EL EROR PERFECTO romance Capítulo 17

Estaba a favor de ésta nueva actitud de Diana. Pero no confiaba en Andrew. Sabía que iba a hacer algo para borrar ese optimismo de ella. Llegaron al edificio de la empresa. Estaban llegando al sótano. Ian tomó la mano de Diana.

—¿Estás segura de esto? —preguntó por cuarta vez.

Ella asintió. —Lo estoy Ian, —suspiró— lo que pasó ayer no volverá a ocurrir. No aceptaré más abusos por parte de Andrew.

—Me parece la decisión correcta —no se atrevía a preguntar acerca de lo que había sucedido con ellos. La verdad era que le espantaba un poco saber la respuesta. Aunque eso no afectaba su buen humor. Le sentaba muy bien el saber que Diana y él estaban en sintonía.

Bajaron del automóvil, de la manera más casual. No dejaba de sentirse alerta. Miraba a los lados. Se arregló un poco le cuello de la camisa. Tenía una sensación extraña cuando entró al elevador.

—¿Te pasa algo? —preguntó Diana.

—No —respondió— no pasa nada.

Quería tomarla de la mano. Estaba muy seguro que no estaría de acuerdo con eso. Al llegar, era lo mismo de todos los días. Los murmullos y comentarios mal sanos.

—Buenos días, señor —dijo la recepcionista. —Buenos días, Diana —la saludó con amabilidad. Al menos alguien sincero, pensó.

—Buen día —contestó Ian.

—Hola Karla —saludó Diana.

Los miraban de pies a cabeza. No sabía si eran por los golpes de su rostro ó si era la curiosidad que los estaban matando. Por supuesto que sabía que era lo último.

Diana entró a su oficina que ahora estaba de manera decente. No como el día anterior que parecía como si la guerra en el medio oriente estuviese situada ahí. Ian entró con ella y cerró la puerta. Tomó a Diana suavemente por la cintura.

—Dejaré la puerta de mi oficina abierta —le dio un beso en los labios—, no quiero perderte de vista.

—De acuerdo, no me opondré —ella respondió el beso.

—Espero que Andrew no la cague hoy.

—Eso es imposible —agregó Diana riéndose.

Salió de la oficina dejando completamente la puerta abierta. La mañana transcurrió muy tranquila y serena. De vez en cuando daba una mirada hacía la oficina de Diana. Estaba sumergida en su trabajo. El sonido de su teléfono celular interrumpió ese momento.

—Me vas a volver loco. ¡Joder, Ian! —Su amigo estaba un poco alterado.

—Hola, para ti también.

—La verdad que no te entiendo, Ian.

—Explícate. Porque no entiendo nada.

—Te enviaré el link. Estás en todas las noticias sociales.

—Ah no hay problema fue un mal entendido. Andrew retiró la denuncia.

—¿De qué jodida denuncia me estás hablando? —quiso saber Alan.

—¿De qué noticias me estás hablando, entonces?

—Escucha. Los titulares de la prensa italiana afirman que te has reconciliado con Mónica.

—Eso no es cierto y tú lo sabes bien.

—La foto fue tomada el día de la firma del divorcio. En el restaurante.

—No pasó nada y eso tú lo sabes. Estabas ahí con nosotros.

—Por eso mismo te llamo. La foto fue tomada como si estuvieses besándola.

—Mierda. Quiero verlo ahora mismo.

—Te he enviado el link. Esto complica un poco las cosas.

—De acuerdo. Gracias por avisarme.

La llamada fue finalizada. Enseguida Ian estaba viendo la noticia en una revista de chismes: "El magnate y la modelo hacen las paces". La pareja fue vista celebrando su reconciliación según nuestra fuente de información.

La foto efectivamente fue la noche en la cual Mónica firmó el divorcio. Estaba totalmente alterada. Nada de lo que parecía a simple vista era verdad. Lo que estaba leyendo era una mierda, debía decirle a Diana inmediatamente. No podía haber malos entendidos entre ellos. Salió directo a verla. Como no adivinarlo, Andrew estaba con ella. Cómo le molestaba que la acosara de esa manera.

—De acuerdo Diana. Nunca me dirás quién es el padre de tu hijo, ¿cierto?

—Estás en lo correcto —la voz de Diana era fría.

Él estaba en la puerta mirando la escena.

—Quiero saber el nombre. No puedes negarme ese derecho.

—Estás de atar, Andrew. Ese no es asunto tuyo.

En ese momento ella alzó la vista y se encontró con la dura mirada de Ian.

—Quiero el nombre —exigió Andrew.

—El nombre no es necesario. —se encogió de hombros—. Lo que si voy a decirte es que Ian estará a mi lado en todo esto. Así que, si tú quieres pensar en un padre para mi hijo, creo que el perfecto sería él —señaló a Ian quien la miró como si tuviera dos cabezas.

