Adoptando a la hija del CEO romance Capítulo 45

La incertidumbre de qué va a pasar me preocupa demasiado. Jason no regresó a visitarme ni una sola vez durante mi estadía. Mi abuela y la señora Clarisa se encargaron de cuidar de Mía hasta que me dieron de alta. Ellas se turnan para venir a visitarme y he tenido que insistir en que no hay de qué preocuparse porque pronto me darían de alta y así fue. Nada más duré tres días hospitalizada por órdenes del viejo señor White.

—Debes estar más atenta por dónde pisas.

Mi abuela sigue regañándome por haber sido torpe.

—Seré más cuidadosa, abuela.

—Pudiste matarte en esa caída.

—No lo creo, tal vez pude haberme fracturado algún hueso, pero por suerte mi cuerpo es muy resistente y no fue la gran cosa.

—Aun así...

—Aun así, tendré más cuidado. Quiero ver a Mía y estar con ella, por favor.

—Está bien. Iré por ella, está con Clarisa almorzando.

—Gracias, abuela.

Mi abuela sale de la habitación para buscar a Mía. Unas horas antes llegamos a casa del hospital, exactamente hace dos horas y cuando llegamos no estaban la señora Clarisa ni Mia. Tampoco vi al señor White, ni a Jason.

Por órdenes de mi abuela estaba sentada en la cama para reposar un poco más del accidente. Reviso mi teléfono mientras ellas vienen a mi habitación para saber si tenía algún mensaje o llamada de Jason, pero no había nada.

—Aquí está la pequeña Mía.

—¡Oh, mi bebé!

Rompo la distancia que había entre nosotras para cargarla en mis brazos. La había extrañado mucho y tenía esa sensación de que estaba a punto de perderla, lo cual hace que desee tenerla en mis brazos todo el tiempo.

—Debes reposar.

—Lo que debo hacer es consentir a mi bebé.

—Zoe.

—Abuela, estoy bien. Ya no me duele nada y lo que más necesito es estar con Mía.

—Está bien, tú ganas. Sin embargo, no saldrás de esta habitación.

—No tengo planeado hacerlo si tengo a Mía conmigo.

—Te traeré algo de comer.

Abrazo con fuerza a Mía y esa horrible sensación seguía estando ahí, como si fuera el dueño de la rapidez de mis latidos y no quisiera irse nunca.

—No dejaré que te alejen de mí. Lo prometo. Mía, mamá te promete que luchará para que nunca te alejen de mí.

Al ver que ella quería bajarse de mis brazos, la dejo en el suelo para que juegue con sus peluches y con los juguetes que había en la habitación, los cuales no tenía ni idea de dónde habían salido o, mejor dicho, quien los había comprado. Disfrutaba verla jugar y unos minutos después me animo a jugar con ella hasta que entra mi abuela nuevamente en la habitación para que comiera algo.

En la habitación había un escritorio y me siento ahí para comer. No dejé de ver a Mía en ningún momento y cada vez encontraba más y más similitudes entre ella con Jason y Lily.

—Zoe come con juicio, Mía no irá a ninguna parte. Está concentrada jugando.

—Lo sé, la extrañé en estos tres días.

—Sé que la adoras, pero era se pudo evitar todo esto si fueras más atenta al caminar.

—Abuela, por favor, ya basta del tema.

—No diré nada más.

Continúo comiendo y de vez en cuando miro mi teléfono para ver si había alguna llamada o mensaje, pero no había nada.

Decido no ser yo quien lo llame o escriba primero, quería que fuera él quien me buscará y me explique qué sucedía, pero no lo hace ni en este día ni al siguiente.

Ya ha pasado una semana desde el accidente. Tuve que faltar mucho tiempo a la universidad y al final tuve que solicitar suspender el semestre para continuar al siguiente semestre. Es una lástima, porque era algo que deseaba, pero en vista de que mi temor por perder a Mía era más fuerte cada vez, no tuve opción que dejar la universidad por lo que quedaba de este año para continuar el próximo año y así asegurarme de que Mía estaría conmigo.

—Zoe.

—¿Sí?

—Debemos hablar.

El viejo señor White entra en la habitación y toma asiento en la cama. Dejo a un lado el libro que estaba leyendo para escucharlo con atención.

—¿Ha pasado algo? ¿Se siente bien?

—Estoy bien, pero si ha pasado algo.

Todo era como si pasará en cámara lenta. No quería oír lo que iba a decir, pero a la vez quería hacerlo. Algo que no había dejado de debatir desde que le conté de mis posibles sospechas.

—Me temo que estás en lo cierto. Mía es una White, una verdadera White.

Quería llorar porque mi temor de perderla estaba haciéndose realidad.

—Entonces, ella...

—Jason es su padre y Lily su madre. He investigado este asunto a profundidad, estoy investigando el paradero de la persona que había abandonado a Mía el día que la encontraste. Tengo la sospecha de que Lily fue quien ordenó abandonarla. Pronto tendremos respuesta sobre este asunto. Quería decírtelo a ti primero porque te hice una promesa.

—Yo... Yo he... Yo he terminado adoptando a la hija del CEO.

—Me temo que es así.

—Jason... Él... Me quitará a Mía.

No pude evitar alejarme unos pasos de él y comienzo a llorar de inmediato, camino de un lado a otro con preocupación. El aire comenzaba a faltarme. Estaba sintiendo que me ahogaba.

—Zoe, debes tranquilizarte. Escucha, te prometí que no te alejaría de Mía y cumpliré mi palabra. Lily no se merece ser su madre, tú sí.

—Pero ella...

—Ella no podrá quitarte a Mía. No lo permitiré.

—¿Y si lo hace?

—No lo hará. Lo prometo.

—Sí. De acuerdo.

Imito sus movimientos para controlar mi respiración y mis ganas de llorar. Mis ojos ardían por resistirme a la idea de lo que estaba pasando.

—Escucha, esta noche demostraremos que tú eres su madre y no Lily. Ella no asistirá a este evento, tiene prohibida la entrada, será difícil para ella entrar y hacer algo.

—De acuerdo.

—Haré que suban para que comiencen a arreglarte. Trata de calmarte antes de que entren por esa puerta, no dejes que te vean así. ¿Entiendes?

—Sí. Lo entiendo.

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