Melissa.
Justo en este momento, es ella, con la que menos quiero hablar, y a pesar de mi ánimo, me las arreglo. Creo que todos hemos fingido en una llamada.
—¡Dafne! —digo con emoción fingida—. ¿A qué se debe la sorpresa?
Las risillas de la mujer al otro lado del auricular intentan sacarme de la cordura, pero, aun así, tomo una aspiración paciente mientras coloco mis dedos en la cien.
—Bueno, no quiero interrumpir, sé que eres una mujer ocupada…
¡Oh vaya! Que comprensiva.
—No, no me molestas para nada —miento.
—Perfecto, verás, Mell… —dice haciendo una pausa como tomando fuerza—. Me tomé el atrevimiento de arreglar una cena, sé lo mucho que significas para Luc, y me gustaría mucho que pudiéramos conversar y pasar un rato agradable antes de la fiesta de compromiso.
Una sensación comienza a gestarse en mi estómago; nervios, preocupación y algo de molestia.
—Ammm, Dafne, no creo que pueda, escucha, Erick llega hoy de viaje y no creo esté de ánimo para cenas, él llegará cansado y….
—¡No te preocupes!, ya todo está arreglado, ¿Crees que te llamaría para que resolvieras todo, con todo lo que tienes encima?
Su seguridad apabullante y su extrema felicidad me dejan enmudecida. ¿Qué quiso decir con que tiene todo planeado?
—Disculpa, Dafne, no logro entender a qué te refieres, es que he tenido un día muy estresante… ¿Qué quieres decir con que ya está todo arreglado?
—Bueno, arruinaré la sorpresa, pero… ¡Ya hablé con tu novio Erick!
¡¿Qué?!
La noticia es estremecedora al menos para mí, no sé si escuché bien, o el estrés que tengo está jugándome una mala pasada. ¿A esta loca qué le ha pasado?
—¿Hola?, ¿Sigues en línea? —pregunta con un entusiasmo arrollador.
—Sí… No sé qué decir… ¿Cuál fue la respuesta de Erick? —logro preguntar, aunque estoy aturdida por todo lo que acontece, quiero saber qué ha respondido Erick.
—Al principio estaba un poco sorprendido por mi llamada, pero me aseguró que estaría allí, contigo.
La sorpresa e incredulidad no dejan de martillarme constantemente, sencillamente no puedo creer lo que estoy escuchando. Pero sobre todo lo que más trata de desestabilizarme, es que a unas pocas horas estaremos los cuatro en una mesa.
Todos juntos.
—Ammm… ¡Qué bien! Entonces… nos veremos esta noche, ¿no? —digo tratando de sonar de lo más emocionada.
—Muchas gracias, Mell, esto significa mucho para Luc.
—Claro, nos vemos luego Dafne.
—Adiós, cariño.
Corto la llamada con la incredulidad estampada en el rostro y sin saber qué pensar de toda esta situación. Aún no logro comprender cómo Erick fue amable con ella, aun no entiendo cómo consiguió su número ni tampoco como obtuvo el mío. Y me niego a pensar que simplemente Luc lo haya hecho. No le veo en esas.
Miro el reloj y me dispongo a hacer todo el trabajo que pueda y ocupar mi mente en otra cosa, de lo contrario me volveré loca en cualquier momento.
*
Espero pacientemente, mientras visualizo como la pantalla anuncia que el vuelo ha arribado hace unos cinco minutos, ya estoy en el ala correcta esperando ver entre la multitud del aeropuerto, el rostro de Erick.
No me es difícil encontrarlo, su estatura y buen porte lo diferencia entre las personas que llegan del vuelo, y sé por ende que él ya me ha visto a mí. Su asistente camina a su lado, mientras parecen entablar una conversación amena.
Él parece muy a gusto.
Me enderezo lo más que puedo y él camina en mi dirección.
—Te veré mañana por la mañana Caro, gracias por todo —dice girando en dirección de su asistente, entre tanto ella asiente y me saluda rápidamente.
—Sí señor, que tenga buen día… Melissa… —dice dándome una mirada larga en forma de saludo y da vuelta para irse.
—Hola, Erick… —aunque estoy algo nerviosa por la tensión nuestra, logro parecer relajada.
—Hola —dice serio, posicionándose muy cerca de mí—. Estás muy bonita.
Una sonrisa es gestada en mi rostro mientras niego varias veces.
—Siento tanto como las cosas han pasado…
—¿No hablaremos de eso verdad? —dice frunciendo el ceño mientras se acerca para darme un beso suave en los labios.
Mis ojos se cierran, tratando de acercarme un poco más para profundizar el beso, entonces un rostro particular se asoma en mi mente cortando con el acto inicial.
El rostro de Luc.
—¿Estás bien? —pregunta Erick extrañado ante el despego espontáneo.
—S-sí… Es que fue un día muy agitado —miento, ya que los nervios han comenzado a hacer estragos en mí.
—Entiendo… Vamos —dice tomando mi mano mientras caminamos para salir del aeropuerto rumbo a mi auto.
Erick se pone al volante sin preguntarme nada, sobre si manejará él, y de forma automática nos vamos alejando hacia casa. O eso imagino yo.
—Parece que la prometida de tu amiguito, es una buena persona— expresa mi novio mientras miro a través de la ventana.
—Sí, eso parece —respondo desanimada y de forma automática.
—¿Qué pasa? ¿Acaso no te cae bien?
—No es eso, solo que decidieron tener una cena precisamente hoy, y por lo que ella me dijo tú estabas muy contento con la idea.
—No quise ser grosero, además ¿No es por tu mejor amigo?
