DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 53

Vanesa pone el cuchillo en la cara de Aurora, alcanzando a hacer un corte muy pequeño, ya que fue distraída por golpes en la puerta, lo que da tiempo a Aurora de empujar a Vanesa, y tirarse al piso, tomando el botiquín qué había dejado al lado de la cama, dándole un fuerte golpe a la mujer con él en la cara.

—Señora, soy Magdalena. Me dijeron que está aquí, vine a traerle sus cosas. —Se escucha al otro lado de la puerta.

—Magdalena... ¡¡AYUDA!! —Grita Aurora, porque Vanesa se recompone rápidamente y empieza a coger cosas al azar, para lanzárselas a la mujer que busca la manera de salir de la habitación. Magdalena, qué escucha la petición de su jefa, empieza a tocar la puerta con desespero.

—¿Señora que pasa? ¿Está bien? Ábrame por favor...

—Ni siquiera lo pienses. —Le dice Vanesa qué la ve muy cerca a la puerta.

—No lo pienso. ¿Dime por qué querías que te firmara ese papel?

—No lo sé. Simplemente, me pidieron que lo hiciera, por una gran suma de dinero.

—¿Quién te lo pidió?

—¡Mmmm! —Simula pensar. —No sé, ya se me olvidó.

—¡¡Señor Ares!! —Grita Magdalena desde afuera, y Vanesa huele el peligro de ser atrapada.

—¡Maldita sea! —Sin pensarlo dos veces abre la puerta y observa a Magdalena, a quien empuja con fuerza contra la pared del pasillo. —Fuera de mi camino, estúpida. —Dice y sale rápidamente, subiendo el cuello de su overol, y recogiendo su cabello, metiendo las manos en sus bolsillos, para ocultar el arma blanca, caminando rápido, con la cabeza siempre hacia abajo. Mientras baja las escaleras, Ares sale de su habitación, cruzándose por poco con la mujer. Aurora qué sale asustada, al verlo grita sin control...

—Es Vanesa... Está vestida como uno de los empleados. Atrápala, se escapa. —Le dice mientras ayuda a Magdalena, y Ares, qué observa las heridas y el cabello de su esposa, corre escaleras abajo, lleno de ira. Sale rápidamente de la casa, y ordena a los demás empleados qué busquen a una mujer vestida como uno de los contratistas. Vanesa, que apenas ve a Ares salir de la habitación, corre lo más rápido que puede, con la suerte de no ser detenida por ninguno de los hombres que contrató Ares, qué están distraídos jugando vencidas en el jardín.

—¿Pero qué carajos creen que hacen? —Regaña Ares a sus empleados. —Una delincuente entro a mi casa sin que se dieran cuenta y se escapó en sus narices. Está vestida como uno de los contratistas con overol azul... ¿Pero qué esperan? Vayan a buscarla, y si no la encuentran, no se tomen la molestia de volver, ¡por qué están despedidos! —Sube rápidamente con Aurora, que está en compañía de Blanca, Magdalena y Eva, que parece enterada de la situación, por qué está arreglando el corte de Aurora.

—¿Magdalena está bien? —Pregunta Ares en la puerta de la habitación de Aurora, y todas las mujeres se fijan en él.

—Si señor.

—Me alegra. Le pido que por lo ocurrido se tome el resto de la tarde, vaya a su casa y descanse.

—Gracias, señor. —La chica asiente y se despide.

—Blanca, por favor organice todo lo que pueda, nos iremos de esta casa. —Le ordena Ares, que no es capaz de mirar a los ojos a Aurora, quién se siente culpable por no haberla protegido de Vanesa.

—¿¡Qué!?... ¿A dónde iremos?

—A cualquier lugar, lejos de esta casa, que no es para nada segura.

—Pero tu madre fue quien la construyó...

—La decisión está tomada. En un par de horas nos iremos. —Dice esto último y Aurora y Eva se miran, mientras él se gira sin esperar una respuesta, pensando en lo ilógico que era, que tantas personas atacarán a Aurora, y entrarán desapercibidas, sin ser vistas, era como si tuvieran pleno conocimiento de cada rincón de una casa, que hasta donde él tenía entendido era nueva y nadie conocía. Demasiado sospechoso para su gusto.

