El precio de tu Amor romance Capítulo 23

—Siento mucho haberme inmiscuido con tu familia… yo… solo no quería ser grosera… —un silencio procedió después de la disculpa de Natali, mientras trataba de arreglar su cabello y estirar el vestido hacia abajo.

No tenía la más mínima idea de cómo llegar al hospital en esas condiciones. Ella necesitaba un baño, e ir a su casa, pero faltar a su pasantía era una falla que jamás se podía permitir, y estaba rezando al cielo, porque su profesor no se apareciera hoy en todo el día para visitar a sus estudiantes.

También sabía que Andrew estaba furioso, a veces se sentía en una montaña rusa a su lado, y a estas alturas del partido se sentía realmente frustrada por el vaivén en el que se encontraban casi todo el tiempo. Sin embargo, no podía dejar de pensar en sus palabras comprometidas ayer por la noche, donde tontamente y totalmente hechizada le había asegurado a este idiota que, a pesar de todo, se quedaría a su lado.

«¿Cómo una pareja?», no lo sabía, no sabía absolutamente nada cuando se trataba de un hombre como Andrew. Y sí, estaba bien, eso ayudaba a que las cosas con Jarol estuvieran en orden, pero no podía dejar de pensar en qué pasaría cuando ya todo acabara, eso ni siquiera quería imaginarlo.

Todo, absolutamente todo caería en su propio peso y la aplastaría, definitivamente la aplastaría, con toda sus mentiras y su juego.

Pero de algo estaba realmente segura, ella no fingía con Andrew, todo, en lo absoluto, fluía de una forma maravillosa con él. Aunque a veces lo odiaba como nunca.

En vista del silencio de Andrew, Nat resopló agachando sus hombros, y cruzó los brazos.

—¿Qué es lo que pretendes entonces? —estaba enojada—. Si te molesta que vaya a esa reunión…

De un momento a otro, la mano de Andrew tapó su boca mientras zarandeó delicadamente su cabeza.

—Cállate… —lo escuchó pronunciar mientras daba una maniobra con el volante—. Hablaremos de eso luego… en cuanto lleguemos debes ir de inmediato a cambiarte, ya estoy oyendo a todos hablar de esto…

—No te preocupes —masticó Nat—. No diré que estaba contigo… además…

El auto de Andrew dio un frenazo en el estacionamiento en cuanto llegaron, y él atajó el brazo de la chica enseguida pareciendo bastante intimidante.

—Todos… absolutamente todos, sabrán que estabas conmigo —Andrew rozó su labio duramente y luego le dio un beso intenso que hizo que la chica contuviera el aliento—. Ahora, baja y ve a cambiarte, a no ser que quieras que Garesche te expulse de las pasantías…

Ella estaba por decir algo, pero Andrew se bajó de golpe y dio un portazo en el auto para desaparecer por la emergencia del hospital, mientras Nat solo cerraba los ojos para tomar el aire posible.

Con la respiración agitada, pudo llegar a la habitación de cambio, no esperó en ponerse otra ropa para ponerse en acción, y justo cuando salió hacia su guardia, sintió como una mano se posó en su espalda mientras los dedos apretaban su hombro.

—¿Dónde has estado todo este tiempo?, te he llamado como loco —Peter la miraba con extrañeza mientras ella dio varios vistazos hacia los pasillos.

—Yo… he estado ocupada —dijo asomándole una sonrisa tratando de componerse como siempre lo hacía, pero de cierta forma le dio mucha alegría encontrarse con él a estas horas del día—. Parece que ha pasado mucho tiempo desde que te vi…

—Eso te digo… pareces extraña —dijo Peter apartándose para mirarla un poco en detalle—. Oye… escuché algunas cosas en el hospital.

El cuerpo de Nat se puso en tensión ante sus palabras.

—¿Cosas?, ¿Qué cosas?

Peter pareció un poco tenso, pero tomó el brazo de Nat y la apartó a una esquina.

—Hablan de ti y del doctor White… esa doctora dijo que eras una buscadora, y que…

—¿Qué doctora? —Nat preguntó agitada interrumpiéndolo.

—Ella se llama Angie… y… —Peter se puso lo más recto posible cuando Nat escuchó esa voz que no quería.

—¡Buenos días… estudiantes…! Sus compañeros han sido repartidos, ¿Por qué están aún aquí?

—Yo… tuve un contratiempo… —explicó Peter—. Mi auto está teniendo problemas y…

—Vendrán conmigo en el día de hoy… —la mujer interrumpió metiendo sus manos en los bolsillos.

—Pero… en nuestros horarios… —Nat dio un paso para explicar, pero aquella doctora parecía muy enojada.

—¡Vendrán conmigo, estudiante! Si a usted no le parece los procedimientos del hospital, hablaremos con su tutor, y así pueden cambiarla de recinto, ahora… ¡Yo requiero la asistencia!

Peter le dio un codazo a Nat para que se mantuviera callada, y pese a sus ganas por contestar a aquella mujer, ella apretó sus labios. Ya sabía de dónde venía esa rabia contenida, y por primera vez sintió un calor en su pecho de solo pensar que Andrew mantuviera una relación secreta con aquella mujer que ahora estaba jodiéndole la vida.

La siguieron cuando Angie Tucker comenzó a caminar por los pasillos para darse cuenta de que iban a una sala de instrumentación. Tanto Peter como Nat se miraron un tanto extrañados, y solo en segundos entendieron el propósito de la mujer.

