Melissa.
—¿Crees que haya sido alguien? —pregunto asustada—. ¿Alguien está siguiéndonos Luc?
Su ceño se profundiza mientras este abre la puerta de forma precipitada para mirar a las afueras de la casa y vuelve a entrar enseguida.
—Creo que ha sido impresión… No sé…
—¡Es imposible! Los dos sentimos como si luces estuvieran en nuestra dirección ¡Algo debió pasar! —mi respiración se agita y solo puedo pensar en Dafne—. ¡Llama a Dafne! Puede ser que ella…
—Estás imaginando cosas —me corta él —. Ella no me seguiría, no de esta manera, ella no es así.
Mi rostro se contrae ante la ira que se va apoderando de mí, su manera de hablar de ella y de defenderla, literalmente me ha sacado el quicio.
Achico mis ojos y me voy arrebatada como siempre hacia su dirección.
—¿Esto es un juego para ti? —le empujó con mi dedo mientras él lucha por mantener el control—. ¡¿Vienes y lanzas toda esa mierda, me besas y luego te acuerdas de lo linda que es tu novia?!
Luc agarra fuertemente mis manos y su rostro toma un semblante de enfado.
—¿Entonces eso es lo que crees? ¿Te parece que mis sentimientos son una mierda? ¡Ahora entiendo todo!
Luc me suelta de golpe para ir a por las llaves de su auto, el enojo que veo emanar de su cuerpo hace que me arrepienta de lo que dije, pero algo no está bien aquí, y no solo lo digo por nuestras condiciones, o por el hecho de estar los dos solos, de besarnos y de estar engañando literalmente a nuestras parejas.
Hay algo extraño desde que sentí las ráfagas de luz y sé que no nos llevará a nada bueno. Niego lentamente cuando Luc pasa eufórico por mi lado, y lo tomo suavemente del brazo.
—Solo temo por ti… —digo casi en susurro. Mis palabras parecen estar calmando su irritación—. Dafne es una buena mujer, tú eres un buen hombre y yo solo estoy jodiendo las cosas… ¿No lo ves? ¿No puedes ver lo egoísta que soy?
Luc baja su mano dejando su chaqueta nuevamente en el sofá, deja caer sus llaves y me abraza al instante. Su respiración sale pesada como si le doliera el momento.
Me hundo en él quitando todo pensamiento, no queriendo saber de nada, pidiendo que este tiempo no termine, que estas horas sean eternas y que no tengamos que salir de aquí.
Luc comienza a caminar conmigo para detenernos juntos en el sofá, nos sentamos y recuesta mi cuerpo al suyo mientras me abraza reprimiendo sus ojos.
—Yo daba por perdida esta guerra, Mell… Yo… —su voz se entrecorta mientras acaricia mi cabello y da un largo beso en mi cabeza—. ¿Por qué demoraste en decirme estas cosas? Yo pensé, que era indiferente a ti, tu actitud me lo decía a gritos…
No digo una sola palabra porque no sé qué decir, no sé si lo que diga dañe a Luc o nos saque de esta intemperie. Como tampoco puedo dejar de pensar en Erick y en Dafne. Seríamos unos bastardos al hacerle este tipo de cosas.
¡Dios mío! ¿Cómo pude llegar a esto? ¿Qué haremos ahora?
—Eres mi mejor amigo… Nunca vi venir nada de esto… —después de pronunciar esas palabras unas ganas de llorar me comienzan a invadirme.
Me siento tan mal con esta situación, es tan impresionante como una contradicción emplea mi cuerpo y mi mente a cada instante. Quiero estar con Luc, y de repente la parte acusatoria sale aflorada gritando que estoy actuando tan mal.
La voz de Sara por alguna razón comienza a calar mis pensamientos, de repente es como si tuviera su mirada encima de mí acusándome: “Solo piensas en ti” “Eres una egoísta”
Me suelto de su agarre, me acomodo en el sofá y le miró decidida.
—Debemos irnos de aquí… Mañana es tu fiesta de compromiso… Debemos…
Su mano viaja rápidamente colocando su palma en mi boca, callándome al instante y tomando mi cintura para acercarme íntimamente a él.
—¿Qué clase de infeliz crees que soy? —su pregunta crea un nudo en mi estómago.
—No te entiendo…
—No puedo llevar a cabo ese compromiso… No sabiendo todo esto.
—¡No, Luc! ¡Espera!
Cuando decido por levantarme, este vuelve a jalarme hasta que mi cuerpo literalmente está encima de él. Luciano toma mi nuca y vuelve a juntar su boca con la mía para comenzar a devorarla nuevamente.
