Vanesa que nota a Ares algo raro, por primera vez en su vida decide no ser tan desconfiada. Pues es verdad que la reacción de Ares había sido muy agresiva, pero si supiera la verdad, le habría ido peor. Además, era a la única persona que tenía. Sin embargo, estaba tan segura de que podría seguir junto a él, gastando dinero a manos llenas, sin ningún tipo de complicación en su vida, siendo su única preocupación deshacerse de Jazmine, que jamás pensó en guardar suficiente dinero, para cuando lo necesitara. Después de todo, ella seguía siendo una asesina, que había huido de la escena del crimen, y lo mejor que podía hacer por ahora, era ser la protegida de Ares Walton, y vivir una vida que nada tuviera que ver con su pasado. Sin embargo, no contó con que la débil y temerosa Aurora pudiera atravesarse en su camino.
¿Quitarle el dinero que tanto le había costado conseguir? Eso era algo que no pretendía dejar pasar.
Luego de pasar la pena de su vida en varias tiendas, se va directamente a Walton's Car. Necesitaba que Ares le diera efectivo, y aprovecharía para encarar a Aurora, y exigirle que dejara la idea de reclamar sus derechos.
Al llegar a la empresa, le informan que ni su amado Ares, ni la mujer a la que ahora sí tenía razones verdaderas para odiar, estaban en la empresa.
Muy disgustada, no planea irse de allí sin por lo menos dejarle una advertencia a Aurora.
Ve a Adriana muy sonriente hablando con Daniel, frente a una de las oficinas y no pierde oportunidad para molestarlos.
—¡Cuñado! —Grita y llama la atención de varios empleados que están en el lugar.
Daniel y Adriana, que hablaba tranquilamente, se giran para ver quién es, observando como la mujer da zancadas amplias con sus largas piernas, hacia ellos.
—Tal vez deberíamos irnos. —Le sugiere Daniel a Adriana, quién no se mueve de su lugar.
—¿Por qué? Hay un par de cuentas que esa mujer tiene que ajustar conmigo, así que no pienso moverme de aquí.
—Pero Adriana... Estamos en la empresa...
—¿Y qué? No hay clientes, ya prácticamente terminó la jornada laboral, y la mayoría de empleados ya se están yendo. Además, no es como si todos aquí no supieran que esa bruja es la amante de Ares.
Adriana, que se cruza de brazos, y se gira completamente para esperar de frente a la mujer que es la culpable de que su padre cayera en coma, le tiene preparado un gran recibimiento.
—Tú... —Señala con el dedo índice a Adriana. —Dile a la tonta de tu hermana, que no pienso permitir que se quede con toda la fortuna de mi Ares. Es una vil interesada, y por lo visto tú también. —Mira de reojo a Daniel haciendo insinuaciones, pero Adriana no es tan calmada como Aurora, y apenas termina de hablar, le da un puño en la nariz haciéndola sangrar.
—¡Ahhhh!… ¿Por qué hiciste eso? —Le pregunta Vanesa que se toca la nariz con ambas manos sintiendo un fuerte dolor.
—¡Ups! Lo siento… Es que las viles interesadas solemos actuar así. Por lo tanto, te recomiendo que no te me vuelvas a acercar o la próxima vez no solo dañaré tu rinoplastia.
Hace un gesto de acercarse bruscamente y Vanesa de inmediato se aparta.
Todos miran a Adriana que sigue su camino, y Vanesa, que aparta las manos de su nariz, observa que tienen sangre.
—¡Te juro que esto no se va a quedar así! —Grita llena de ira, a Adriana que es seguida por Daniel.
—No debiste hacer eso. Varios empleados aún estaban en la empresa.
—¡Lo siento! Es solo que me dejé llevar. Esa mujer es una descarada. ¡Atreverse a hablarme después de lo que le ha hecho a mi padre y a mi hermana! Y ahora venir a reclamar por la fortuna de un hombre que ni es su esposo… Es una… —Adriana se traga sus palabras intentando no perder la poca paciencia que le queda delante de Daniel.
