—Yo… he dejado el apartamento… —su voz sonó baja, pero Andrew pudo entenderla con claridad—. He renunciado a mi anterior trabajo, y ahora he vuelto con el señor Shan…
—No entiendo nada de esto —Andrew dio un paso más, pero algunas personas que pasaron cerca de la residencia, se quedaron mirándolos e incomodaron su conversación—. Ven… vamos a mi casa…
Él resolvió y Nat aceptó su mano dura.
Andrew abrió su puerta y no tardó en venir al asiento del piloto para encender el auto. Decir que su cuerpo temblaba como una hoja era quedarse corta, pero no podía darle larga a su situación, no tenía nada más que decir sino la verdad, aunque el pensamiento de Lana calaba en su mente y en su piel una y otra vez.
“Te va a odiar Nat”
Ella apretó su rostro tratando de contener un sollozo mientras Andrew conducía rápido sin parar en los semáforos.
Su casa no estaba muy lejos de la residencia de Lana, así que, en cuestión de segundos, estarían completamente solos para enfrentarse a lo inevitable.
Su mente se perdió en cómo podía comenzar a decirle tal atrocidad a Andrew, pero en cuanto llegaron a la casa, su ceño se profundizó al ver una camioneta blanca estacionada en la entrada.
—¿Esperabas a alguien? —ella preguntó quitándose el cinturón.
—No… es la camioneta de mi madre, no sé qué hace aquí…
Ambos se bajaron del auto y se dirigieron a la puerta de entrada, pasaron al espacio abierto para luego observar que Sofía y Jarol estaban sentados en un gran sofá mientras Elsa le servía algunas bebidas.
En cuanto la mujer vio a su hijo se levantó.
—Hijo de mi vida… estábamos esperándote…
Andrew se dejó abrazar por su madre, pero Nat se dio cuenta de que la visita de repente para él no era repentina a pesar de que estuviera sorprendido cuando llegaron.
Ella lo vio negar con la cabeza pasando los dedos por su sien.
—Lo olvidé por completo, madre… hoy tuve una operación de último momento… y no recordé sobre nuestra cena…
Sofía hizo un ademán con la mano restándole importancia a su olvido y luego salió de los brazos de su hijo para ir a saludar a Natali.
Ella se sentía una pordiosera, un poco manchada en lágrimas, sin una gota de maquillaje y con el cabello en un moño.
—Nat… querida —Sofía besó sus mejillas y luego la detalló sin decir una palabra, pero no fue necesario para Nat saber que tenía su desaprobación, eso, sumado a un silencio que se impregnó cuando Jarol se acercó hacia ellos, tomando la cintura de su esposa.
—Mi bella esposa, como siempre tan inteligente hizo preparar la cena para todos.
Natali se giró hacia Andrew mientras él trató de explicar.
—Había quedado con ella para comer… lo olvidé por completo… —le informó apretando su mandíbula mientras Nat asintió.
—Yo… nosotros podemos hablar después, por supuesto, además, tengo que ir…
—Por supuesto que no, le dije a mi madre que cenarías con nosotros… —interrumpió Andrew decidido.
—Sí, ya estamos seguros de que olvidaste decírselo —intervino Jarol observando su apariencia y ella no pudo evitar sentir rabia.
Sin embargo, sintió cierta satisfacción al saber que ese sobre sería entregado en sus manos mañana por la mañana y que pronto, él ya no tendría poder sobre ella.
—¿Por qué no pasamos a la mesa?, estoy ansiosa de que pruebes la especialidad que pedí para ti —Sofía se giró hacia Andrew evidentemente feliz mientras él asintió pidiéndole un momento.
En cuanto la pareja pasó al gran comedor y Elsa los llevaba mostrándoles la decoración de la mesa, Andrew se giró hacia Natali tomando sus mejillas.
—Lo siento… —susurró—. Olvidé que había quedado con ella. Dime por favor, ¿Qué es lo que está pasando?
Natali negó.
—¿Cómo podría hablar aquí, así con tu familia?
—Estoy ansioso, Nat, tus ojos están hinchados y la verdad incluso me duele la garganta al ver que evidentemente algo no está bien.
Ella tomó sus manos y las apretó.
—Tuve un gran problema en mi anterior trabajo, la persona… se volvió… cruel. Tuve que entregar el apartamento, y aún tengo varias deudas por pagar. Pero… —ella sonrió hacia él—. Tengo nuevamente el trabajo con el señor Shan, y…
—¿Shan? ¿Es el mismo que tiene varios restaurantes en Durango?
