—Dios, se ve incomodísimo ese sofá -murmuré al ver a Joshua durmiendo bastante chueco.
Fui hacia la cocina y puse a hervir agua. Abrí el refrigerador e hice una mueca al no ver demasiada comida. Quería hacer un buen desayuno para él, pero en realidad no tengo demasiados ingredientes, así que terminé haciendo omelet es con café.
Caminé lentamente y bien concentrada para que los platos y las tazas no se me cayeran. Dejé la comida en la mesa y me acerqué a Joshua, lo miré y reí. De vez en cuando hacía muecas y sonreía como si estuviera teniendo el mejor sueño de su vida.
Me quedé allí unos minutos esperando que se despertara pronto para que no se le enfriara el café. Tal vez debí haberlo hecho cuando despertara.
Tomé mi celular y vi un mensaje de Mikkel. Mordí el interior de mi mejilla antes de abrir su chat.
"Espero que hayas dormido bien. Estoy haciendo lo posible para fiarme de Joshua, no quiero que te enojes conmigo porque desconfío de él. Dame un poco más de tiempo. Te quiero"
No tengo que darle tiempo para eso. No tiene por qué "fiarse" de Joshua, yo de todas formas seguiré siendo su amiga aunque Mikkel desconfíe de él.
Preferí dejarle el visto. ¿Para qué llevarle la contraria? No tenía ganas de pelear hoy, quiero tener un día tranquilo.
—Buenos días —la voz de Joshua estaba más ronca que nunca. Se estiró mientras bostezaba y sonrió.
—Buenos días Joshuita, el desayuno está listo.
Se frotó los ojos y se puso de pie acomodándose un poco la polera. Caminamos hacia la cocina y me senté frente a él.
—¿Dormiste muy mal? —soplé mi café. Ladeó su cabeza de un lado a otro.
—Más o menos, de todas formas pensé que sería peor.
—Lo siento tanto, Joshuita.
—¿En serio me vas a decir así? Es horrible.
—¡Oye! Es un apodo con cariño —hice un puchero—. No lo puedes encontrar horrible, tienes que acostumbrarte a él.
—¿No hay alguna forma de que me inventes otro apodo? —negué. Llevó un poco de omelette a su boca—. Está bien, me rindo.
Sonreí victoriosa. Me acomodé un poco en mi asiento y suspiré.
—¿No se te hace difícil trabajar en un lugar lleno de mujeres?
—Al principio era muy raro e incómodo, más cuando algunas me invitaban al camerino para hacer tú ya sabes qué.
—¡Dios! Había escuchado que muchas te encontraban guapo, pero no pensé que habían llegado a ese punto —fruncí el ceño con gracia—. Pero bueno, las chicas son muy hermosas y tú también eres bastante atractivo, no es tan raro que te hayan hecho esas invitaciones indecentes.
—En algunas ocasiones llegué a sentirme acosado, algunas al saludarme me tocaban el trasero —hizo una mueca—. Pero bueno, pasó el tiempo y ahora se portan todas muy bien conmigo, ya no paso momentos incómodos con ellas.
—¿Te gusta tu trabajo entonces?
—Pues sí, puedo beber gratis, estoy toda la noche con buena música y me hago el chico malo cuando veo que uno de los clientes está haciendo problemas.
—A mí me causa gracia verte en esa faceta. Yo sé que en realidad eres muy tierno, entonces me cuesta un poco creerte el papel de chico malo.
—Es que tú me conoces, pero los hombres que van al nightclub de verdad se creen mi actuación —se encogió de hombros con una linda sonrisa. Terminé mi omelette y miré mi celular para ver la hora. Eran las 10 AM.
—¿Te digo algo?
—Claro, lo que quieras —alzó sus cejas expectantes.
—Bueno, como sabrás de vez en cuando trabajo como modelo. No soy una experta, nunca he hecho un curso de modelaje ni ninguna de esas mierdas, sólo se fijaron en mí por ser la hija de Jeffrey Carlson —moví la mano restándole importancia—. Y por eso mismo, me he hecho amiga de diseñadores y marcas bastante conocidas. Podría tener cierta influencia sobre ellos.
—No estoy entendiendo —apoyó sus codos en la mesa y me miró confundido.
Caminé hacia las escaleras y golpeé su puerta.
—¡Pase! —la abrí y entré. Estaba en el escritorio tecleando en su computador mientras escuchaba a Bruno Mars—. Hola desaparecida, ¿qué tal todo?
—Todo bien —me senté en la cama y miré su computador—. ¿Te gustó el colegio?
—Sí, pero los demás profesores no me miran con muy buena cara. Soy el más joven de todos, escuché que algunos tenían miedo de que pudiera hacerle algo a las alumnas —puso una voz extraña. Bufó—. Yo jamás les haría algo a ellas, pero lamentablemente los demás profesores piensan que sí.
—Bueno, aún no te conocen, sólo tienes que darles tiempo para que se den cuenta de que eres totalmente inofensivo —puse mi mano en su espalda y le di palmaditas—. ¿No tienes ninguna compañera que te llame la atención?
—La profesora de deporte es muy guapa, pero sinceramente no he podido dejar de pensar en Chyler. Esa chica es una diosa, tiene una combinación de dulzura y maldad que de verdad me tiene loco, y eso que sólo la he visto una vez.
—Chyler es maravillosa, tiene un muy buen sentido del humor y es muy guapa. ¿Por qué no la invitas a salir? Si quieres te doy su número.
—No sé, dudo que quiera salir conmigo. Ella es muy divertida y yo soy un jodido profesor de Historia, debe pensar que soy un aburrido de mierda —bajó un poco el volumen de la canción.
—Piensa que eres muy guapo, Andreus —me miró con las cejas alzadas y asentí—. Confía en mí, te dirá que sí de inmediato.
—Bueno, dame su WhatsApp para cuando me atreva a hablarle —dijo. Sonreí victoriosa y tomé mi celular.
Estoy segurísima de que esos dos harían una pareja perfecta, pero lo que me preocupa un poco es que en algún momento llegue a saber que Chyler trabaja en un nightclub. No sé cómo reaccionaría, no lo conozco demasiado como para saber qué va a pensar al respecto.
—¿Te quedaste a dormir donde Chyler?
—La verdad no, ayer me emborraché y la llamé pero estaba ocupada, así que tuve que irme a la casa de un amigo. No le cuentes a nadie.
—Eres muy mentirosa, ¿sabías?
—Si supieras todas mis mentiras y secretos te quedarías impresionado, Andreus.
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