—Esa mujer no entiende nada —me subí enojado el pantalón y me puse de pie. Alyssa seguía en el suelo con su ceño fruncido-¿—. No bajes, si Shay te ve hará lo que sea para que todos sepan lo nuestro.
—¿Y me quedo acá como idiota?
—Bueno, lo digo por ti. Eres tú la que no quiere contar lo nuestro —estiré mi mano para ponerla de pie, pero me esfumó con la mirada. Se levantó sin mi ayuda y se sentó en la cama con mala cara—. No te preocupes de nada, Shay me está pidiendo dinero o que vuelva a darle trabajo.
—¿Cree que eres su sugar daddy o algo así? —bufó—. ¿Tanto le cuesta ir a buscar trabajo a otro lugar?
—Supuestamente lo ha hecho, pero no le ha ido bien.
—¡Por supuesto! Les debe estar dando una mala impresión para que no le den el trabajo y así poder volver a tu empresa —sonrió con falsedad.
—De todas formas, no la ayudaré —me acerqué a ella y acaricié su mejilla—. Que linda te ves cuando estás celosa...
—¡MIKKEL! —gruñí cuando escuché a Shay golpeando la puerta con fiereza. Alyssa intentó ponerse de pie para ir hacia ella, pero la detuve—. ¿PIENSAS TENERME TODA LA NOCHE ESPERÁNDOTE?
—¿Qué se cree? ¡Suéltame, Hummel! —golpeó mi mano para que soltara mi agarre.
—¡Pues sí! ¡No estoy obligado a hablar contigo, loca! —grité y volvió a golpear la puerta. Temí que pudiera tirarla abajo—. ¿Qué tal si te escondes por unos minutos? —Alyssa negó de inmediato.
—¡DE SEGURO ESTÁS CON UNA DE TUS ZORRAS! —puse los ojos en blanco. Aly se puso roja de lo furiosa que estaba—. ¡VOY A VIVIR EN LA PUTA CALLE POR TU CULPA! ¡ABRE LA MALDITA PUERTA!
—¡ZORRA TU ABUELA, HIJA DE PU...! —tapé su boca con mi mano y negué con vehemencia. Alyssa volvió a golpearme.
No sabía en lo que se había metido
—¡SAL DE AHÍ, MUJERZUELA! ¡NECESITO HABLAR CON ÉL!
—¡Voy a llamar a la policía si no se va! —escuché como Kasia gritaba.
Claramente no tan fuerte como lo hacía la loca que tenía como secretaria.
—¡ANDA A LIMPIAR EL BAÑO, SIRVIENTA DE MIERDA!
Y bueno, supe que ese momento no iba a acabar bien cuando Alyssa me dio con su rodilla en la entrepierna para que soltara mi agarre. Mientras me retorcía de dolor, intenté llegar hasta ella antes de que pudiera encontrarse de frente con ese monstruo.
Pero no alcancé
—¡JAMÁS EN TU PUTA VIDA VUELVAS A HABLARLE ASÍ A KASIA! —abrió la puerta con agresividad.
Shay iba directo hacia ella para golpearla, hasta que vio quién era. Alzó una ceja y sonrió con burla cruzándose de brazos
—¡Señorita Carlson! Que sorpresa verla por acá. ¿Su padre sabe que está acostándose con su socio?
—¡Shay! Que bueno verte —rodeé su cintura atrayéndola más a mí—. ¿Cómo está tu bebé imaginario? ¿Sigues pensando que con un embarazo falso vas a quedarte con el dinero de Mikkel?
—Al parecer la única que se quiere quedar con su dinero eres tú, querida —Shay hizo un puchero.
—Yo ya tengo suficiente dinero, querida. No necesito más —Alyssa rió a carcajadas—. ¿Algo más que decir?
—¿Desde cuándo están haciendo esto? ¿Tu padre sabe? ¿No te da vergüenza tener sexo con su socio? Supongo que no es primera vez que lo haces, ¿o sí?
—Nosotros no tenemos sexo, Shay. Nosotros hacemos el amor —hablé antes de que mi rubia contestara. Rió con ironía.
—¿Hacen el amor? ¡Por favor! ¿Dónde está la cámara oculta? Porque supongo que esto es una broma.
—¿Terminaste? Necesitamos acabar lo que estábamos comenzando justo cuando se te ocurrió venir a hacer tu escenita penosa —Alyssa puso su mano en mi pecho y la miró con burla.
—Deberás tener paciencia, porque tenemos mucho de qué hablar, Alyssa.
—¿Ah, sí? ¿Y de qué tendría que hablar yo contigo?
—De lo peligroso que es para ustedes que yo le cuente a tu querido padre la relación que tienes con Mikkel, pero podríamos hacer un trato y prometo que desaparezco completamente de sus vidas sin abrir mi boca.
—Habla rápido, Shay. ¿Cuánto dinero quieres? —gruñí y me miró con una sonrisa victoriosa.
—Medio millón de dólares.
Alyssa dirigió su mirada hacia mí. Me encogí de hombros y asentí. Frunció el ceño y volvió a mirarla.
—¿Y cómo sabemos nosotros que no le dirás después de tener el dinero?
—Ay, de verdad. A mí no me interesa contarle eso, ustedes me dan el dinero y todos felices. ¿Qué les parece?
—¿Cuántos años tienes, Kasia?
—Veintitrés —contestó—. Bueno, quería darte las gracias por haberme defendido, Alyssa.
—¿Por qué le hablas así? —fruncí mi ceño.
—Yo le dije, no me gustaba que me dijera "señorita". Es sólo tres años mayor que yo. De hecho, creo que podríamos ser todos muy buenos amigos
—Alyssa... —murmuré. Me dio un codazo y volvió a hablar.
—¿No creen que ya es momento de arreglar las cosas?
—Ya no hay arreglo.
—No seas así, Mikkel. ¿Por qué no te olvidas de lo que pasó? Kasia está arrepentida y estoy segura de que en el fondo la extrañas, cariño —acarició mi mejilla—. Yo me voy a ir ahora, ¿pueden hablar de esto?
—¿No te quedarás a dormir?
—Prefiero que no.
Me besó y se puso de pie. Tomó su cartera y caminó hacia Kasia.
—Tú sabes que es muy cabezota, no lo tomes en cuenta. Sé que si hay arreglo —besó su mejilla y se fue.
Me crucé de brazos y miré a la chica que tenía frente a mí.
—No creo que sea necesario hacer esto, no tiene sentido.
—Yo si creo que es necesario, Kel.
—No me digas así —puse los ojos en blanco.
—Sé que cometí un error, sé que me odias por eso y lo entiendo. Pero también tienes que recordar que eso pasó hace años, yo era muy inmadura y no sabía lo que estaba haciendo, Mikkel.
—Sabías perfectamente lo que hacías, Kasia. Sabías que me gustabas, pero te enamoraste del hijo de puta que me hacía la vida imposible —me puse de pie —. Te enamoraste de mi peor enemigo, del chico que se rió mil veces de mí porque mi madre había muerto. Eso no te lo perdonaré nunca —la miré por última vez con desprecio y caminé hacia las escaleras.
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