Nat parpadeó pasando un trago.
—Sí… —respondió débilmente.
—Lo conozco, es socio de mi padre.
Ella alzó sus hombros, aunque estaba aterrada por todo, al menos al señor Shan lo había conocido mucho antes, y no mentía con respecto a ese tema.
—Tengo un tiempo trabajando con él…
—Bien, ¿Cuál es el problema entonces? ¿Por qué estás donde Lana? ¿Por qué no me llamaste? ¡Nat!, ¿Cómo puedes encontrarte en este dilema y no recurrir a mí?
Sus labios temblaron de la conmoción, pero tuvo que controlarse, el drama iba a ser un infierno en este lugar, y al menos necesitaba estar a solas con él.
—¿Por qué no pasamos a la mesa? Tu madre te espera, y creo que también tengo hambre… solucionaremos este asunto en un rato, ¿de acuerdo? —ella pidió casi que con súplica mientras los labios del hombre se acercaron a los suyos.
—Estaba un poco asustado… —él soltó el aire en su rostro—. No sé por qué, pero durante todo el día tuve una sensación extraña —cerrando los ojos le dio un beso en la frente y luego fue a su boca como si estuviera descargando el peso en ella.
Aunque ella tenía su corazón roto, le tomó la mano y lo instó a ir al comedor, y cuando se sentaron en la mesa, la comida fue servida a continuación.
Unas horas después, todos estaban en la puerta despidiéndose y dejando en claro que se verían en la noche de mañana.
Para Nat fue claro que el silencio y la ausencia de Jarol después de brindis, indicaba que estaba maquinando algo, pero ya no había tiempo de seguir temblando ante sus amenazas.
—Gracias oro recibirnos en tu casa, hijo…
—Siempre serás bienvenida, madre, no lo dudes… —Andrew abrazó a su madre y luego con saludo de manos, despidió a su padre taciturno.
La pareja vio como la camioneta comenzaba a salir y a Nat no le quedó más que suspirar e intentar llevar un día más en sus hombros. Intentaría decirle lo más próximo a Andrew y en esa misma noche de la supuesta fiesta, le revelaría la situación sin darle más larga.
—Tenemos toda la noche ahora… —esas manos exigentes apretaron su cintura mientras su boca devoraba su cuello y aunque estaba loca por tenerlo una vez más, ella se giró para mirarlo fijo.
—No me puedo quedar esta noche —Esta vez los ojos de Andrew parecieron congelados.
—¿Cómo no?
Ella negó.
—No puedo faltar a la ayuda de Lana, Andrew, tengo mis cosas allá y no puedo ir y venir como si su casa fuera un hotel.
Una risa cínica salió de la boca del hombre.
—Ni siquiera has intentado en pedir mi ayuda. ¿Qué ocurre contigo, Nat? ¿Acaso crees que estás denigrándote porque, en vez de Lana, yo te ofrezca mi mano? Literalmente eres mi mujer… Haría todo por ti, ni siquiera deberías seguir con el trabajo.
Ella apretó la mandíbula totalmente tensa.
—¿Y qué pasa si algún día te cansas de mí? ¿Dormiré en la calle porque te vas a enojar o por qué no me quieres a tu lado? —Andrew negó incrédulo, pero ella se atrevió a tomar su rostro para que la mirara—. No estoy diciendo que sea así, pero me han humillado tanto que no quiero pasar por esto de nuevo. Por favor, deja que pueda ofrecerte mi amor sin ningún tipo de interés de por medio…
Andrew respiró profundo tomando su rostro y pegando su nariz con la de ella.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no pienso eso de ti, Nat? Sé lo que quieres decirme, y amo que quieras luchar por tus propias metas… Pero, mi amor, también quiero ayudarte…
—Lo haces, no tienes idea de cómo, Andy. Solo pido que no dejes de creer en mí —ella tomó su mano y la llevó a su pecho—. En que lo que siento por ti es verdadero, y que, eres mi persona favorita en el mundo…
Sus labios hicieron un puchero sin poder evitar que una lágrima se derramara.
Andrew tomó su boca y la besó de manera hambrienta, solo para asegurarse de que la sensación que lo había jodido durante todo el día solo había sido producto de una impresión absurda.
—Bien… —dijo terminando de besarla con un pequeño beso—. Llevaré a mi novia a… Esa casa, pero resolveremos esto, y esta vez, no me dirás que no.
Nat negó sonriendo y limpiando sus lágrimas.
—Espero que lo podamos resolver, es lo que más anhelo con mi vida…
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