Mi mirada lo analiza en forma silenciosa, mientras que asiento sin decir nada más. No tengo ganas de seguir ninguna conversación, de repente no tengo sentido para celebrar y pienso… ¿cómo será posible sostener el equilibrio esta noche?. Es necesario que trate de sobrellevar la cena y sonría ante la felicidad de mi amigo.
¿Qué estará pensando él en este momento?
***
Subo el cierre de mi vestido negro y luego aliso mi cabello con los dedos, me coloco frente al espejo de cuerpo completo para observar a detalle mi apariencia.
Las sandalias altas hacen relucir la esbeltez de mi cuerpo y el cabello suelto que me llega a la cintura, me hace ganar una confianza increíble. Me maquillé más de lo normal, necesito al menos tener la autoestima alta para poder tener control en mis emociones.
Pisaré un terreno muy escabroso.
Miro la hora del reloj y decido por bajar hacia la sala, estoy segura de que Erick ya estará en casa —un poco impaciente—.
Bajo las escaleras lentamente controlando el temblor de mis piernas, después de la incómoda entrevista, y después de expresar mi descontento delante de Luc por su novia, no he sabido nada en absoluto de él. De hecho, no sé por qué el motivo de esta cena, no creo que haya sido de los placeres de mi amigo tener a Erick, como celebración de su anticipado compromiso.
Mi novio habla bajo con mi padre, mientras mantiene un vaso en sus manos, seguramente alguna bebida. En la sala no hay nadie más y mejor para mí, lo que menos quiero ahora es fingir delante de mi familia, que tendré un encuentro de ensueños y que estoy muriendo de felicidad por Luc.
Mi novio parece vacilante, sin embargo, se ajusta a la situación y responde el saludo de lo más formal. Sé lo incómodo que le resulta la presencia de Luc.
Cuando nos sentamos yo quedo exactamente al frente de Luc para variar.
—Me parece mentira que esto esté ocurriendo —pronuncia Erick llamando la atención de todos con una sonrisa burlesca.
—¿A qué te refieres? —pregunto de inmediato como si mi lengua tuviera movilidad propia.
—Siempre quisiste reunir a… tu amigo y a mí.
La vergüenza tiñe mis mejillas, el ánimo de Erick ha cambiado por completo, él decidió seguir teniendo la conducta infantil cuando se trata de Luc.
Tomo su mano por debajo de la mesa entre tanto me acerco susurrando: —Por favor, esto es importante para ellos. No mezcles nuestros problemas.
Una sonrisa se desliza por sus labios irónicamente, a la vez que acerca su boca a la mía para dar un beso casi imperceptible.
—Claro mi amor, como gustes.
Alzo mi rostro un poco avergonzado mientras veo como Dafne revisa la carta con entusiasmo, y cuando pienso que nadie se ha dado cuenta de la incomodidad, me doy cuenta de que tengo la mirada encima de Luc.
No disimula su observación, parece que me detalla, y noto un destello de enfado en su mirada, siento como si estuviera diciéndome miles de cosas ahora mismo.
—Pediré un plato de mariscos en salsa de queso —la dulce voz de Dafne atrae mi atención, yo ni siquiera he leído la carta.
—Estoy entre el filete en vino y ese mismo plato —interviene Erick, para luego girarse hacia mí—. ¿Por qué no pedimos esos dos platos?
Niego varias veces, detesto el filete en vino.
—Melissa detesta el filete en vino —pronuncia Luc tajante.
Las miradas se giran hacia Luc, quien parece no inmutarse ante su comentario de mis gustos.
¡Dios mío! ¡Por favor! ¡Que al menos podamos comer en paz!
Mi respiración se agita mientras mojo mis labios, tomo un sorbo de agua y atrapo la carta para pedir rápidamente antes de que esto se salga de control.
Siento la tensión de Erick, sé que quisiera explotar en cualquier momento. Estoy convencida de que su educación sigue en pie, porque le ha caído bien la novia.
—Me gustaría probar la lasaña de aquí —digo por fin.
—Siempre pides lasaña en todas partes —agrega Erick un poco enojado por mi pedido… tan básico.
—También pediré lasaña —ahora la voz de Luc desconcierta a su novia, ella lo observa mientras le susurra que no es un plato exquisito.
Una sonrisa cínica es expulsada por Erick quien pone la carta en la mesa mientras hace un ademán diciendo: —Parece que nuestras parejas son muy básicas al comer.
El rostro de Luc se alterna entre lo furioso y las ganas de matar a Erick, mientras mi cuerpo ya no puede más con la situación. Literalmente estoy sudando como una vaca en pleno parto. Necesito salir de aquí por un momento.
—Discúlpenme, necesito ir al baño —digo inmediatamente levantándome de la mesa, pero para mi sorpresa Luc se levanta también.
—Yo también debo ir, vine directamente de la empresa y no he tenido tiempo tampoco… por cierto Erick, pide alguna bebida sin alcohol para Mell, ya sabes, ella no acostumbra a comer con vino.
No me detengo a esperar ninguna reacción, sencillamente es imposible. Salgo de inmediato hacia el tocador con irritación e impaciencia ante toda la mierda que se ha estado esparciendo en esa mesa. Y cuando empujo la puerta para entrar al cuarto de baño, una mano se desliza por mi brazo hasta apretar mi muñeca.
¿Pero qué…?
La mano de Luc se envuelve en la mía y me hala junto con él, para entrar en el tocador, y luego de que pasamos la puerta él cierra con pestillo.
Hay un silencio entre nosotros, mientras la respiración entrecortada hace que mi pecho suba y baje desmedidamente.
—Luc…
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