—¿Por qué estás aquí?
Levanto mi mirada tras escuchar que alguien me hablaba y me sorprendo al ver que era el nieto del hombre amable.
—¿Ahora qué quieres?
Mi pregunta parece molestarlo, pero aun así lo ignora y se acerca a mí.
—Te he hecho una pregunta.
Lo miro llena de enojo por abrumarme y más en este momento.
—Estoy esperando a que me den información de un familiar. Si vas a molestarme, no es el momento indicado.
Estaba tan enojada por su presencia, que no me fijé en el tono de voz que empleé. Justo cuando él iba a recriminarme por eso, sale el doctor. Me levanto de golpe y me acerco a él.
—Doctor, ¿cómo está Mía?
—La operación fue un éxito, ella aún está dormida por la anestesia. No tuvimos ninguna complicación, ella es muy fuerte y se recuperará pronto. Por ahora no podrá verla, pero dentro de un rato enviaré a una enfermera en su búsqueda para que la pueda ver y quedarse con ella. ¿De acuerdo?
—Gracias... Muchas gracias...
—De nada, no dude en llamarme por si sucede algo.
—De acuerdo, gracias.
El doctor coloca su mano en mi hombro y lo aprieta un poco, como si tuviera intenciones de confortarme, al menos eso es lo que yo esperaba creer. Pero de repente siento que me jalan y me golpeo con el pecho del nieto creído.
—¿Qué estás haciendo?
Pregunto sorprendida por su comportamiento. ¿Quién rayos se cree para tratarme así?
—Si tiene algo que decir doctor, entonces hágalo.
Su voz daba mucho miedo, lo cual ha hecho que me sobresalte un poco.
—Lo siento, señor. No quería ofender a nadie, solo trataba de reconfortar a la señorita.
—No tiene que hacerlo, para eso estoy aquí.
—Lo comprendo.
Ambos hombres me ignoraban como si yo estuviera pintada en la pared y eso me enoja demasiado.
—Suéltame, no te necesito.
Hacer que me soltará era imposible, es como si estuviera peleando con una maldita muralla.
—Doctor, Mía se va a recuperar pronto, ¿verdad?
—No tiene de que preocuparse, Mía es una niña fuerte y va a recuperarse muy rápido, no sé preocupe. Solamente, siga las instrucciones para que la recuperación sea rápida y efectiva. De esta manera, podrá prevenir problemas por la cirugía realizada.
—Está bien, muchas gracias.
—Les pido un permiso, debo retirarme y comprobar que mis pacientes están bien. Con permiso.
—Adelante, gracias.
El doctor se retira dejándonos a solas. Observo al nieto y me concentro en recordar su nombre, pero no lo consigo.
—¡Sí! ¿Algún problema?
—Una bastarda y una mujerzuela, mi abuelo debe estar cegado.
—¿Cómo nos llamaste?
—No lo repetiré.
—Eso sí que no lo voy a permitir, puedes decirme y hacerme lo que quiera, lo que te plazca, puedo tolerarlo y sobrevivir a ello, pero no voy a tolerar que trates de bastarda a mi hija. ¡Tú no eres nadie!
Su movimiento fue demasiado rápido, lo cual me toma de sorpresa y hace que caigamos sobre una camilla que había a un lado.
—No vuelvas a decir que soy un don nadie o no tendré piedad de ti.
—No te tengo miedo.
¡Lo admito! Este hombre me daba miedo, pero estaba tan enojada que no me ha importado retarlo.
—No tienes derecho a tratarme como se te plazca, no te he hecho nada como para que me trates así. Te quiero lejos de mí y jamás vuelvas a ponerme un dedo encima o juro que haré que te arresten por acoso y maltrato.
—Nadie puede tocarme.
—Eso es lo que tú crees.
—Y según tú, ¿crees que la ley haría algo en mi contra?
Su mirada reflejaba burla, parecía que le divertía la situación. Lucho con él para que me suelte, pero de la nada siento como coloca mis brazos sobre mi cabeza, sujetándome por las muñecas e inmovilizando mis piernas, ahora sí era imposible huir o siquiera moverme.
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