—¿Ian? —se echó a reír—¿El padre de tu hijo?

—¿Por qué no? —preguntó el aludido.

—Todo el mundo sabe de nuestra amistad —los señaló a ambos.

Diana se levantó de su silla y pasó por un lado de Andrew empujándolo.

—Quieres el nombre del padre de mi hijo. ¿Si o no?

—Sí —respondió Andrew—, quiero saber.

—Pues aquí lo tienes... —señaló a la puerta—. Ian Cooper. Un nombre. Un apellido. —los miró a ambos—. Ahora si me disculpan. Soy una mujer embarazada, necesito usar al baño a cada rato.

Al salir sin que Andrew se diera cuenta le guiñó un ojo a Ian, quien sonrió y negó con la cabeza.

—Realmente eres un cabronazo, Ian —dijo Andrew burlándose.

—Por supuesto, que lo soy —se encogió de hombros.

—Ahora, serás el padre sustituto —se rio con ganas.

Jamás pensó que Diana le soltara de esa forma la noticia. Era tan idiota que no lo creía —Puedes reírte, pero es cierto.

—Me pregunto cuál será la reacción de Mónica, cuando se entere que estás en este drama con Diana.

—No debería tener reacción alguna. ¿Por qué lo dices?

Al menos Mónica no se había comunicado con él.

—Yo lo digo por tu reconciliación con ella en Roma —dijo en tono sarcástico.

—No hubo ninguna reconciliación, Andrew —lo mejor era que se enterara de una vez.

—Eso no es lo que dicen las noticias en las redes sociales.

—Eso no es cierto —dijo Ian con los dientes apretados.

—Está en internet —palmeó su brazo—, la foto es reciente.

—¿De qué foto hablan? —preguntó Diana detrás de Ian.

—Ah... ¿Es qué tu no lo sabes? —preguntó inocentemente.

—Obviamente que no.

—Ian fue a Roma a reconciliarse con Mónica. Así que le estaba preguntando si ella estaba de acuerdo con eso.

La cara de Diana palideció ante la información.

—Eso no es cierto, lo que si es cierto es que estábamos celebrando.

—¿Qué cosa? —preguntó Andrew—. Me imagino que era la reconciliación, la foto fue tomada en el restaurante en donde te hospedaste.

—¡Vaya! —exclamó Diana. —No sabía que eras de los hombres que le gustan los chismes —luego miró a Ian esperando a que diera una explicación.

—Estábamos celebrando la firma de nuestro divorcio.

—¿Qué dices? —preguntó de nuevo Andrew, pero esta vez un poco enojado— ¿Mónica firmó el divorcio?

—Eso es correcto —sonrió a Diana y su cara volvió a tener color.

—¡No puedo creerlo! —exclamó Diana, y se le lanzó encima y lo abrazó. —¡Felicidades!

Ian la abrazó fuertemente y por un momento se olvidaron que Andrew estaba con ellos.

—Yo no cantaría victoria todavía —Andrew les explotó la burbuja—. Mónica es de armas tomar y te aseguro que la noticia de tu paternidad sustituta no le sentará muy bien.

—Ella puede pensar y hacer lo que quiera ahora. Estamos divorciados.

—Necesito que hablemos, Diana —miró a Andrew. —En privado. En mi oficina, por favor.

—De acuerdo. Vamos.

Ian le indicó a Diana el camino y cuando ella entró inmediatamente cerró la puerta. La tomó de la cintura y la empujó contra la pared.

—Siempre me sorprendes —buscó su boca para darle un beso desesperado.

Ella le respondió el beso enredando su lengua con la suya y colocando sus brazos alrededor de su cuello. Diciéndole con eso que sus miedos estaban desapareciendo. Su respiración se volvió agitada. Diana rompió el beso.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —reprochó Diana.

—A penas ayer por la tarde salió la sentencia de divorcio.

—Está bien —lo besó de nuevo—. ¿De qué foto hablaba Andrew?

—No tiene importancia, pero te lo diré —la soltó de mala gana y fue con ella hasta el escritorio para mostrarle de lo que estaban hablando— ¿Ves? Es una foto alterada.

—¿Pero estuviste con ella?

—Sí —confirmó—, Mónica estaba con Alan. Mientras yo estaba hablando por teléfono contigo —Diana asintió—. Esa foto está totalmente alterada.

—Está bien. Entiendo.

Ian la abrazó.

—Estoy feliz de que le hayas dicho a Andrew, que soy el padre de tu hijo.

—Peor el idiota no lo cree —dijo Diana riéndose.

—Creo que ahora Diana es hora de que definamos nuestra situación —hablaba seriamente.

—Ahora todo será un poco más fácil.

—Diana... —tomó una de sus manos—. Creo que es hora de que te cases conmigo.

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