El CEO y la Bailarina Nocturna (COMPLETA) romance Capítulo 11

—Conste que a ti se te ocurrió ir a la piscina —me entregó la secadora de pelo y yo le agradecí—. Te voy a preparar un té.

—¿No están tus empleados?

—Les di el día libre a todos.

—No le pongas veneno a mi té, Hummel —lo miré con los ojos entrecerrados.

—Lo voy a pensar, Carlson.

Caminó hacia la cocina y comencé a secarme el cabello mientras que de vez en cuando metía la secadora por el gran suéter que me había prestado Mikkel para calentar mi torso.

Realmente había sido una mala idea meternos a la piscina, ahora estaba temblando y estornudando como loca. Al parecer me va a dar un fuerte resfriado.

—Si quieres yo puedo calentarte el cuerpo, pero debes secarte el cabello, Alyssa.

Gruñí, no tengo ganas de que me moleste.

Hummel llegó hacia mí y me entregó la taza con el líquido casi hirviendo, lo que me ayudó a calentar mis manos también. Tomó la secadora y comenzó a secar mi cabello, haciendo que mi ceño se frunciera al notar su extraña amabilidad.

—No soy una niña pequeña.

—Gracias a Dios —murmuró.

Le di un sorbo al té y chillé cuando sentí como mi lengua se quemaba por éste.

—Ay, ay —me quejé dejando la taza sobre la mesa de centro. Intenté tirarme viento con las manos mientras escuchaba la risa de Mikkel.

—Pues, parece que sí eres una niña pequeña, Aly.

¿Aly? ¿Desde cuándo me tiene un apodo?

—No te rías, no es gracioso. Me saldrá una ampolla porque ¡tú! me hiciste un té hirviendo.

—Uy, perdón por intentar cuidarte.

—No te lo pedí.

Tiró un mechón de mi pelo y siguió con su trabajo. Reí al sentir nuestra conversación tan inmadura.

—Cállate o te callaré yo.

—Bla bla, puras patrañas.

—Pareces una niñita, compórtate.

—No es mi culpa que tú seas un abuelito gruñón.

Apagó la secadora y dio vuelta la silla donde estaba sentada, haciéndome quedar frente a él y a la altura de su entrepierna por lo jodidamente alto que es.

Subí la mirada para mirar su cara y no otra cosa (que en realidad me interesa más mirar) y sonrió de forma malvada. Puso su mano en mi cabeza y acarició mi cabello.

—Te puedo demostrar que no soy un "abuelito"

Ay, desde esta posición no puedo concentrarme

Abrí la boca para hablar, pero no sabía qué decir, así que mejor me quedé calladita para no hacer el ridículo. ¡Siento que voy a balbucear y claramente esa no es la idea!

Siempre dignas, recuérdenlo.

—¿Te pongo nerviosa? —negué dándole una mirada fulminante—. Habla Aly, ¿o te comieron la lengua los ratones?

—¡Agh! ¿Ya terminaste con tu trabajito? Quiero dormir, estoy cansada.

—Pesada —murmuró y se alejó—. Pero quédate acá unos segundos. Te tengo algo.

Desapareció de mi vista y por fin pude respirar correctamente. Ese momento había sido muy extraño pero interesante a la vez

Esperé a Mikkel mientras me tomaba el té. Me acomodé en la silla cuando lo vi acercarse con una gran caja de terciopelo negra.

—Toma —me la entregó y la abrí de inmediato. Hace demasiado tiempo que ningún hombre (además de mi padre) me daba un regalo, así que estaba emocionada.

Abrí los ojos impresionada al ver el vestido Versace que había usado en la pasarela, el mismo que él compró—. Te veías muy bien con él, claramente tenía que ser para ti.

—Muchas gracias —le sonreí y volví a cerrar la caja—. Aunque deberías regalárselo a tu secretaria como disculpas por haberla dejado sola en la fiesta —alcé mi ceja.

—Estoy seguro de que a ti se te ve muchísimo mejor de lo que se le vería a ella.

—Pues sí, yo también estoy segura de eso —bromeé encogiéndome de hombros —. ¿Cómo dormiremos hoy?

—Lo siento —murmuré cerrando los ojos para intentar dormir y así dejar de ser tan entrometida.

—¿Nunca has tenido una mala experiencia en la sala privada del nightclub? —se giró quedando frente a mí. Aproveché de mirar su rostro más detalladamente.

—Una vez, pero Joshua entró a la sala antes de que el problema pasara a mayores.

—¿Y no hay forma de que solo hagas tu show sin tener que hacer bailes privados?

—¿Por qué lo dices? —fruncí levemente mi ceño.

—No sé, creo que es peligroso para ti estar sola con cualquier hombre en una sala.

—No me preocupo por eso, Joshua siempre está ahí cuando lo necesito, así que tranquilo, nada me va a pasar —frunció los labios al momento en el que nombré al guardia del nightclub.

—No me cae bien ese tal Joshua, es muy entrometido.

Reí al escuchar su comentario. Su voz había sido como la de un niñito enojado.

—No es entrometido, sólo hace su trabajo que es cuidar de nosotras y del club.

—En realidad parece tu guardaespaldas, pareciera como que sólo le interesa cuidarte a ti.

—Bueno, no sería mala idea tenerlo como guardaespaldas, así él se hubiese encargado de ti cuando comenzaste a molestarme —atrapé mi labio inferior con mis dientes para no soltar una risita al ver su rostro desencajado.

—¿De verdad soy una molestia para ti?

—Mmm... Lo serás si no te acercas a mí y me abrazas. De verdad tengo mucho frío, no me siento muy bien.

No esperó ni un segundo para acercarse a mí y rodearme con sus brazos, dejando mi cabeza en el hueco de su cuello.

Este hombre huele jodidamente bien

—Duerme, si te sigues sintiendo mal en la noche sólo despiértame.

—Está bien, buenas noches.

—Buenas noches, Aly.

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