—¡Una perra! —Termina de decir él, y ambos se ríen.
Al salir del edificio, Daniel se ofrece a acompañar a Adriana al hospital a visitar a su padre como todas las tardes, pero ella se niega.
—Estoy demasiado cansada, creo que iré a casa temprano. Y Aurora de seguro acompañará a papá hoy, él ya está mucho mejor, así que…
—Aprovecharás para descansar... pero, ¿segura de que estás bien?
—Sí. Solo quiero darme un buen baño y dormir un poco hace mucho que no lo hago.
—¡Claro! Entiendo… Entonces, ¡nos vemos mañana!
—¡Seguro! —La mujer va en dirección a su auto que está en el parqueadero.
—¡Adriana! —La llama Daniel, qué por un momento quiere contarle lo que hizo con el video de las cámaras de seguridad el día que Vanesa cayó por las escaleras.
—¿Sí?
—¡Nada! —De inmediato se arrepiente, pues después de tanto tiempo, no considera que sea importante.
—¿Seguro?
—Sí. Ve con cuidado. —Le dice el chico que se va solo a su apartamento, recriminándose su cobardía por no tener el valor de declararle sus sentimientos a Adriana.
…
Adriana, que llega a casa temprano, sube de inmediato a su habitación con la firme intención de darse un largo baño relajante, por lo que a su mente de inmediato llegan las esencias que usa su madre, que es justo lo que necesita. Va a la habitación de sus padres, y entra al baño, buscando los aceites.
—¿Dónde los guardará mi mamá? —Se pregunta la chica que sale a la habitación y sigue buscando en el tocador de Eloise, y termina encontrando un paquete envuelto en varias bolsas plásticas pegado debajo de uno de los gabinetes, que cae cuando ella intenta abrir un cajón atascado.
De inmediato revisa el extraño paquete encontrándose con una gran suma de dinero.
—Son más de 100.000 dólares… ¿Por qué mi mamá tiene todo este dinero?
De pronto escucha a su madre gritarle algo a Esther y guarda asustada el dinero, y lo pone debajo del cajón, como puede y sale de la habitación corriendo lo más rápido que puede hacía la suya.
Minutos después escucha a su madre dar gritos a Esther, enloquecida de rabia, y sale a ver qué pasa…
—¿Mamá? ¿Por qué tanto escándalo?
—¡Adriana! —Exclama sorprendida al ver a su hija en casa. —Has venido temprano.
—Sí. Quería descansar. ¿Por qué? ¿No puedo?
—Sí. Claro cariño. —Adriana, que intenta irse, es llamada nuevamente por Eloise. —Adriana, amor…
—¿Sí?
—De casualidad, cuando llegaste, ¿entraste a mi habitación?
—Sí. —Responde para ver la reacción de su madre que inmediatamente parece nerviosa. —Quería tomar uno de tus aceites de baño, pero no los encontré. ¿Por qué? ¿Pasó algo?
—No. No… Nada cariño. No pasó nada. —Comenta la mujer que está nerviosa de que Adriana pudiera descubrir el dinero que ha recibido durante años, usándolo para sí misma. Dinero que ha ganado a pulso al tener que soportar a Aurora todo este tiempo, y por guardar secretos que podrían destruir más de una vida.
***
Jazmine que toma una copa, luego de pasar por el hospital, y obtener su diagnóstico, empieza a pensar en su pasado, revisando una vieja caja de madera llena de polvo que estaba escondida en el más remoto rincón de su armario, sellada con un candado, que hace mucho no abría.
De ella saca algunas fotos de Ares cuando era pequeño. Recordando el día en que llegó a su vida, y como llegó. A su mente vienen esos recuerdos tan vividos, como si fuera ayer.
Ares y Walton’s car, era todo lo que tenía en la vida, y debía asegurarse de que siguiera siendo así, aunque ella ya no estuviera.
—Señora, disculpe que la moleste. —Se asoma Josué a la habitacional de Jazmine, luego de anunciarse con un par de golpecitos.
—¿Qué pasa Josué? —Recoge todas las fotos y documentos llenos de recuerdos en la caja con disimulo, y la cierra.
