DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 19

En un pequeño pueblo de la costa, estaba Vanesa, escondida de su esposo, luego de ser alertada por Sue, una de sus amigas del bar; de que Joseph estaba como un loco, buscándola por todos lados. Sabía que no podía pasar mucho tiempo, escondida en ese pueblo antes de que su esposo pudiera encontrarla. Debía hacer algo, y no se le ocurría mayor cosa. Pues su intento de salir del país, se vio truncado por la falta de un pasaporte que no era ni tan rápido, ni tan sencillo de sacar, sin contar con todos los requisitos que se pedía para una visa de residente en caso de demorar más de tres meses en el país visitante. Nada estaba saliendo como había planeado, y su única opción fue contactar a “Clandestino”, un viejo conocido que había tenido problemas con Joseph en el pasado, por mostrarse muy coqueto con ella. Él podía conseguirle un pasaporte falso en un par de días, aunque el costo fuera bastante alto. Pues no solo deseaba, una gran suma de dinero, sino también su cuerpo por una noche, a cambio de los papeles y de no revelar información importante acerca de su paradero.

Al principio, cuando se lo propuso, se negó, pero al amenazarla con poner a rodar un rumor que llegara a los oídos de Joseph, sobre ella y dónde podía ser encontrada, no le quedó más remedio que aceptar, con la única condición de que solo se acostaría con él, una vez le entregará los documentos.

Odiaba ser tratada como una zorra, pero era eso, o esperar el destino que tendría su marido preparado para ella.

Esa misma noche, fue a reunirse con “Clandestino” en un motel de mala muerte. Estaba preparada para lo que ese hombre, de aspecto repugnante, quería hacerle, pero mientras lo esperaba en la habitación, observó sobre una de las mesas de noche, varias revistas nudistas, y un par de farándula. Casi se cae de para atrás, cuando en una de las revistas de farándula, vio una gran foto de Ares y Aurora saliendo de la iglesia. El titular decía: “ARES POR FIN HA ENCONTRADO A SU AFRODITA” y en la noticia alababan la gran elección de Ares Walton, al haberse casado con una mujer tan bella, proveniente de una familia tan respetada, y la gran felicidad de la que seguro disfrutarían en la luna de miel, que pasarían en un paraíso de playas blancas y aguas cristalinas como Aruba, dónde durarían alrededor de un mes. Se fijó en la fecha de la publicación y era de hace 5 días. Se sentía furiosa.

—Esa perra se quedó con él… Pero si yo le dije que ella había matado a su hijo. ¿Por qué? ¿Por qué se casó con ella? —Cegada por la rabia, rompió la página en mil pedazos y empezó a destrozar todo lo que había en la habitación, como una loca desquiciada.

"Clandestino", que en realidad se llamaba Raúl, observa la escena preocupado por los daños que va a tener que pagar, y a toda costa intenta detenerla, pero en un forcejeo, Vanesa se resiste a quedarse tranquila, usando una porcelana decorativa para atacarlo.

—¡Detente desquiciada! —Le grita el hombre que de inmediato es golpeado en la cabeza con la porcelana, quedando inconsciente en el piso, desamorándose y con los ojos completamente abiertos.

—¡Déjame en Paz! —Grita la mujer al golpearlo, con los ojos cerrados, sin darse cuenta de la situación, hasta que no oyó ni sintió nada, y entonces abre los ojos y lo ve tirado, siendo su única reacción acercarse para ver si aún respiraba y darse cuenta de que estaba muerto.

—¡Lo maté! —Se repitió una vez, muy sorprendida, y temerosa, pero su instinto de supervivencia, le indicó, que debía requisarlo, tomar sus documentos, y el dinero que tuviera, que para su suerte era lo que ella le había pagado y más, para luego escapar sin decir nada a nadie, sorprendida ella misma de tener la sangre tan fría.

Se cambió de ropa, se compró una peluca, y compró un teléfono celular. Llamó a su única familia, su hermano, Maximus, con quien casi no hablaba y le pidió ayuda, pero esté le recomendó esconderse y no dejar pistas, pues también huía de la policía, por una e****a que salió mal. Sin saber que más hacer, pensó en la única persona que no la mataría, y que la amaba lo suficiente como para perdonarla y protegerla: Ares. Quizás si le pedía perdón, y le inventaba una de sus historias trágicas, él la cuidaría. ¿Y dónde podría está mejor cuidada que con el hombre más rico y con mayor seguridad del país?

Debía averiguar en qué lugar de Aruba, estaba de luna de miel con la m*****a monja, y buscarlo para hablar con él lo más rápido posible, pero antes, tenía que armar un plan para lidiar con Jazmine, con Aurora, y deshacerse de Joseph. Era hora de empezar una partida de ajedrez, donde ella tenía que ser la reina y Ares su rey. Y en el tablero, eran los únicos que debían quedar en pie.

***

—¿Qué haces aquí? —Le pregunta Ares completamente sorprendido.

—¿No es obvio? ¡Vine a buscarte!

—¿Cómo me encontraste?

—No fue difícil. Todos los medios del país cubrieron la noticia de tu boda, y no hacían más que mencionar que la luna de miel sería todo un mes en Aruba. Una vez aquí, me tardé un poco más en tener noticias tuyas, pero supuse que estarías hospedado en la capital, en uno de los mejores hoteles, o que habías alquilado una costosa villa. —Le explica Vanesa.

Aurora, que está en la sala, leyendo la biblia, escucha voces afuera, lo que le causa curiosidad, asumiendo que quizás es su esposo que ha llegado nuevamente borracho, aunque se le hace un poco extraño que llegara tan temprano.

—¡¡¡Mato a nuestro hijo!!! Es lógico que quiero que pague…

—Y si tanto te importaba nuestro hijo, y vengarte de ella. —Señala a Aurora aún en el suelo. —¿Por qué te fuiste?

—Yo… Eh… —Ares suelta su mano, al verla menos furiosa, y ella la baja… —No puedes impedirme que desprecie a esta mujer, después de todo el daño que nos causó…

—No te impido nada. De Aurora me ocupo yo, tú primero tienes muchas cosas que explicarme… —Le hace un gesto para que entre a la casa, y Vanesa, asiente entrando y a la vez, repasando mentalmente todo el plan que ha planeado, pues ahora más que nunca necesita que Ares le crea, después de todo, ella imaginó ser recibida con emoción por parte de él, pero todo parecía ser más complicado de lo que ella creía.

Ares, que intenta seguir a Vanesa, nota que Aurora aún sigue en el suelo.

—¿Y tú que esperas para levantarte?

—Es que… —Duda un poco la chica si decirle o no, que su espalda está lastimada, ya que recuerda lo que pasó con su tobillo el día de su boda, y prefiere callar. Asiente, y usa de toda su fuerza para levantarse, entre quejidos ahogados, y entra a la casa caminando con dificultad, hacia su habitación, y Ares se percata de que algo grave le pasó, sin embargo, prefiere no pensar demasiado en ello, y se va a la sala a encontrarse con Vanesa.

—¿Y bien? —Toma asiento, en el sofá, observando a la mujer que permanece de pie viendo la inmensidad de la mansión… —Te escucho, quiero que me digas, ¿por qué rayos me abandonaste?

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