El precio de tu Amor romance Capítulo 8

Natali podía sentir el cosquilleo en su cuerpo; las risas, los abucheos y todos los gritos de la locura en su círculo, se intensificaron entre tanto ella dio un paso para comenzar su caminata.

Su corazón estaba desbocado, latía tan rápido que todo su rostro sentía el retumbar del ritmo, y aunque sabía lo que estaba haciendo pese a que su personalidad la ayudaba a ser espontánea y loca, ahora mismo tenía un pánico terrible en todo su ser.

No había nadie para detenerla ahora, ni siquiera cuando pasó la barrera VIP, cuando estaba subiendo las escaleras para llegar a su destino.

Por cuestión de los gritos, todos en su frente se dieron la vuelta y las mujeres que acompañaban a esos niños ricos la observaron con una expresión asquienta, y al mismo tiempo los hombres forjaron una sonrisa ante su atrevimiento, en especial, el cumpleañero.

En sí, todos se estaban dando cuenta de lo que estaba aconteciendo.

Pero todo se volvió un caos cuando Nat siguió pasando de largo, y Alexey alzó las manos preguntándose qué había pasado. Porque por lo que había escuchado, ella venía a besarlo especialmente a él, pero ahora ella no lo estaba buscando precisamente.

Nat solo pudo levantar la mirada mientras dio unos pasos más para estar en el frente de su meta, que ahora mismo la miraba con rabia en los ojos.

La rubia que estaba con las manos en el pecho de Andrew, se apartó un poco cuando vio que Nat no desistió de caminar hacia ellos, y en cuanto estuvo frente al hombre, tomó una aspiración sin dejar de observarlo.

Sus miradas estuvieron sostenidas por un momento incalculable, todo dentro de Nat le decía, “no lo hagas”, pero ignorando sus pensamientos, tomó el rostro de Andrew con la intensión de besarlo al instante.

Sin embargo, él dio un paso hacia atrás mientras con su mano la frenó tomando su cuello de forma extremadamente exquisita.

Aunque la música era alta, el bullicio, los gritos y la barra de ánimo se silenciaron en el instante, las mejillas de Nat se encendieron como nunca.

«¡Era una completa vergüenza!, el idiota había frenado su beso, la había rechazado… delante de todos»

«Pero, ¿Qué esperaba?»

—Estás equivocada conmigo… —sentenció Andrew quitando a la rubia de su lado y acercándose peligrosamente a Natali—. No ganarás esa apuesta…

Ella abrió los ojos y su boca para intentar explicar.

—No voy a ganar nada, solo estoy pagando… —aunque no quería, sonó sarcástica, y la comisura de su boca se extendió hacia un lado como si lo estuviera picando y no dejándose aterrar por esa mirada.

El ceño de Andrew se profundizó y Nat pudo ver que sus ojos se oscurecieron en un tono intenso. Lo vio apretar su mandíbula después, pero podía sentir que el agarre en su cuello se suavizó.

—Vete… —exigió el hombre entre tanto quitó su agarre de la piel de la chica, aunque no se movió un centímetro de su lugar, incluso Nat pudo sentir su respiración tibia encima de ella.

—Necesito pagar mi penitencia —insistió, no podía darse por vencida, si salía corriendo ahora ya había fracasado en su plan mayor—. Y… debo besar a alguien…

Por un momento vio como Andrew torció la boca en una sonrisa sarcástica, pero de inmediato tomó la postura del demonio.

—Pues adelante, date la vuelta y busca otra persona… no te quito más tiempo.

Andrew estaba a punto de despegar su cuerpo del sitio para darse la vuelta, incluso estaba seguro de que quería irse en este momento a su casa. No podía negar que esa chica era hermosa, tenía una frescura en su rostro que, hacía sentir débil a cualquiera, tanto hombre como mujer, pero él no era un niñato, ni un experimento para complacer a su grupo de idiotas.

Sin embargo, una mano posó en su brazo impidiéndole que se girara completamente. Sus ojos fueron de esa mano y luego a ese rostro un poco nervioso que la misma mujer estaba ofreciéndole.

—No quiero otra persona… quiero besarte a… ti —las palabras de aquella chica explotaron en su anatomía, era la primera vez en mucho tiempo que alguien lo dejaba sin palabras, aunque no era la primera vez que una mujer se le ofrecía de esta manera.

