—¿Estás bien? —una mano apretó su muslo y ella llevó la mirada hacia el toque de Andrew, para luego desviarla a sus ojos evidentemente preocupados.
—Quiero ir… un momento al baño…
—Claro —él se levantó ofreciéndole la mano—. Te acompañaré.
Natali se levantó con delicadeza viendo como todos en la mesa la observaban en silencio.
—Quiero ir sola… —Los ojos de Andrew se tornaron oscuros mirándola intensamente por largos segundos, hasta que asintió.
—De acuerdo…
Este era el momento, ella pensó. No le daría una excusa, se iría de este lugar en cuando saliera del baño, y escaparía de él para siempre.
Pero justo cuando pasó por su lado Andrew, él le atajó el brazo y luego le susurró en el oído.
—Te espero aquí, no demores…
Ella asintió, y antes de que pudiera dar un paso más, sin importar lo que la gente pensara o dijera, tomó su rostro y lo besó.
Lo hizo sabiendo que esta era la última vez, y lo hizo como si aquí estuviera dejando todo de ella. Necesitaba que él se quedara con su mejor parte, ansiaba al menos que pudiera recordar su verdadero amor.
Separándose unos segundos después, parpadeó dándole la última mirada mientras él la siguió con la mirada hasta que ella desapareció en la parte final del salón.
Nat entró a un tocador extremadamente lujoso mientras colocó las palmas en el hermoso mármol del lavabo. Soltó todo el aire tomando respiraciones largas mientras sentía que el corazón quería salir de su pecho.
Esperaría solo un minuto o dos, y luego se escurriría por la salida de emergencia que estaba frente a este baño de mujeres, pero una vez que alzó la cabeza para mirarse en el espejo, encontró lo que nunca planeó…
Natali se giró con los ojos muy abiertos mientras se pegó a lavabo un poco nerviosa. Los ojos de ese hombre se veían realmente aterradores.
—¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? —la pregunta llegó como un golpe en su estómago—. Estás arruinando la reputación de mi hijo, y has pasado los límites que advertí no pasaras…
Nat no dijo una sola palabra, ese hombre se notaba que había tomado un poco más de la cuenta y lo único que ella necesitaba hacer, era salir cuanto antes de este lugar.
Dio unos pasos, y se dispuso a salir del baño, pero Jarol la sujetó del brazo con fuerza haciendo que ella se girara impresionada.
—¡Todo el mundo está diciendo que eres su novia oficial!, ¿no te dije que te apartaras?
Nat lo observó con miedo, el hombre no le hablaba, sus palabras estaban en plenos gritos contra ella.
—Suélteme, señor… me está lastimando.
—Te lastimaré más que esto, Natali, créeme… lo haré hasta que te arrepientas con lágrimas de sangre…
Ella intentó gesticular alguna cosa, pero se sentía realmente asustada.
—Escuche… usted ganó… yo, ya no veré a su hijo… no quiero que Andrew sepa esta verdad. Él… esto lo destruirá, así que déjeme en paz —ella sacudió su brazo para sacarse de su agarre, pero Jarol se acercó amenazante acorralándola con su cuerpo.
—No me vengas con esas lágrimas falsas, no creo una mierda de lo que dices. Siempre me has mentido, pero eso no debería impresionarme, eres una estafadora por excelencia. Enamoraste a mi hijo, y sacaste provecho de eso, trágate el maldito dinero y desaparece de nuestras vidas…
Sus lágrimas se escurrieron por las mejillas ante tal humillación.
—Pagaré cada céntimo de lo que me dio… nunca tomaré su dinero, usted nunca le pondrá precio a lo que siento por Andrew.
Una risa se esparció por todo el baño, y finalmente el hombre soltó su brazo.
—No me hagas reír, Natali Simmons, ¡te vendiste!, aceptaste mi dinero, aceptaste acostarte con mi hijo para estar más cómoda con tu vida, así que no me jodas. Eres una prostituta igual que las demás, solo que tú te escondes, y sacaste más provecho… así que no me vengas con mierdas ahora. Tú, aceptaste este trato, ¡Yo puse un precio y tú aceptaste salir con mi hijo!, pero ahora, ¡quiero que desaparezcas!
