Narrador.
Pensando en lo maravilloso que fue ver ese lugar estaba Charlotte con Kheira entre los brazos y decidió ir con Kasul, quien, seguido, la vio gruñó, mostrando sus colmillos y ella al estar sola con él en ese sótano, a pesar de la jaula y de saber que no había posibilidad de que él saliera de allí, sintió un poco de temor.
«¿Cómo es que Karim sí puede salir y él no?» se preguntó internamente mirando los barrotes de plata qué Kasul agarraba con intención de lastimarse.
—¡Vete, no quiero verte! — con un rugido, Kasul provocó que Charlotte temblara en su lugar.
Ver los ojos negros de Kasul hizo a Charlotte tragar todo el aire de golpe, puesto que cuando lo miraba era como si se perdiera en la oscuridad, sentía que dentro de él no había nada que buscar. Y cómo humana que nunca había visto algo igual o parecido, ya era mucho su valor al estar allí intentando rescatarlo.
—Mira te he traído a Kheira, ella ayudará a que toda la oscuridad que posee tu alma se salga— decía Charlotte con la esperanza de que por lo menos Kasul volteara a ver a su hija y ni siquiera de ese modo se dignó a mirar a la niña.
—¡¿Por qué ustedes parecen no tener sentimientos, son seres tan vacíos?!... Sí, he venido aquí hoy a pesar de no poder casi mente caminar, es porque quiero qué Kheira no quede sola en este mundo, sí llego a faltar, se lo prometí a Fátima y a diferencia de ti yo sí voy a cumplir con mis palabras—. Charlotte sentía tanta impotencia qué no pudo resistir las ganas de gritarle.
—¡Lárgate!, humana inservible, no necesito tu caridad. Si sabías bien que te ibas a morir, no tenías que aceptar quedarte con la niña—, Kasul estaba haciendo duro, y claramente lo sabía, lo hacía con el propósito de alejarla, ya que no quiere tener a esa criatura tan inocente a su lado sabiendo que si estás sola en el mundo es por su culpa.
—Charlotte…, te he dicho que no vengas aquí— le habló Karim a su espalda y la sacó de allí.
—¿Qué?, simplemente aceptarás que la oscuridad se adueñe de él, dile que aún tienen familiares vivos. Si no es por Kheira, que luche por ellos, él se ha rendido y necesita algo que lo anime a luchar— le pedí a Charlotte a Karim estando ya en la privacidad de su despacho, pues en ese lugar hay disipadores de sonido y Kasul no puede escuchar lo que se hable allí dentro.
—Te he mostrado a mi familia, pero el hecho de que Kasul no sepa sobre ellos es porque si lo hace será peor. Te aseguro que la oscuridad no solo acabará con él, sino el dolor— le explicaba y Charlotte lo observó con detenimiento. Aunque él no decía con palabras lo que estaba viviendo, ella, sin ser una loba, lo pudo percibir, era como si pudiera ver a través de su alma el dolor y el miedo.
De modo que viendo cómo él se acomodaba en su sillón, se paró del sofá en el que ella estaba sentada, caminó hacia él, bajó la cabeza observando los ojitos de Kheira antes de extender los brazos pasándola a su Alfa, quién aún no había cargado a la niña. Luego que Karim la cargó, ella se puso a su espalda y mientras tocaba sus hombros y cuello, empezó a decirle:
— El hecho de que puedas mover la tierra no quiere decir que tú tengas la capacidad de aceptar el peso de la misma sobre tus hombros, eso no lo puede hacer nadie porque tú no eres un Dios—, Karim entendió claramente que su esposa no le estaba reclamando por qué él se creía superior.
Karim ni siquiera emitió palabra alguna, solo siguió escuchando detenidamente mientras que las manos de su esposa, acariciaban su cuello y esas caricias lo hacían sentir tan relajado. De modo que agarró una de sus manos y dejó un suave beso sobre ella.
«Eres lo único que trae consuelo a mi alma desesperada, ¿cómo me haré sin ti a mi lado?» pensó a medida que olía su mano y la llenaba de besos.
—Ve, recupera a tu mitad, sé su hermano, y no su rey— en el momento que Charlotte le termino de aconsejar eso, él apareció en la jaula junto a su hermano, quien estaba sentado en su cama.
—¿Qué haces aquí supremo? — inquirió Kasul sin siquiera levantarse, y suponía que Karim estaba allí para reclamarle por la manera tan ruda en que le habló a Charlotte.
—Aquí delante de ti no está el supremo, sino tu hermano, sin secretos como dijiste, aunque es duro para mí dejaré que cargues con tu dolor, ya es hora—, Karim abrió la conexión totalmente de ambos, dejando que Kasul viera todo lo que ocultaba en su mente.
—No. Eso es mentira…, eso es imposible— él se puso de pie, y las lágrimas negras volvieron a manchar su rostro. Se acercó a Karim y lo tomó de la solapa de la camisa.
—Dime que eso es lo que quieres que vea, te pedí que no me guardes secretos, no que seas cruel conmigo—, le rugió sintiendo temor a aceptar esa verdad que vio en la cabeza de su gemelo.
—Esto es lo que he ocultado—, Karim le puso ambas manos abiertas en la cabeza, desbloqueando esos recuerdos que él se encargó de hacer que olvidara. Entonces Kasul cayó sobre sus rodillas.
—¡No…, no! ¡Por qué! — gritó con desconsuelo y veía como ante sus ojos pasaba el recuerdo de cómo su imprudencia fue la causa de las muertes de una parte de su familia y de muchos otros en la manada.
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