− Entonces no vamos a llegar a nada Jack.
− No puedo prometerte nada más por ahora Megan.
− Entonces ya hemos terminado esta conversación ¿No crees?
− Bien Megan Blake, hemos terminado esta conversación. Le dijo muy molesto.
Salió de su despacho hecho una furia mientras que ella se juraba que sería la última vez que se acostaría con él. Se derrumbó a llorar en su sillón con las manos en la cara lamentándose de que él no se diera cuenta de lo que ambos podían haber podido tener.
− Todo está listo Grisell, tranquila todo saldrá bien, le prepare una habitación de las de abajo no quiso la de arriba. Le comento Melisa.
− No importa no quiero que se incomode, debe de estar por llegar ya. Estoy muy ansiosa. Le dijo Grisell.
− Si yo también, han pasado cuatro meses desde que no la vemos.
− ¡Oh! Es la camioneta de Rodrigo, ¡vamos Melisa corre!
Ambas mujeres salieron disparadas a recibirlas con los brazos abiertos y grandes sonrisas en los labios.
− Megan mi niña, estas preciosa.
− Abuela te extrañe muchísimo, me hiciste tanta falta. Se abrazaron fuertemente empañadas en lágrimas. –Mel has cuidado bien de mi abuela gracias. Las amigas se abrazaron también, fue un recibimiento muy emotivo por parte de su familia.
− Bueno pasemos y bebamos algo.
Rodrigo bajo un pequeño bolso del coche y entro con ellas.
− ¿Dónde dejo el bolso? Tengo que ir a trabajar.
− Al lado de mi habitación cariño. Le dijo Melisa.
− ¿Y cuándo tiempo te quedaras niña?
− Unos cuatro días abuela, lo siento no me puedo quedar por más tiempo.
− ¡Es tan poco tiempo, han pasado cuatro meses y solo te quedaras cuatro días!
− Si abuela lo siento tengo muchas cosas que hacer en casa, vendí la casa de mis padres y estoy en plan de remodelar la otra casa que compre, también necesito vender muchas cosas de la casa anterior.
− ¿Cómo estas tu Megan? Le pregunto su amiga, mirando su vientre.
− Estoy bien melisa, todo está muy bien. Sabía muy bien porque preguntaba su amiga, pero de eso hablarían más tarde con ella. – ¿Y el dueño de esta casa?
− Bueno Jack está muy enfurruñado, hace un mes hizo un viaje de negocios y llego peor que antes, y cuando supo que vendrías se fue muy temprano en su coche y estas son horas que no ha regresado.
Así que había dicho que su viaje había sido por negocios, nadie sabía que había ido a verla. Eso confirmaba lo que ella creía, que no buscaba nada serio con ella, si no fuera así, hubiera comentado que iría Atlanta para verla. La decepcionaba profundamente saber que ella tenía razón sobre eso.
− Supongo que no quiere toparse conmigo e incomodarme.
− Creemos que sí. Dijeron ambas mujeres al unisonó.
− ¡Qué condescendiente!
− Es mejor así mi niña, su humor no es el mejor.
Hablaron por largo rato, pero a Megan le estaba afectando el viaje y con casi cinco meses de embarazo se agotaba fácilmente, había llevado vestidos sueltos para que no se notara su vientre. Aunque no estaba muy notable, pero si usaba ropa ajustada si corría el riesgo de notarse. En su habitación ya acostada su amiga Melisa entro sin tocar cerrando la puerta tras ella.
− ¿Y bien como está él bebe?
− Está bien. Le dijo riéndose. – ¿Quieres saber el sexo?
− Claro que quiero, que pregunta es esa.
− ¡Es varón!
− ¡Oh Megan que maravilloso, felicidades! Pero la próxima vez que vengas estarás más grande, ¿qué le dirás a la abuela?
− No creo que haya una próxima vez Mel, tengo casi cinco meses no poder hacer otro viaje.
− ¡Oh Megan! Grisell estará muy triste, por perderse el nacimiento de su bisnieto y por pasar tantos meses sin verte.
− Bueno tal vez ambas me hagan compañía para la semana del parto.
− ¡Claro también es una opción! – ¿Y qué hay de Jack?
− Bueno él no tiene por qué saber nada de esto.
− Megan se ha perdido casi cinco meses de su bebe.
− Ya hemos hablado de esto.
− Si bueno lo siento.
− Bueno ya que. Estoy aquí, así que vamos a meternos de una vez. ¿Estás muy segura que nadie viene por aquí?
− Segura. A esta hora, todos están trabajando, además quiero ver tu barriga.
Megan se sacó el vestido y se puso una blusa larga holgada que le llegaba por los muslos, se metieron en el agua y esta estaba perfecta. Se sentaron y comenzaron a charlar alegremente, hasta que Melisa se levantó de un respingo.
− Santo cielos Megan… Llevándose una mano a la frente.
− ¿Qué te ocurre?
− Tenía que entregarle lavadas y planchadas unas prendas de ropa a Jack, me dijo que las necesitaba para esta noche. ¡Oh Dios mío! Las he dejado remojando.
− ¡Oh MeL! pero bueno ve y adelántate. Yo se me el camino de regreso, si vas a mi paso no llegaras rápido.
− No puedo dejarte sola.
− No soy una niña Mel estaré bien, iré detrás de ti solo que más lento.
− De acuerdo, solo sigues el camino y ya.
Vio cómo su amiga se apresuraba por el camino de vuelta hasta el rancho, mientras que ella comenzaba a tomar su ropa para vestirse y emprender la marcha, las cosas habían cambiado mucho, Melisa tenía mucho trabajo ahora lo que le recordaba lo que le había dicho su amiga, Jack saldría esa noche lo más seguro es que tuviera una cita, los celos se arremolinaban en su interior al pensar que él le daría a otra mujer lo que tengo le negaba a ella.
− ¿Qué estás haciendo aquí sola? Ahora sí que estaba en serio problemas, ¿que estaba haciendo Jack allí? Al salir del agua la blusa se le pegaría al cuerpo y su embarazo se notaría.
− Ya me iba. Él estaba detrás de ella así que no podía verlo.
− No veo que tengas muchas ganas de salir.
− Ahora salgo, ¡cuando te vayas!
− No me iré de aquí dejándote sola.
− Melisa me dijo que no era peligroso, además estamos en tus tierras.
− Y no lo es, por aquí no pasa nadie sin que yo no esté enterado.
− Entonces no hace falta que te quedes.
− ¡Pero lo haré! Le dijo en tono arrogante.
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