El precio de tu Amor romance Capítulo 15

Debía ser una broma que ahora mismo Andrew White estaba siendo directo como un filo que no avisa a su entrada. Él estaba mirándola con desafío, y aunque no tenía experiencia con hombres, era muy claro que su mirada gritaba “deseo” por donde fuera.

«¿Cómo iba a poder resolver todo este asunto después de todo?», este hombre no le importaba, él no tenía los problemas que a ella le sobraban, y después de esto, saldría con otra mujer sin importarle a nadie más ni mucho menos su vida, además, su padre lo había dicho, estaba enamorado hasta la médula de esa mujer, y Nat sabía que ella no iba a poder hacerlo cambiar de idea.

Que se sintiera atraído por ella era otro cuento, y que aprovechara esa oportunidad, no se debía a que pudiera conquistar su corazón, además, no podía arriesgarse a nada de esto, amar era una situación muy diferente de lo que ella tenía planeado, jamás se enamoraría de nadie, el amor de pareja volvía ciega a la gente, y su madre era el vivo ejemplo de ello, su misma hermana mayor que cambiaba de parejas con relaciones extremadamente largas y volvía más vacía que nunca cada vez.

Ella no quería un hombre en su vida, ni una persona que terminara de joder el camino en el que literalmente debía sobrevivir.

«Esto es un juego», se repitió cerrando sus ojos, «es un simple juego, y no hay vuelta atrás».

Su carrera era lo único importante ahora, y lo único que tendría sentido para ella, hoy, mañana y siempre.

Natali pudo sentir la respiración caliente del hombre, como también pudo aspirar su olor que se estaba metiendo por toda ella, en ese momento se preguntó si hubiese sido otra la circunstancia, se hubiese dado la oportunidad de disfrutar un momento como este.

Sin embargo, después de que cerró sus ojos y pensó que iba a sentir esa boca nuevamente, unos dedos duros apretaron su cara, para moverla de forma un poco brusca.

—Mírame… —escuchó como Andrew le ordenó y sus labios casi rozaban los de él, tenía la boca entre sus dedos en un agarre fuerte, pero esta vez los ojos del hombre estaban posicionados en sus ojos—. ¿Quieres que lo sea? —repitió.

Ella pasó un trago duro desviando la mirada a su boca apretada.

—Tal vez… tal vez… esta vez no seas tú quien deba ser el lobo…

«¿Por qué era tan idiota?, ¿Cuál lobo?», ella ni siquiera se había acostado con nadie en su vida, quería golpearse a sí misma por tanta estupidez.

Pero a Nat no le dio tiempo de razonar por mucho tiempo cuando la mirada del hombre volvió a cambiar, ella podía jurar que desprendía la furia sobre toda su existencia.

—Tienes toda la razón, detesto la caza, y odio las insinuaciones… jamás seré la presa aquí, ¿me escuchaste?, ahora cambié de opinión, repentinamente. No soy uno de esos lobos, Natali, no me interesas como mujer…

Los ojos de la chica se abrieron, allí estaba de nuevo cierta decepción y dolor en su pecho por las palabras duras de este hombre, y definitivamente su ego y orgullo se había herido hasta lo más profundo.

Andrew soltó su cara y de inmediato se posicionó firme para mostrarle un porte arrogante, disminuyéndola con la mirada, y volviendo a ser el cretino de mierda que era.

—Eso es genial —Nat se apresuró a agregar parpadeando y tragando saliva—. Pues, podremos trabajar con comodidad, y seremos buenos amigos… entonces… ¿Qué dices?, ¿Nos vamos?

Andrew estaba perplejo, ella definitivamente estaba loca o algo se traía entre manos. Sin prestar atención tomó sus cosas ya arregladas y comenzó a caminar apresurado para ir a su auto. Por la hora, debía primero almorzar y luego se presentaría a la agencia, a menos que tuviese un teléfono en mano y…

Se dio la vuelta para encontrar a Natali detrás de él con la cabeza gacha.

—¿Tienes un móvil?

Nat se detuvo de golpe sin entender muy bien su pregunta, pero se apresuró en preguntar.

—¿Móvil?, ¿necesitas un celular?

—Así es… ¿Tienes uno, o no?

Sus mejillas se tiñeron de rojo sangre mientras buscó en su bolso su “teléfono”, pues para ella era suficiente, pero, no estaba segura de que para el individuo frente a ella lo fuera.

Con manos temblorosas sacó su móvil, y rezó porque Jarol no fuese a marcar, pensó de inmediato que debía cambiar el nombre de “señor White”, por “pagos”.

Eso haría en cuanto tuviese la oportunidad.

Desbloqueó el aparato y lo pasó comprobando que no hubiese notificaciones, pero en cuanto vio el ceño pronunciado de Andrew, su garganta se apretó.

Andrew pudo detallar el estado del móvil, las fisuras por toda la pantalla y una cinta adhesiva que parecía sostener la carcasa del aparato. Sin embargo, su atención se centró en la imagen que había en la pantalla.

Allí estaba Natali abrazando a una mujer muy parecida a ella que trataba de sonreír, pero que parecía muy cansada. No supo por qué dicha imagen estremeció repentinamente su cuerpo, pero ya estaba pensando que esta chica tenía algo de lo que aún no podía descifrar, que le desconcertaba por completo.