Ella pudo escuchar muy fuerte su grito, sin embargo, ese susurro que vino a continuación, golpeó más sus oídos que cualquier otro sonido que hubiese escuchado nunca.
—¿Qué? —tanto ella como Jarol giraron la cabeza hacia un lado solo para ver el rostro pálido y carente de vida de Andrew.
Su corazón se paralizó, se detuvo completamente en cuanto sus pupilas se agrandaron al ver su expresión, y aunque ansió decir una palabra, nada salió de ella para intentar componer su rostro destruido.
—Andy…
Fue evidente verle la mandíbula temblar, por un momento vio su cuerpo se recostó a la pared mientras su garganta dio un trago que pudo ser escuchado por toda la habitación de aseo.
Él estaba muy mal…
Andrew llevó los dedos a sus ojos, pero rápidamente los quitó tratando de negar.
—Nat… ¿Es cierto esto? —ella negó mientras todas sus lágrimas se derramaban sin cesar.
—Yo… puedo explicarte todo… si me dejas…
—¿Mi padre… te pagó para que salieras conmigo? —su voz era demasiado suave, pero era evidente que él estaba haciendo un esfuerzo por hablar. Nat jamás vio su mandíbula temblar como lo estaba haciendo ahora, y eso estaba partiéndola.
—Por favor… hablemos…
El auto chirrió de nuevo y lo vio retroceder, en una maniobra Andrew pudo pasar por su lado, ya que ella no se quitó de su camino.
Pudo ver que arrancó dejando el humo en el estacionamiento y con una velocidad que estaba segura era mayor de la permitida.
Comenzó a llorar, lo hizo amargamente colocándose de cuclillas, solo rezando porque Andrew no cometiera una locura, tenía miedo, incluso este el peor miedo que había sentido en su vida.
—¿Dónde está Andrew, Nat? —unos brazos la alzaron de repente, mientras intentaba controlar su llanto.
Los ojos de Sofía estaban rojos, y las lágrimas bañaban todo su rostro. De inmediato un centenar de flashes la atraparon y luego Sofía la halo hacia un auto con varios hombres que intentaron cubrirla.
Todo fue muy rápido, pero ahora estaba sentada en la parte trasera de ese mismo auto, mientras dos hombres estaban delante de ellas dos, intentando decirle algo a Sofía sobre el GPS de Andrew, pero ella estaba lo suficientemente aturdida, como para intentar retener alguna información.
—Va demasiado rápido, señora Sofía… —la madre de Andrew sollozó cuando le dieron la información y Natali escuchó nuevamente al otro hombre que manejaba el auto:
—Podríamos enviar una señal al sistema para detener el auto. Pero los controles automáticos están desactivados.
—¿Qué quieren decir? —Natali preguntó con voz temblorosa.
—Tenemos un sistema para todos nuestros autos. Es por seguridad y porque la compañía ofrece auto inteligentes —dijo Sofía secando sus lágrimas, en este momento Nat ni siquiera sabía si Jarol le había contado la verdad, y el hecho de que ella estuviera en su auto, le indicaba que no lo había hecho en su totalidad—. Podemos ver dónde va… pero Andrew ha desactivado quizás las acciones del auto…
—Ha pasado todos los límites de velocidad… —el hombre volvió a decir mientras el pecho de Natali se hundió.
—¡Dios mío…! —Sofía sollozó de nuevo—. Ve más rápido, por favor…
—¡Oh mierda! —un sonido en seco se hizo por todo el auto, cuando el hombre exclamó.
El silencio se extendió por largos segundos mientras los sentidos de Natali se agudizaron. Estaba segura de que estaban diciendo algo, pero escuchó todo desde muy lejos.
—¿Qué ha pasado? —la voz de Sofía se hizo distante, de hecho, Nat sentía que se estaba saliendo de su propio cuerpo cuando escuchó la respuesta:
—El auto se ha detenido… pero no está dentro del área de la carretera… es como si todo el sistema del auto hubiera colapsado.
Un gritó se extendió por todo su oído, y lo único que pudo ver en cámara lenta, fue como Sofía se desmayó…
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