

—Mi alfa, ahora somos compañeros de celda, ¿qué me harás?, No olvides que te he dejado tres días aquí— Karim se relamió los labios y estiró una mano con la cual la rodeó por la cintura y la atrajo hacia él.

—Soy vengativo esposa —, le guiñó un ojo y ella se mordió el labio inferior.

—¿Te han dicho que te ves sexi con barba? — él afirmó a sus palabras y ella dejó de reír gradualmente.

—¿Quién te lo ha dicho? — él olió los celos en ella, como rápido pasó de mostrarse coqueta a enfadada.

—¡¿Estás celosa?!— indago entrecerrando los ojos y ella quiso negar cuando él silenció sus labios con un beso, que la conllevó a jadear, dándole la posibilidad a introducir su lengua en su cavidad bucal, saboreando cada extremo de esa deliciosa boca e invitando su lengua a seguirle el ritmo, mientras apretaba su cuerpo sintiendo la pancita de su esposa interponerse, y cuando la soltó para que pudiera tomar aire le dijo: — me encanta saberte celosa, te deseo tanto.

Karim la contempló fijamente como si se tratara de su presa, y manteniendo sus bocas cerca, pero sin besarla la hizo dar varios pasos atrás, sosteniendo sus caderas, hasta que la parte trasera de sus rodillas chocaron contra la cama.

—¿Dime que me harás? —preguntaba fingiendo más inocencia de la que realmente posee, y que a él le encanta. Karim respiro aliviado, ya que estar de esa manera con su esposa es mucho mejor que saberla enojada en todo momento.

Dándole una voltereta la acomodó, de manera que su trasero quedaba expuesto a él, para besar cada cachete de nalga con dedicación antes de empezar a dejar lamidas, entre su hendidura, iniciando desde su vagina hasta culminar en la división de su trasero, y por momentos se detenía a succionar su exquisito clítoris, saboreando sus fluidos.

El embarazo tenía a Charlotte más perceptible que nunca, de modo que el placer obtenido era más intenso que cualquier otra de las veces que habían estado juntos y eso la conllevaba a gritar como posesa sin poder controlar las palabras incoherentes que salían de sus labios.

—Oh…, cómo odio que seas tan bueno en el sexo— gimió corriéndose con los movimientos de la lengua de Karim mientras que él creaba un sonido igual al que se emite cuando se disfruta de un rico manjar y no se detuvo hasta que la sintió desgonzarse perdiendo totalmente las fuerzas, entonces la volvió a acomodar acostándose una vez más a su espalda.

—Deja que recupere energía…, también quiero probarte — pidió con la respiración entrecortada.

— Estar aquí te afecta, mi dulce tormento— le explicó una vez más, sintiendo como el bebé dentro de ella se movía inquieto y aunque para Charlotte era difícil de percibir, para Karim que sus poderes se conectaban a los de su hijo sabe que no es muy buena idea seguir allí, pero saber que le estaba cumpliendo una fantasía a su tormento, lo hacía seguir con esa locura.

Casi se corre en el momento que el interior estrecho de su dulce tormento lo acogió, haciéndole gruñir agitadamente, y cuando la sintió adaptarse a él comenzó con un vaivén grácil. Mientras ella estiraba su mano para tocar su rostro y él le facilitaba más cuando se acercaba para lamerle el cuello. Sosteniendo su cabeza para poder besarla y subiéndole la intensidad a sus movimientos, terminaron al mismo tiempo llegando al clímax, ahogando sus gemidos y gruñidos entre sus bocas.

Ella quedó con menos fuerza y él terminó por pararse con rapidez, la vistió, y solo llegó a ponerse el pantalón, dejando todas las demás prendas tiradas en ese lugar.

—Dile a Efraín que venga ya— pidió a su delta que estaba junto al beta en la sala de descanso, dialogando sobre una nueva inversión.

Los dos se levantaron de resorte cuando vieron que su alfa cargaba entre sus brazos a Charlotte sumamente debilitada.

Por el link pidieron la asistencia del doctor de la manada.

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