El precio de tu Amor romance Capítulo 22

Natali sintió como los dedos cálidos y firmes de Andrew apretaron su cintura, de cierta forma uniéndola más a su cuerpo de una manera… posesiva. Pudo evidenciar que su semblante había cambiado repentinamente, e imaginó que estos dos se traían grandes asperezas.

Y eso también porque recordaba como habían peleado en el estacionamiento de aquel club, gracias a ella.

Tampoco escuchó una respuesta de Andrew hacia su hermano, y por ese motivo observó como Adam dio unos pasos, bajando la intensidad de su sonrisa.

—¿Puedo saber el nombre?, ¿No vas a presentármela…?

En el momento en que vio a Andrew abrir su boca, ella se adelantó.

—No tengo un nombre para ti… —refutó hacia el hombre mientras el rostro de Andrew se giró pronunciando el ceño y de cierta forma afirmando una mediana sonrisa.

Adam borró su postura arrogante al instante, y solo pudo darle una mirada denigrante a la chica mientras negaba con la cabeza.

—No importa, Andrew no toma en cuenta a ninguna, no te encariñes… y toma todo el provecho que puedas sacar de esto antes de que… se aburra.

Andrew se despegó enseguida del tacto de Nat.

—Adam… —su mano iba directo al cuello de su hermano, pero Natali lo atajó rápidamente colocándose en medio e impidiendo otra discusión en público.

Sin embargo, supo que esas palabras de Adam, de cierta forma eran reales.

—Escucha… él no necesita ofrecerme algo para que yo esté aquí… ¿Acaso no puedes reconocerlo…? —los dientes del hombre se apretaron ofreciéndole una mirada de odio a Nat, mientras ella prosiguió—. Y… ¿Qué importa que se aburra?, ese no es tu problema.

Natali pudo sentir como Andrew rodeó su cintura.

—No necesitas defenderme… perdemos el tiempo con él, créeme —lo escuchó decir susurrando en su oído—. Y en cuanto a ti… hablaremos, a solas…

Adam le ofreció una sonrisa de mala gana a su hermano y con una señal militar dio media vuelta para desaparecer de entre la gente.

Ahora Natali no sabía qué hacer para mirar la cara de Andrew después de toda la verborrea que dijo, ni siquiera supo por qué tuvo la necesidad de defenderlo frente a su misma familia. Ellos se entenderían después, ya lo sabía por su propia hermana, porque a pesar de todo ella no podía odiarla.

Además… después de todo, Adam tenía razón.

Por una y por otra, ella se iría de su lado, si no es que Andrew se cansaba de ella antes.

—Entonces… —escuchó ese tono de burla de su boca antes de girarse—. ¿No tengo que ofrecerte nada…?

—No sigas por ahí —lo fulminó con la mirada mientras Andrew regresaba a la barra con su mano, arrastrándola.

Él se sentó, pero Nat quedó de pie, tan cerca como anteriormente se encontraban. Sus miradas estaban atentas a cualquier gesto, hasta que Andrew dictaminó:

—¿Qué crees que deberíamos hacer… con esto? —dijo apuntando su dedo hacia él y luego hacia ella.

—¿Esto? —ella preguntó muy nerviosa intentando ganar tiempo mientras Andrew sonrió de nuevo.

—Me gustas… —pasó un trago al escucharlo—. Y…

—También me gustas —se apresuró por decir entre tanto Andrew bajó la mirada a su boca.

Por un momento lo vio dudar, parecía que un pensamiento había entrado en él, haciéndolo ver agitado.

—Lo que dijo mi hermano…

—No me importa lo que diga él, Andrew, pero, ¿Qué tienes tú por decir?

Él llevó su mirada a la de ella para decirle muy cerca en un susurro.

—Tengo por decir que… —sus manos ya estaban en su cuello, y su boca cerca de su oído, fue imposible no estremecerse mientras sus ojos se cerraron—. No tengo nada para ofrecer, Natali… mi corazón está perdido desde hace mucho tiempo… aunque trato, no puedo, y… me he dado por vencido en este punto de mi vida.

Ella recibió las palabras como un puño en el estómago, no debía dolerle, pero sentía un calor intenso en todo su cuerpo.

En un paso, acercó su mandíbula al hombro de Andrew, y recostó su cabeza. Lo rodeó con los brazos, y sin poder evitar, sintió como él pasó de estar en tensión a relajar sus hombros.

No tenía nada que ganar, sabía ahora que perdería, seguiría perdiendo aquí. Pero sentía la necesidad de continuar. Y ni siquiera por la responsabilidad que tenía para con Jarol. Andrew, de cierta manera le importaba, y todo de ella le reclamaba por tenerlo en su vida, de alguna forma y por un tiempo.

—Andrew… —susurró cerca de su oído también, mientras él llevó sus manos a su espalda rodeándola.