No esperó un segundo más y marcó a un número conocido para él de la telefonía. Cualquiera podía contestarle, pero podía pedir hablar con Kamil para que agilizara su procedimiento.

—Puedo hablar con Kamil… mi nombre es Andrew White… —Nat lo escuchó mientras hacía que no estaba atenta en sus palabras.

Supo de inmediato que cuando escucharon su nombre iban a pasarle de inmediato a la mujer que había solicitado. «¿Por qué no tendría un móvil un hombre como él?»

—Kamil, ¿puedes enviarme un móvil…?, perdí el mío —Nat vio como él se giró y la miró intensamente—. Está ahora en el fondo de una piscina, no sé si podré recuperar todo, y por supuesto está de más decirte que quiero el mismo número… de acuerdo, gracias, Kamil… de acuerdo. ¿Dirección?

Andrew se despegó el móvil, ahora sí que no podía zafarse de esta chica, y mirándola le preguntó:

—Iré a comer por aquí cerca, ¿vienes? —la sonrisa de Nat se ensanchó y asintió.

—Claro…

—Kamil —dijo él apartando la mirada y volviendo a la conversación—. Necesito el aparato urgente, ¿puedo enviarte la dirección por este número?… gracias… eres un amor.

Andrew finalizó la llamada y recibió de inmediato una notificación de Kamil como se lo había prometido. Entró en la conversación y colocó una carita para que supiera que pronto le enviaría la dirección, sin embargo, no supo por qué estaba tecleando de más, enviando el siguiente mensaje.

“Kamil, lo olvidé, necesito dos equipos, puedes enviar de la misma marca, y puedes distinguirlo en el color, el segundo que sea para una chica”

Enviando el mensaje, guardó el móvil en su bolsillo mientras se fue a tocar el hombro a Nat, que, como cosa no muy rara, estaba distraída.

—Nos vamos…

Se sentó en su asiento no dejando de observar todo el lugar y sin poder evitar que la boca se le ampliara.

—¡Es un lugar muy bonito! —dijo para nadie no pudiendo retener la expresión en su boca.

—Lo es —escuchó al hombre frente a ella, mientras pudo centrar su mirada en él de nuevo.

Sus ojos estaban totalmente en toda ella, como si estuviese pensando y maquinando a la vez. Nat guardó sus manos rápidamente bajo la mesa, y trató de no dejarse apabullar por su personalidad arrasadora.

—Me impresioné mucho al saber tu especialidad… pero sobre todo en como tratas con el paciente…

Andrew se recostó en el asiento y ella pudo jurar que lo hacía apropósito, ahora se veía muy relajado, y su rostro se veía jodidamente espectacular en esa sintonía. De inmediato el mismo hombre que los recibió en la entrada puso las cartas en la mesa, sin dejar que ella pudiera alargar la conversación y pensando que se retomaría después de ello, al contrario, Andrew hizo que el hombre se quedara hasta que decidieran por pedir.

Ella no miró mucho la carta, de hecho, la cerró a los segundos mientras Andrew de reojo la observó.

—Tráiganos lo mismo… —indicó él al camarero señalando la carta, y el hombre recibió la orden enseguida, como si entendiera a la perfección a lo que se refería.

—Los pacientes son lo más importante para mí, y, deberían ser lo más importante para cualquier médico.

Nat alzó la mirada ante la repentina contestación, para afirmar ante la respuesta de Andrew.

—Eso lo sé, solo que, la mayoría se vuelve fría con el tiempo en este ámbito.

—Eso depende de cada quien, Natali. Pero me gustaría saber uno cosa aquí… —su cuerpo entró nuevamente en tensión cuando él se dispuso a acercarse, había una nota indescifrable, y ya estaba atenta en saber que Andrew no era un tonto, él buscaría la forma en descubrir qué tramaba ella, y el porqué de sus apariciones tan casuales—. ¿Por qué estás estudiando medicina?

Todo en su cabeza y junto con su estómago, se revolvieron. Si lo pensaba ahora, desde el primer momento en que tuvo que colocarle un paño a su madre con hielo, y si lo analizaba, apenas tenía cuatro años cuando comenzó a entender sobre sus golpes. O las marcas en su cuello, y aquellas gotas de sangre que tuvo que secar en determinadas circunstancias.

En muchos momentos se desesperó por buscar un alivio para su mamá, y en cuanto llegó a su escuela y escuchó a su profesora favorita, aquella que acariciaba su cabello con dulzura, hablar de las profesiones a futuro, la palabra “médico” salió de desde el fondo de sus entrañas.

Está bien, ahora que lo meditaba, había llegado demasiado lejos por su sueño, la medicina fue su escudo para poder resistir hasta ahora, y se había pasado de la raya para conseguirlo a toda costa.

Pero, «¿Cómo podía explicarle a alguien, que era lo único que tenía?, en lo único que podía sostenerse».

Esta vez ella no pudo evitar alzar su rostro y mirar a Andrew con seriedad. Quizás la mirada más sincera que había tenido para con él.

—Yo… solo quiero tener, por un instante, el poder de aliviar el dolor de una persona —Aunque trató, su voz se quebró un poco—. El poder brindar un alivio, de…

—Lo entiendo… —debía cortarla, porque esta vez Andrew no pudo ocultar su impresión, le fue difícil no mirar a través de esos ojos marrones, que, de cierta forma, y en este momento, estaban sacando a la luz toda su vida, en una sola frase…

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El precio de tu Amor