***

Jazmine que llega a casa muy nerviosa después de ver a Ares y enterarse de que sabe que no es su hijo, es abordada por Josué que le da a tomar sus medicamentos.

—¡Señora, debe calmarse! —Le pide el hombre que la ve muy ansiosa, caminando de un lado a otro en la sala.

—Es que no puedo... Cuando creo que encuentro la solución a algo, aparecen más y más problemas.

—¿A qué se refiere?

—A mi hijo... El que creí sería mi mayo aliado, se está convirtiendo en mi mayor obstáculo... —Siente un fuerte dolor de cabeza la mujer, que por unos segundos le nubla la vista...

—Señora, ¿está bien?

—¡Ja! Quién diría que este día sería el inicio de nuestra historia Elena.

Se recuesta en el cabecero y empieza a recordar lo que pasó hace tantos años, cuando definió lo que sería su vida en el presente.

***

30 años atrás

***

Con 23 años, estaba siendo recluida Jazmine Sofía Pardo por primera vez en un centro psiquiátrico, cosa que la tenía muy alterada. Sus padres pensaban que estaba loca, pero ella sabía que no. Sin embargo, fue obligada a recluirse por sus múltiples cambios de personalidad y sus alocadas acciones cuando quería algo y sus deseos no eran cumplidos. Su padre no podía lidiar con sus días depresivos y menos con sus días maníacos. No desde que un día casi mata a su hermana a golpes por no poder controlar sus ataques de agresividad, qué cada día, eran más frecuentes y severos.

Ese día, luego de firmar el acta de ingreso, amenazada con ser deshereda, pues bien o mal, su familia no era acreedora de una inmensa fortuna, pero era una familia prestante qué trabajaba en política. Mientras observa la habitación de paredes blancas, qué la hacían sentir mareada, ve llegar a una mujer, una chica, quizás un poco mayor que ella, muy bonita, de cabello extremadamente largo, envuelto en una trenza, con una bata blanca que decía Dra. Hermswort.

—Hola, ¿qué tal Jazmine?, mi nombre es Elena Hermswort, y seré tu doctora, espero poder ayudarte en lo que necesites. —Le dice la mujer de tierna sonrisa, que le generaba mucha paz y tranquilidad.

—¿Mi doctora? Pareces algo joven...

—Es cierto... Pero el conocimiento va en la cabeza, no en la edad. —Dice guiñándole un ojo Elena, que para ese entonces rasgaba los 26 años

—Disculpe doctora, usted es familia de George Hermswort.

—Sí... Soy su hija. —Le informaba la joven Elena qué estaba terminando su primer año de residencia en la especialidad de psiquiatría, y creía firmemente en que sus pacientes podían ser sus amigos, pues en psiquiatría muchos tenían problemas mentales debido a traumas o inseguridades, otros, padecían trastornos como en el caso de Jazmine qué un par de días después fue diagnosticada, con trastorno de bipolaridad y trastorno explosivo intermitente, lo que explicaría sus cambios de humor, sus distintas personalidades, y sobre todo sus arrebatos repentinos de ira incontrolable qué casi siempre terminaban en episodios agresivos, donde podía lesionar físicamente a los demás, e inclusive a sí misma.

Durante más de 6 meses, Jazmine estuvo siendo tratada por Elena, qué se convirtió en un gran apoyo para ella. El tratamiento, que era basado en medicamentos y control de sus impulsos por medio de la relajación, terminó siendo un éxito, ya que Jazmine descubrió la manera de controlar esos impulsos, al controlar sus emociones. Toda esa represión, solo se acumulaba, mientras demostraba qué estaba bien, volviéndose un poco inexpresiva y fría.

Creó una amistad con Elena, qué realmente la apreciaba, amistad que ella también creía apreciar, hasta que pocos días antes de ser dada de alta, conoció a quien sería el amor de su vida, y la causa de sus desgracias. Octavo Walton, el hombre más rico del país, y novio de toda la vida, de su amiga y doctora, Helena Hermswort.

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