Adoptando a la hija del CEO romance Capítulo 27

Todos entramos al restaurante e inmediatamente ambas familias se presentan. Los mayores hablaban entre ellos, mientras que Kevin y Jason hablaban entre ellos como amigos que eran, en cambio, yo, seguía sin decir una sola palabra. Era muy obvio para mí que está era una cena incómoda.

—¿Querida, estás bien?

—¿Ah?

Todos me miraban de una manera extraña. Estaba tan perdida en mis pensamientos que no sabía qué había pasado. Siento la mano de Jason bajo la mesa presionando mi pierna y dolía.

—Hija, ¿Te encuentras bien?

—Sí, abuela. No te preocupes, estaba en mi mundo y perdí el hilo de la conversación. Lo siento.

—Bueno, mi niña, eso es algo normal en ti.

Tras el comentario de mi abuela, todos se ríen como si no hubiera pasado nada malo. Sin embargo, podía sentir su mirada asesina sin la necesidad de mirarlo.

—Si no te sientes bien, podemos volver a casa para que descanses.

—No hay necesidad, pero gracias por preocuparte. Nada más me distraje un momento, como ha dicho mi abuela, es algo normal en mí perderme en mis pensamientos. Así que, no te preocupes.

—¿Estás segura?

—Sí, descuida, estaré bien.

Como toda buena actriz, me acerco y le beso la mejilla con rapidez, aunque el miedo en mí se hacía muy fuerte por mi acción, pues no sabía si él odiaba el contacto físico o si no era importante para él. Todos se sorprenden y ríen bajo ante mi muestra de cariño y eso hace que me sonroje. Aclaro mi garganta y vuelvo a tomar los cubiertos para continuar con la comida.

—Zoe, querida, tu abuela ha preguntado si necesitas algo más para la boda.

—Ah... No te preocupes, abuela, todo está arreglado. Jason se ha hecho cargo mientras yo asisto a las clases. Ya sabes que he faltado mucho por la situación de Mía, así que, Jason, me ayudará con los arreglos de la boda. Tú quédate tranquila, abuela.

—Hija, aunque tu futuro esposo se haga a cargo. Quiero ayudar, esta anciana está aburrida de estar encerrada en las mismas cuatro paredes.

—Yo...

—Abuela, si es su deseo, será un placer para mí recibir su ayuda y sus consejos. Esto es algo nuevo para Zoe y para mí, así que será un honor recibir su apoyo.

—Pero que joven tan encantador. ¿No es así, Clarisa?

—Sí que lo es. Me quedo más tranquila al conocerte, Jason.

—No se preocupe, señora Clarisa, cuidaré bien de ustedes. Ahora somos familia.

—Muchas gracias, Jason.

Todos continúan comiendo felices, excepto yo.

Cuando por fin llegamos al final de esta cena, creí que todo volvería a la normalidad, aunque fuera por unas horas tras llegar a casa, pero no es así.

—¿Qué dijiste?

Pregunto con terror, pues no sabía si había oído mal lo que él y su abuelo han dicho. Por la forma en como me mira, sabía que estaba enojado, aunque los demás no se dieron cuenta de ellos.

—Está bien, llámame si pasa algo. Iré corriendo, ¿De acuerdo?

—Claro, no se preocupe.

—Bien, Clarisa, volvamos a casa y llevemos a Mía con nosotras. Así los niños no se deben preocupar y podrán divertirse.

—Abuela...

—Ten mucho cuidado Zoe, llámame si surge algo, diviértete.

Todos vuelven a reír. Iba a ir tras ellas, pero él me sujeta con mucha fuerza en la cintura y me dolía horrores. No tuve más opción que obedecer y ver como se han ido.

—Ve a casa, abuelo. Kevin te llevará.

—Sé gentil con ella.

¿Ser gentil? Es irónico, él como abuelo de Jason, sabe que él podría lastimarme y por eso le dice que sea gentil.

—No te preocupes. Kevin lleva al abuelo a casa. Zoe y yo debemos hablar de algunas cosas de la boda. La llevaré a su casa mañana, nos quedaremos en la otra mansión.

Mi cuerpo comienza a temblar al instante que dice eso. El señor White, suspira y le recuerda a su nieto no hacerme nada o tendría serios problemas. Kevin y el señor White, se van dejándonos solos. Cuando el auto se aleja, él me sujeta con fuerza la mano y me arrastra hasta el otro auto. En el camino casi caigo por su manera de arrastrarme, era difícil seguirle el paso con este vestido y estos zapatos. Él se enoja por eso y me lanza al auto, cierra la puerta con fuerza y rodea el auto para subirse.

—Abróchate el cinturón.

Obedezco de inmediato por temor a él. Sentía que estaba llegando a mi fin. No entendía por qué estaba tan enojado, no sabía que había hecho para hacerlo sentir así y me tratará de esa manera. Me sujeto con fuerza al cinturón, pues él ha decidido conducir como un completo loco.

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