—Destilen estos instrumentos, coloquen algodón en los frascos… en fin… equipen y desinfecten el área…

Un trago forzado pasó por la garganta de Natali.

—No es que no podamos hacer esto, pero estamos aquí para aprender de la medicina, y esto no es nuestro trabajo… —Nat trató de mantener las palabras, pero era evidente su descontento.

—Señorita… ¿Usted desestimará todas mis órdenes? —la doctora no parecía furiosa, sino más bien victoriosa—. Ahora mismo haré un informe… ¡Esto es el colmo!

Los labios de Natali vibraron de anticipación, mientras Peter la miró con pánico en los ojos.

—Haga el informe doctora, pero no incluya a mi compañero… solo di mi punto de vista… y…

Sus palabras fueron interrumpidas cuando todos vieron que, a la estancia, Garesche, su tutor, estaba entrando precisamente en ese momento y como todos sus problemas encima. Estaba perdida definitivamente, y este no había sido el día creado para ella.

—Buen día… —el saludo del hombre cortó con toda la tensión—. ¿Todo bien por aquí?

Los ojos de Natali se pusieron aguados mientras su cuerpo tembló un poco, tenía todas las de perder si trataba de defenderse. Y así era la vida cuando se trataba de estos temas. Su cabeza se agachó mientras por supuesto escuchó a la mujer.

—Eso no pasará —Nat tomó la mano de Peter y la bajó—. No quiero ser como esa mujer… además…

—¿Nat?, ¿estás saliendo con ese doctor…? —su garganta se secó, mientras veía el rostro de Peter decepcionado, «pero ¿Por qué?, ¿qué había de malo con eso?»

—Peter… yo, ¿Por qué crees que ese hombre se fijaría en mí?, Mírame… soy una simple estudiante de medicina… y quizás esa mujer, solo esté celosa… y yo…

—Nat —el chico la frenó haciendo una caricia en su mejilla—. Cualquiera… cualquier hombre se fijaría en ti… tú… lo sabes, eres consciente de que no es solo tu exterior lo que hace temblar a un hombre… eres tú, Nat… tu brillo, tú…

Los labios de Natali se cerraron con pánico al escucharlo. Amaba a Peter, a Lana su amiga enojada, los quería como a sus hermanos y no encontraba un punto para ver a Peter como algo diferente. Sentía en sus venas la hermandad para con él, porque era increíble como persona y jamás quería lastimarlo. Aun así, sabía perfectamente que Lana secretamente estaba enamorada de él. Y ella nunca se atrevería a tanto.

—Peter… —susurró tomándole las manos mientras le dio un beso en ellas—. Por favor, no sigas… yo no quiero que te sientas mal, por favor, mi vida es… lo suficientemente problemática ahora. Yo te quiero tanto como un hermano, como mi pariente…

Las manos de Peter se retiraron automáticamente de la suyas, y aunque ella pensó estaba enojado, ahora mismo una sonrisa estaba dibujada en su rostro.

—Lo sé, sería un ciego si no supiera lo que sientes por mí… solo quiero que lo sepas… y que siempre estoy aquí para ti.

Un nudo se instaló en la garganta de Nat, y todo el cúmulo que había en sus hombros, cayó al sentirse tan aliviada de no lidiar con otro problema más. Todo el lugar estaba solo, y ellos dos allí se estaban apoyando, así que no dudó en dar un paso hacia Peter para abrazarlo con todas sus fuerzas, como en señal de agradecimiento.

—Gracias… eres el mejor —le susurró y Peter no dudó en corresponder su abrazo mientras la apretó tan fuerte como pudo.

Todo era muy normal entre ellos, pero no tanto para Andrew, que estaba ingresando al lugar después de sentir la ausencia de Natali por todo el hospital. No sabía por qué sentía la necesidad de verla, porque pesar de que pasó todos sus jodidos minutos a su lado, ahora mismo necesitaba encontrarla, llevarla a un lugar y besarla hasta robarle el aliento.

Lo había pensado en toda esta hora que se había despegado de su distancia, y su mente no podía dejar de especular en todo lo que se dijeron, y de que a pesar de que ella estaba quedando en la nada, había aceptado tener lo que fuera que sea con él.

Se sentía mal, Andrew estaba experimentando una especie de apego por ella, y no sabía explicar a ciencia cierta como su corazón se estaba dividendo lenta y dolorosamente, experimentando nuevamente esa sensación de mierda por una persona, esa misma emoción donde lo hacía parecer vulnerable, donde le decía a su propia existencia que ahora dependía de las acciones de otra persona, para sentir ese alivio repentino.

Y eso solo había sucedido una sola vez, aunque nunca sintió ese tal alivio con Ana.

Ni siquiera sabía por qué de forma escondida estuvo enviando un mensaje de disculpa a Anaelise por no haber contestado a sus llamadas esta mañana, y cuando colocó las cosas en su escritorio, ni siquiera entendió por qué le dijo que después hablarían. Retrasando la conversación por venir a buscar a Natali.

Todo estaba siendo un caos ahora, y lo más devastador, era que después de pensar en todo esto, allí estaba Natali, dando un abrazo a otro hombre, y con sus ojos cerrados como si ese chico fuera el salvador de su vida.

«Esta era su puta de vida de mierda», se dijo muchas veces en cuestión de segundos, mientras toda su sangre hervía como una lava, al ver esos brazos rodeando a su chica.

Suya…

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