No sé cuánto tiempo pasa, parece que no tenemos suficiente, y el hecho es que con cada beso que nos damos una adicción va creciendo dentro de forma inigualable, yo trato de ser paciente, pero cada vez que siento su sabor algo se arremolina en mí como para querer disipar toda mi tranquilidad.
—Luc —susurro —. Ya, por favor.
—Si lo dices así nunca pararé… No me prives más de esto cara, lo hiciste toda tu vida.
Pero una vibración constante nos desconcentra hasta el punto de separarnos por completo. El despegue en esencia crea en mi cuerpo una sensación de vacío hasta que veo la mirada tensa de Luc centrada en su celular.
—Hola —contesta mientras me observa—. Sí, estoy bien… Solo que…
Niego varias veces obligándolo a que no diga una sola palabra, por su actitud sé que Dafne está del otro lado de la llamada.
—Dafne… —vuelve a decir este un poco nervioso—. Hablemos, necesito que nos reunamos pronto.
El pulso comienza a desestabilizarse mientras la agonía comienza hacer mella en mí.
—¿Por qué no puede ser esta noche? ¡Me urge hablar contigo!… Está bien iré a primera hora a tu casa mañana en la mañana…
De esta forma corta la llamada y suelta el aire contenido.
¿Cómo es posible?
Levanto mi cabeza lentamente como si el tiempo se hubiese detenido, observando como la ira esta pasmada en su cuerpo.
—Erick…
No sé cómo un segundo cambió tan aberrantemente a otro, pero mis palabras fueron disipadas por una cachetada proveniente de… ÉL.
Los tímpanos comienzan hacer un pitido en mi cabeza mientras retrocedo varios pasos por el golpe. La sensación de ardor comienza a expandirse por mi mejilla mientras de forma voluntaria mi mano se posa en ella.
Sencillamente no puedo creer lo que está pasando, no puedo creer que Erick acaba de golpearme, trato de recobrar la cordura mientras la respiración se vuelva agitada.
Entonces le miró, le miró fijamente para recapitular y entender que, si fue él, y que si me golpeó. No hay nada en su rostro que indique que está arrepentido. Nada
—¡Eres una cualquiera! —Grita mientras comienza a sacudirme con una ira incalculable…
Mi estado de conmoción no me permite reaccionar. Erick solo zarandea mi cuerpo dejándose llevar por la rabia, dejando que sus ojos y su cuerpo me transmitan todo aquello que está generando un malestar de ira en su cuerpo.
Pero yo no logro reaccionar y todo pasa muy rápido.
De un momento a otro Erick es arrancado violentamente de mí por dos hombres más que comienzan a proporcionarle una golpiza en el suelo. Él trata de defenderse, pero en efecto queda reducido. Mi hermano, Andrés, no para de golpearlo mientras le dice una cantidad de obscenidades, pero lo que más me causa impacto es que el otro hombre que está con mi hermano es… Bruno.
Una bocanada de sangre sale como escupitajo de la boca de Erick y por inercia propia le grito que paren.
—¡Hermano…! ¡Bruno! ¡Ya! —pido mientras la puerta de mi casa se abre, de ella sale papá y mamá incrédulos ante los sucesos.
—¡Ni te atrevas a defenderlo! —grita Bruno eufórico con la respiración agitada.
Niego varias veces, entonces papá llega al lugar metiéndose entre Erick y mi hermano y mamá coloca las manos entre los dos para que dejen de golpearlo.
—¡¿Qué es esto?! —grita papá —. ¿Cómo pudieron dejarlo así?
Los nervios, la tristeza y las ganas de llorar no me dejan articular palabra, lo único que puedo hacer es mirar en dirección a Erick, aun sin creer que me golpeó.
Su rostro golpeado y agitado en algún momento se centra en mí, quizás su ira reducida a una menor intensidad, por sus ojos puedo ver que hay arrepentimiento en él.
—¡Tú vuelves a tocar a mi hermana y estás muerto maldito! —expresó Bruno amenazante hacia Erick. Papá no sabe qué hacer, quiere una explicación, pero no logra relajar la tensión del momento.
En un momento de despiste, en donde mamá pide a Andrés y a Bruno la calma, Erick se suelta del brazo de mi padre y se mete rápidamente en su auto y de forma acelerada arranca yéndose del lugar. Todas las miradas se vuelven hacia mí, algunas interrogantes y algunas enfadadas como la de Andrés y Bruno, este último logra romperme finalmente, por su gran parecido a Luc.
Mis manos van hacia el rostro no conteniéndome más, el llanto se me escapa de los labios y a continuación bruno me abraza protector.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ven... a Mí