Un Vaquero Enamorado (COMPLETO) romance Capítulo 28

Su amigo se encamino hasta la casa, no quería ni imaginar el sermón de Grisell mas tarde. Pero Rodrigo tenía mucha razón, tomaría un avión y la iría a ver y así se quitaría esa frustración de una vez por todas. En cuanto la viera le diría todo lo que se había aguantado y regresaría como nuevo a casa y no volvería a pensar en ella.

Había pasado más de tres meses que Megan había regresado a Atlanta, el banco y la casa estaban en orden y su embarazo marchaba muy bien, aun no sabía que sexo era él bebe lo importante era que estaba sano, las náuseas habían cesado, su barriga aún no se le notaba pero igual se sentía muy emocionada. Llevaba días pensando en ir a visitar a su abuela, aprovechando que su vientre no era tan notorio, si la llegaba a descubrir diría que estaba saliendo con alguien y con eso debería de bastar.

− Señorita Blake, disculpe la molestia, afuera hay un caballero que dice que la conoce y que desea hablar con usted, su nombre es Jack Manson.

¡Oh por todos los cielos! Jack estaba en Atlanta ¿se habría enterado del bebe? tal vez Melisa le había dicho toda la verdad, pero ella le habría prometido que no se lo contaría a nadie.

− ¡Hágalo pasar! Por favor.

− En seguida, señorita.

Cuando Jack entro en su despacho su pulso se aceleró a mil por horas, estaba tan guapo ese día, su sola presencia llenaba su despacho, y con aquella vestimenta le cortaba la respiración a Megan. Los vaqueros que traían no le hacían justicia a sus musculosas piernas, ese día llevaba puesta la camisa que le ella le había regalado lo que le recordó cuando le había hecho el amor en su despacho. Solo pensarlo se sonrojo al instante, y temió que él pudiera leerle el pensamiento.

− Hola Megan.

− Hola Jack, que sorpresa me has dado.

− ¡Si ya veo! Tienes un bonito despacho.

− Gracias, está a la venta.

− ¿Por qué lo vendes? El seguía de pie frente de su escritorio con las manos dentro de sus vaqueros.

− Esta casa es muy grande para mi sola. Porque no te sientas.

− Así estoy bien gracias. He venido porque quiero saber porque te fuiste sin decirme una palabra.

Aquella pregunta en tono acusador sí que no se lo esperaba.

− ¿Debía despedirme, Jack?

− Estuviste conmigo esa noche antes de irte, hicimos el amor Megan, si te ibas a ir al siguiente día ¿Por qué demonios no me lo dijiste?

− No creí que eso te importara.

− Debiste decírmelo Megan sin importar que.

− ¿A eso has venido Jack? A reclamarme lo que paso hace tres meses ¿Por qué no has venido antes?

− No solo he venido por eso, también he venido a preguntarte porque no has ido a ver a tu abuela, ella no te lo dice pero se la pasa triste la mayor parte del día.

− Ya me organice con eso, la iré a ver en unas semanas. Le dolía saber que su abuela se la pasaba triste por su culpa.

− Pues bien por ella. Suspiro, a quien demonio quería engañar había ido tan lejos solo para decirle unas cuantas tonterías, hizo aquel viaje tan largo solo para volver a verla.

− ¿Qué más deseas Jack?

− ¡Te deseo a ti Megan!

Su corazón dejo de latir por unos segundos, le faltaba el aire para respirar y creía que podía desmayarse en cualquier segundo.

− ¿Qué? Pregunto ella con un hilo de voz. El rodeo el escritorio acercándose a ella la levanto de su sillón y la beso sin más nada que decir, había querido hacerlo desde el momento que había entrado en su despacho y más aún cuando la vio más linda que nunca e indefensa no lo ayudaba a no quitarle manos de encima.

Megan no se opuso al beso a pesar a pesar de sus discusiones siempre le respondía con mucha pasión y entrega. La sentó en su escritorio en su escritorio y se metió entre sus piernas, ese día llevaba puesto unos chores de tela de algodón muy sueltos y una blusa a juego. El la recostó en el escritorio haciendo a un lado todos los objetos que se encontraban allí.

− Megan como pusiste irte de mi lado. Le decía en su cuello entre besos y jadeos.

− ¡Tenía que hacerlo Jack! Fue todo lo que pudo decirle cuando este la acostó completamente tendida en el escritorio, aflojando el short y bajándolo junto con sus bragas de encaje rosa.

No espero más tiempo y se sentó en el sillón mientras la colocaba frente de el con las piernas en sus hombros hundiendo la cabeza entre sus muslos, le dio un beso largo y profundo en su centro íntimo, la tenía tomada por sus caderas para mantenerla quieta, la beso hasta el cansancio, de ese tipo de besos que ella jamás olvidara. Se levantó del sillón se quitó el saco y comenzó a desvestirse.

− ¿No entrara nadie cierto?

− Eso no me sirve Jack. Has perdido el tiempo viniendo hasta aquí.

− ¿Por qué quieres que esto sea tan complicado? Le reclamo.

− Porque si, porque así me gustan las cosas ¿entiendes? Si no te gusta mi forma de querer las cosas no me busques más y márchate. No pretendas que sea simplemente tu amante.

Le dijo seriamente, ya no se andaba con rodeos con ese hombre.

− ¡No tienes por qué verlo así Megan! Le dijo bajando la voz.

− ¡Ah no! ¿Y cómo sería? ¿Quieres que este viajando mensualmente a tu casa o tú vas a viajar hasta aquí?

− Megan para el rollo, primero vamos a vestirnos y sigamos hablando. Mientras estés desnuda no puedo pensar con claridad.

− ¡Por dios Jack! Tomo su ropa y se vistió rápidamente, mientras él hacía lo mismo. –No creo que tengamos mucho de qué hablar

− Yo creo que sí, ya te he dicho que me gustaría seguir viéndote.

− Y yo ya te dije, que en calidad de una simple amante no aceptare. Yo quiero más Jack, un hombre que quiera estar a mi lado apoyándome.

− No todos los comienzos son iguales Megan.

− Tu solo piensas es en tenerme en tu cama. ¿Qué hay de lo demás? Además crees que soy una idiota, que sé yo si ya no estás saliendo con alguien más.

− ¡Y tú podrías estar saliendo con alguien por aquí!

− Si tienes mucha razón podría, pero no es así.

− Y yo tampoco salgo con nadie, sino, no estuviera aquí.

Aquella discusión no conducía a ninguna parte, solo hacia un camino sin salida.

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