Ya ha pasado una semana de haber iniciado las clases, he tomado nota de todo lo que nos han explicado.
He practicado en casa algunas recetas, al igual que he leído de todo un poco. He realizado los trabajos que ya nos habían enviado y tenía el tiempo suficiente para pasarla con mi hija.
—¡Zoe!
Me sobresalto al escuchar el grito de mi abuela, así que corro hasta donde ella estaba para ver qué había pasado.
—¿Qué ha sucedido?
—¡Zoe! ¡Mira!
—¡Oh por Dios!
Mi pequeña estaba dando sus primeros pasos, salto emocionada por verla dar sus primeros pasos.
—Ven con mamá... Ven...
Poco a poco ella iba dando los pasitos, hacía a mí. Sonrío ampliamente al ver que ha llegado a mí. Un flash llega a mis ojos, al ver de dónde provenía, me doy cuenta de que era mi abuela quien nos había tomado una foto.
—Tengo las fotos, ¡Las tengo!
Ella se veía muy feliz por este maravilloso momento.
—Lástima que la señora Clarisa se lo ha perdido.
—Le enseñaré las fotos cuando llegue del trabajo.
—De acuerdo.
Nos quedamos un rato más mirando a mi pequeña como caminaba. Hice algunos vídeos de ella caminando y riéndose de lo que decíamos.
A la hora de dormir, la alimenté y le di un baño para llevarla a la cama.
Antes de quedarme dormida subo las fotos y los vídeos en mis redes sociales expresando mi felicidad por su primer logro. Luego de publicar en mis estados aquel momento, apago mi teléfono y me duermo.
Me despierto a la misma hora de siempre y comienzo a arreglarme antes de que Mía se despierte.
Una vez que termino de arreglarnos, la dejo con mi abuela y ella me detiene antes de irme a clases.
—¿Vas a trabajar hoy?
—Sí, me han pedido que haga horas extras. Un compañero se ha lesionado y lo reemplazaré hoy. El dinero extra no nos vendría más.
—Que te vaya bien mi niña.
—Nos veremos luego, adiós abuela. Adiós mi pequeña.
Salgo de casa y me voy directo a clases. Dos horas después, terminaron las clases. Los días lunes eran los únicos días en la semana en que tenía una sola clase. Así que era beneficioso para mí trabajar un día extra.
Cuando llegué al restaurante, me cambié mi ropa por el uniforme del restaurante. Una vez que estaba lista, comencé mi turno.
El restaurante tenía dos pisos, en el primer piso eran dónde normalmente entraban las personas que no tenían un alto rango en la sociedad y en el segundo piso era conocido como VIP, ahí era donde asistían personas de la alta sociedad.
Tomé varios pedidos y los entregaba en tiempo récord, así me la pasé durante horas hasta que ocurre un accidente con un cliente VIP que habíamos recibido en esta tarde.
—¡Ayuda! ¡Ayuda!
Corro apenas se escuchó los gritos de una mujer, me acerco a ellos y pregunto.
—¿Qué sucede?
—Se está ahogando.
Me acerco al hombre que debía tener alrededor de unos setenta y ochenta años. El hombre se golpeaba el pecho y la mujer que estaba con él entró en pánico. Comienzo a realizarle la maniobra de Heimlich.
El hombre era mi alto a comparación de mi estatura y su cabello era totalmente blanco por su edad. Se me dificulta un poco hacer la maniobra por su gran altura, pero consigo hacer que expulse lo que se había atorado en su garganta.
Hago que se siente y él comienza a toser con fuerza por la falta de aire.
—¿Se encuentra mejor, señor?
—Buenos días.
—Buenos días.
—Buenos días, mi niña, ¿cómo te fue en el trabajo?
—Muy bien, fue un poco agotador, pero me ha ido bien.
—Me alegra escucharlo.
—Ven con mamá.
Cargo a Mía y comienzo a besarla como suelo hacer todas las mañanas. Ella se ríe por las cosquillas que le hago y unos minutos después la siento para que termine su desayuno.
—Ya debo irme, volveré al terminar las clases.
—Que te vaya bien.
—Zoe, ¿podemos hablar un minuto? No tardaré, será rápido.
—Por supuesto.
La señora Clarisa y yo salimos de la cocina y nos dirigimos a la sala.
—¿Sucede algo?
—Debo realizar un viaje, mi hermana ha fallecido y debo asistir a su funeral. No podré ayudarte con Mía hasta que regrese.
—Lamento mucho lo de tu hermana y no te preocupes por Mía. Encontraré la manera de cuidarla, ve tranquila.
—Está bien, ve con cuidado. Volveré en una semana.
—Que tengas un buen viaje.
Es una verdadera pena que su hermana falleciera, espero que la señora Clarisa esté bien.
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