—Déjame terminar… —él la cortó de inmediato ejerciendo cierta presión en su cintura—. Pese a todo esto, quiero que te quedes… sin tratos ni condiciones, solo, quédate…

Nat apretó sus ojos, debía huir, ella no necesitaba más problemas, no deseaba más golpes… lo más inteligente era irse, era cerrar esta puerta de este hombre que tenía su corazón muy lejos de aquí, o terminaría lastimándola…

—Me quedaré… —en el momento en que Andrew registró sus palabras, su cuerpo entero se puso tan duro que fue insoportable no pegarla duramente a su cuerpo.

«¿Por qué estaba haciendo ella esto?, ¿Por qué no lo mandaba a la mierda de una vez?», Natali era una mujer muy diferente de todas las chicas con las que había salido, y no tenía necesidad de aguantarse a un obstinado de mierda e inestable como él.

Unió su boca a la suya formando una sincronía perfecta, mientras todo, absolutamente todo, se descargaba dentro de él.

Esta vez el beso era suave, lento y tan profundo que fue una necesidad que ambos soltarán el sonido de sus bocas para unir más sus cuerpos y aliviar la tensión que se elevó a un punto límite.

Por primera vez en su vida, Natali deseó llegar a más con un hombre, por primera vez en su vida, deseaba que esto que estaba pasando, fuese real, y por primera vez sintió que sus pies no estaban tocando el suelo.

—Aquí están sus tequilas —Andrew se separó de golpe asesinando al hombre literalmente con la mirada, pero Natali se apresuró a reír.

—Gracias, eres muy oportuno.

El barman enrojeció y negando se dirigió hacia Andrew.

—Lo siento, señor, yo…

Andrew hizo una mueca y el hombre no tuvo más remedio que desaparecer enseguida.

—Vi ese gesto —apuntó Natali a su barbilla mientras Andrew le devolvía la sonrisa.

—Vas… A volverme loco con esa boca…

Natali tomó su tequila, sin sal y limón para apaciguar la reacción ante esas palabras, y no pudo evitar llevar la palma a su frente cuando sintió que el trago era mucho más fuerte de esta manera.

—¡Oh, mierda!, esto es horrible…

Esto era una jodida broma.

—Nat… —escuchó el murmullo de Andrew mientras su cuerpo entero vibró.

—¿Nat? —intervino Adam dando un paso hacia delante, intentando decir cualquier estupidez, pero su brazo fue atajado por Jarol de inmediato.

Jarol White le dio una mirada de advertencia a su hijo y luego caminó unos pasos hacia ella, y en ese instante vio como Andrew se levantó para restregarse los ojos.

Al principio pudo ver como su hijo se impresionó por la invasión de su visita, pero para control de Andrew, lo vio reponerse de inmediato colocándose de pie.

—¿Qué hacen aquí? —había enojo en los ojos de su hijo, para variar.

—Te he llamado varias veces… no has respondido a mis llamadas.

Andrew desvió la mirada en una Natali aturdida, y luego soltó el aire fastidiado.

—He estado ocupado.

—Eso vemos —agregó Adam, pero Jarol de nuevo negó hacia él para callarlo.

—¿Con quién tengo el placer? —con todo el propósito Jarol extendió la mano hacia Nat, y ella dudó un poco en recibirla.

—Natali… Simmons.

Andrew vio como sus manos se entrelazaron, y supo que debía salir prontamente de esta casa, porque por lo visto ellos no se irían tan fácil, además, era tarde, lo supo cuando vio su reloj de pulsera, y ya debía estar camino al hospital si no quería problemas para ella.

—Un placer, Natali…

—Bien… nos vamos… —Andrew intervino quitando la mano de Jarol de su tacto, mientras vio en como ella calzó sus sandalias de inmediato—. Tenemos trabajo… así que, la casa es suya.

Jarol no estaba dispuesto a perder esta vez, y sin derrochar un minuto de tiempo, los alcanzó solo para tomar el brazo de Natali y arrebatársela a su hijo, que estaba intranquilo por huir de la situación.

—Escucha… mi esposa va a cumplir años en una semana, y Andrew no nos presenta nunca a sus… amigas…

—Padre…

—Estás invitada… ¿Qué dices? —se apresuró en agregar, no sabía por qué, pero cualquier cosa que estaba haciendo esta chica con Andrew, estaba funcionando.

Por un momento Natali observó a Andrew mientras este le mostraba una mirada dura como diciéndole que no debía aceptar a eso. Pero, «¿cómo podía explicarle a él, que el hombre que estaba frente a ella dándole una invitación, no estaba precisamente invitándola, sino dándole una orden?»

No podía decir no, a pesar de que eso lo hiciera enojar a él, y se sintiera decepcionado de ella.

Tomando el aire posible apretó su boca, y con toda la seriedad y los nervios de lo que conllevara su respuesta, observó a Jarol.

—Claro, sería un privilegio para mí… señor…

Fue imposible no ver la sonrisa de satisfacción en el rostro de aquel hombre, pero su estómago también cayó cuando fue la mirada de Andrew totalmente fría hacia ella, lo que hizo que su ánimo se viniera debajo de nuevo.

No tenía otra opción, no la tenía…

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