—El abogado Peñaloza ha dicho que la verá el viernes, ya que no está en la ciudad y hasta ese día regresa, y la señora Aurora acaba de llegar.
—Ok. ¿Ares ya llegó?
—Para nada. Esas Cláusulas son muy comunes cuando una fortuna tan grande está de por medio. Admito que lo del bebé fue una pequeña broma que quise jugarle a mi hijo, y que los dos firmarán sin leer, no era algo con lo que yo contaba.
—Entonces, ¿simplemente por qué no redacto un nuevo contrato?
—Por qué a veces es mejor aprovechar lo que la vida te da.
—¿A qué se refiere?
—A nada en especial nena. Mira, entiendo todo lo que me has dicho, pero no estoy de acuerdo contigo, querida niña. En mi opinión deberías seguir el plan. Ya tienes la atención de mi hijo, ahora deberías enamorarlo. Créeme... ¡Un hombre enamorado, es una presa fácil!
—¿Así que ese es el plan madre? ¿Qué Aurora me enamoré? —Dice Ares que aparece, lleno de sangre, llamando la atención de las mujeres.
—Hijo, ¿qué te ha pasado? ¿Quién te ha hecho esto? —Se levanta Jazmine desesperada, preocupada por Ares y Aurora hace lo mismo.
—¡Dios mío! Te vez muy mal... —Comenta Aurora.
—Entonces deberías ver a mi contrincante. —Bromea Ares, que nota la genuina preocupación de su esposa, sintiéndose feliz, por qué a pesar de su odio hacia él, aún parece tener la esencia noble de la novicia que él lastimó.
—Aurora, por favor ve adentro y diles a las empleadas que te den el botiquín. —Le dice Jazmine a la joven que de inmediato obedece.
—Ahora mismo me vas a decir con quién te agarraste a golpes? —Le reclama Jazmine.
—Y tú me vas a decir, ¿cuál es tu interés en que Aurora me seduzca? —Contrapuntea Ares.
—Obviamente, mi único interés es que este matrimonio funcione.
—Por favor madre. ¿De verdad crees que yo soy tan inocente como Aurora? A mí no me engañas... Tú sabes que yo no soy un hombre que se deje seducir fácilmente, y que hasta hoy, tenía un profundo odio por Aurora, es obvio que tus intenciones no son que yo me enamore de ella, más bien, es que ella se enamore de mí... Por eso insistes en que se centre en enamorarme... Lo que no entiendo es... ¿Por qué, Jazmine Walton?
—Ya te dije... —Se pone algo nerviosa Jazmine. —Quiero que esté matrimonio funcione.
—Sí, claro. ¿Y por eso me ocultaste la verdad sobre Vanesa?
—¿Eh?
—Mamá, no te hagas la desentendida. Yo sé perfectamente que fuiste a ver a Joseph Grint a la cárcel.
—Las cosas no son así...
Ares toma asiento.
—No mamá... Claro que no lo son. Si tú hubieras querido que este matrimonio funcionará me habrías contado todo desde un principio, pero no fue así. Tú vas detrás de algo, y ese algo tiene que ver con Aurora. Por eso tu amabilidad con ella, cuando ni a mí que soy tu hijo me tratas así... Lo sospeché desde que sin reparo le cediste todas tus acciones, cuando lo más importante para ti, es Walton's car...
—No sé de qué hablas...
—Si lo sabes, madre... Lo que pasa es que estaba demasiado cegado por la ira, como para fijarme en todos los aspectos, pero descubriré cuáles son tus intenciones. Te lo aseguro.
Jazmine que respira hondo, y recupera la tranquilidad, se acerca a su hijo al que le habla desde atrás.
—No tienes por qué descubrir nada, ya que yo misma muy pronto te lo diré. —Se va la mujer que se topa con Aurora que trae el botiquín.
—Señora, el botiquín.
—Cúralo por mi querida, hay algo que debo hacer. Cuídalo bien! —Le recomienda la mujer que le dedica una sonrisa y se va, dejando a la chica en un dilema.
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