Que podía hacer, afrontar ese asunto de una vez por todas. Sabía que no se movería de allí, con lo terco que era. Se armó de valor y se dispuso a ponerse en pie, se giró donde encontraba su toalla y lo ignoro totalmente. Le daba igual lo que pensara aunque estuviera muerta del miedo. El miro muy sorprendido su vientre muy poco abultado, efectivamente la blusa mojada se le había pegado al cuerpo dando a conocer su secreto, ella se cubrió con la toalla y espero el veredicto de Jack.
El silencio se hizo eterno entre ambos, y en los ojos de Jack se notaba una gran tristeza como de haber perdido algo muy valioso, ella se preguntó si seria capas de sospechar que él bebe fuera suyo.
− ¡He de irme ya!
− ¿Por qué no me lo habías dicho?
− Jack, este no es el momento.
− Cuando fui a verte ya estabas embarazada, y aun así hiciste el amor conmigo. ¿Cuándo llegaste aquí estabas embarazada?
Él pensaba que ya estaba embarazada desde mucho antes, por dios no se lo podía creer, lo miraba con los ojos como platos. ¿Es que creía que su bebe era de otro? ¿Qué clase de mujer creía que era? Si hubiera estado embarazada de otro tendría más de seis meses, según el médico y sus cuentas se había quedado embarazada la primera vez que había estado con Jack, recordó que ninguno había tomado ninguna precaución, de hecho ninguna de las veces que estuvieron usaron preservativo ¿En que estaba pensando?
− ¿Eso piensas Jack?
− ¡Creo que lo que yo piense te trae sin cuidado!
− Entonces piensa lo que te dé la gana. Se puso su vestido y se dispuso a caminar.
− ¿Cuándo te acostabas conmigo tenías otra relación en Atlanta?
− Porque tienes que ser tan grosero y tan idiota Jack. ¡Déjame en paz!
Recogió el resto de sus cosas como pudo y siguió caminando, el caballo de Jack estaba atado a un árbol pastando.
− Espera… ¿No piensas decirme nada más?
− ¿Qué quieres que te diga? Que estoy embarazada, que voy a tener un bebe ¿Eso es lo que quieres que te diga? ¿Qué eres un bruto?
− Quiero que me digas ¿Si hacías el amor conmigo mientras tenías a otro en Atlanta?
− ¡No tengo por qué decirte nada! Tu yo no tenemos ningún tipo de relación, bien claro me lo dejaste. Entonces no quiero que me reclames nada, además no tienes una cita esta noche, con qué derecho vienes a reclamarme nada a mí.
− ¡Una cita! Exclamo sorprendido, será que ella se refería a la reunión con los compradores de ganado que tenía esa noche en su despacho, ¿Cómo sabia eso? –Escucha Megan…
− ¡No! Escucha tú, no quiero que me digas nada más. Quiero que entiendas que estoy embarazada y esto no es asunto tuyo. Siguió caminando pero este fue rápido y la alcanzo.
− ¿Por qué no me lo dijiste?
− ¡Déjalo Jack sí!
− No lo hare, necesito saber.
− ¿Desde cuándo con un demonio? Le grito ella. –No te has molestado en verme estos días que he estado aquí y cuando fuiste a verme a Atlanta solo querías acostarte conmigo, no me vengas diciendo que te importa por qué no te lo dije, ese cuento no te lo voy creer. Se acabó Jack, estoy embarazada y nada más se puede hacer.
− ¿Te casaras con el papa del bebe? Pregunto frunciendo el ceño en espera de su respuesta.
Megan tardo varios minutos en responder una pregunta tan fácil, mientras lo tenía en una agonía interminable.
− ¡No!
Por muy loco y egoísta que pareciera le aliviaba saber que no iba a casarse con el padre de su hijo, pero entonces que sucedía allí, ¿ese desgraciado la había embarazado y la había abandonado?
El entro en la habitación sin siquiera esperar que Megan le diera el permiso, ella no tuvo más remedio que cerrar la puerta y se cruzó de brazos.
− Primero mi cita no se frustro, al contrario salió perfecta. Y segundo, a mí me pareces una hermosa mujer muy atractiva.
− ¡Si ya! Bueno si te salió bien ¿Qué demonios haces aquí? Como se atrevía hablar de su fabulosa cita delante de ella, los celos ya le habían quitado el poco sueño que le quedaba.
− Quería verte y hablar contigo.
− ¡Uh claro! ¿Acaso soy tu confidente o algo así?
− Hmm… Se encogió de hombros. –La hora me parece bien, nadie nos molestara.
Ella no se había fijado en cómo iba vestido, llevaba vaqueros que le quedaban como un guante, una camisa blanca y un saco gris, y por supuesto no podían faltar sus botas texanas. Estaba realmente guapo esa noche, no dudaba que su cita saliera perfecta porque aquel hombre olía a maravilla.
− En fin ¿Quieres algo? Porque a eso has venido no. Era mejor no mirarlo mucho, se quedó de pie junto a la puerta con los brazos cruzados.
− No vine porque quiera algo específico, solo quería verte, sé que te vas mañana.
− Así es, mañana en la tarde.
− ¿Cuándo volverás?
− No volveré Jack, ya no podré hacer más estos viajes, mi abuela y Melisa viajaran para el nacimiento de mí bebe y se quedaran conmigo unas semanas.
El la miraba en silencio, y eso comenzaba a incomodar a Megan. Porque no le decía de una vez lo que tenía atorado en la garganta.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un Vaquero Enamorado (COMPLETO)