Sigo caminando por el pasillo de un lado a otro, sin alejarme mucho de la habitación que nos habían asignado, tenía miedo de alejarme mucho y de que algo malo sucediera.
El estar caminando de una esquina a la otra de aquel pasillo y estar sumida en mis pensamientos, hace que ignore a la persona con quien he chocado.
—Lo siento.
Me disculpo de inmediato, puesto a que había sido yo quien estaba despistada y no sé fijó por dónde caminaba.
—Fíjate por dónde caminas.
Miro a la persona con la que he chocado y me enfurece su tono de voz.
—Me he disculpado.
—No es lo que me interesa, fíjate por dónde caminas.
Estaba a punto de responderle, pero el hombre que estaba con él se me adelanta.
—Controla tu vocabulario.
—Eso, controla tu vocabulario muchachón.
—¿Otra vez usted?
—Sí, otra vez us...
Me callo de inmediato al ver que estaba repitiendo lo que aquel hombre decía. Miro al anciano que estaba con ese hombre joven y prepotente y me sorprende el aura que transmitía. Era sin duda un aura fuerte y poderosa.
—Lo siento, señor. No quise imitarlo. Yo... ¡Ah! Usted es el del restaurante. ¿Se siente mejor?
—Lo estoy.
Inconscientemente, sonrío al ver que él estaba mejor, aunque estaba en sillas de ruedas.
—¿Está seguro de que está bien, señor?
—Lo estoy muchacha, gracias por el otro día.
—No hay de qué, no podía dejar que pasará a mayores.
—Lo entiendo, aun así, muchas gracias.
—Debe cuidarse más, a su edad es propenso a sufrir cualquier cosa.
Caigo en cuenta de inmediato que había dicho una estupidez, pues era obvio que lo traté de anciano y de alguien que no sabe cuidarse o eso era lo que yo pensaba.
—Lo lamento, no quise ofenderlo. Solo quería decir que debe cuidarse más o podrá pasarle algo peor que en el restaurante.
—Ya es hora de que te vayas.
Miro al joven prepotente y quién me caía muy mal, decido ignorarlo y regresar mi mirada al anciano.
—Con todo respeto señor, pero creo que su hijo es alguien prepotente y grosero.
—Eso no es de tu incumbencia.
—Lo es, ya que estás siendo grosero conmigo.
—Entonces vete y piérdete de mi vista.
—Mira muchachón, para tu información no podré irme, puesto a que tengo que cuidar de alguien. Además, yo estaba aquí antes que tú, así que eres tú quien debe irse.
—¡Maldita, me la vas a pagar!
—Déjala o tendrás que asumir las consecuencias.
Miedo, ese era el sentimiento que estaba sintiendo al ver como se ha transformado en alguien sediento de sangre.
Por lo general, suelo afrontar cada obstáculo que se presenta en mi vida sin temor, pero este hombre me causaba un enorme escalofrío.
Él da un paso hacía a mí y su abuelo habla para hacer que se detenga de golpe.
—Tráeme lo que te he pedido, es una orden.
Su expresión no era más que una llena de odio y de deseo, de venganza. Él no parecía querer obedecer, pero el hecho de que estuviera en una guerra de miradas con su abuelo, se rinde y le obedece.
Suspiro profundo al ver que me he salvado esta vez, pero estaba segura de que no habrá una próxima, mi instinto me estaba advirtiendo.
Él se desaparece de mi vista y yo caigo de rodillas al suelo. Me cubro el rostro para calmarme y una vez que lo consigo, levanto la mirada.
—Lo... Lo siento, señor. No quise... Lo siento, fui muy impulsiva. Lo...
Estaba por disculparme de nuevo, pero él levanta la mano para que me calle y lo deje hablar.
—No es tu culpa, me disculpo en nombre de mi nieto. No espero justificar su comportamiento, pero desgraciadamente es alguien que odia el contacto humano y lo que más odia es entablar una conversación con alguien extraño, supongo que el perder a sus padres, fue lo que desencadenó todo esto. Lo siento muchacha.
Su mirada era una que reflejaba el dolor que ha vivido por mucho tiempo, es como si la carga que ha llevado se ha convertido en algo peor.
—Soy yo quien debe disculparse con usted, señor. Fui muy imprudente y eso ha hecho que su nieto reaccionará así. Lo siento.
La vergüenza que estaba sintiendo, se apodera de mí.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Adoptando a la hija del CEO