Ella no parecía una chica de esa clase, y en este momento no pudo evitar mirarla de arriba abajo detallando un lindo vestido negro ajustado a su figura, y unas sandalias también negras que contrastaban con su piel blanca. La mano de ella temblaba en su brazo, y eso le indicaba que estaba nerviosa y se hacía la fuerte delante de él.

Entonces, «¿Por qué insistía en esta estupidez?», no parecía una chica que se dejaba llevar por sus amigos, o por los pensamientos de los demás.

Quitándole la mano de su brazo, colocó su mirada dura en ella y volvió a acercarse tanto como pudiera, de hecho, si se movía más, podría tocar su boca con sus propios labios.

Andrew sabía que todos estaban mirándolos, pero no le importaba, realmente esta gente le daba igual.

—Pero yo no quiero, no me levantas ni el más mínimo pensamiento… y si algo había de interés, lo mataste con este acto, no me gustan los regalos…

Él pudo ver como la chica enrojeció su cara al instante, y sus ojos se abrieron como si estuviera indignada. «Un punto a favor», pensó dentro de sí, no se había equivocado analizándola, pero lo que no vio venir, fue su mano, que estaba a punto de estampillarse en su cara.

—¡Eres un idiota! —expuso Nat enfurecida mientras que Andrew atrapó su mano antes de que lo golpeara—. ¡Púdrete con tu ego!, solo estaba mintiendo, ni en sueños quisiera besarte…

Andrew no pudo evitar sonreír con sinceridad, la chica se dio vuelta para irse, pero algo lo impulsó a tomarle el brazo para retenerla.

No sabía que estaba haciendo, pero ¿Qué importaba?

La haló tanto como pudo ante su reticencia, y la estampó en su cuerpo. No tuvo tiempo de detenerse al ver su reacción, así que tomándole del cuello la atrajo hacia él, y comenzó a besarla con fuerza.

Sintió como ella comprimió sus labios para cerrarlos, jamás había usado la fuerza con alguien para besar, pero esta vez, atrajo su cuerpo con un brazo presionándolo y con el otro atrapó su cara, y con sus dientes rastrilló su boca para que lo dejara entrar.

Un compendio de sensaciones se mezcló en su cuerpo cuando pudo sentir su dulce sabor, su boca rellena y la suavidad de sus labios. Aunque ella se resistió al principio del acto, ahora mismo estaba invadiendo su boca con la lengua entre tanto su cuerpo explotó en un sin fin de efectos contradictorios.

El beso se profundizó, Nat podía escuchar el alboroto que se formó alrededor, pero ahora mismo su concentración reparaba en ese beso, en cómo la lengua de ese hombre barría en su boca mientras todo su cuerpo recibía descargas eléctricas a 1000 voltios por segundo.

Tuvo que sujetarse de sus brazos, estaba segura de que desde afuera podía verse como si ese hombre estuviese comiéndosela viva. Su espalda estaba inclinada, y también reposaba en ese fuerte brazo que la mantenía rodeada como si ella estuviese cautiva en sus garras.

Ella trató de frenar el beso, inclusive ahora le faltaba el aliento, deseaba respirar, pero por lo visto, este ser era como un río en crecida que nada podía detenerlo. Incluso su cuerpo ya estaba adoleciendo por la fuerza que él estaba manejando sobre ella.

—Ella parece interesante… —escuchó decir a Adam para luego verlo levantarse.

Andrew no le quitó la mirada a su hermano en ningún instante, siguió toda su acción. Él fue hasta donde Alexey y dijo algo en su oído, que al parecer le causó mucha gracia, porque se carcajeó con arrogancia. Ambos miraron en dirección de la chica y por un momento, quiso saber su nombre.

La fiesta continuó, él trató de ocultarse lo más que pudo mirándola en secreto, mientras ella bailaba con sus amigos y detallaba esa sonrisa radiante que hacía que ella brillara entre los demás. Por un momento Andrew pensó que tendría una buena familia, y una buena vida, debía llevar una forma de vivir tranquila, porque se veían feliz.

La risa que soltó a continuación por alguna cosa que dijo su amiga a su lado le hizo sonreír también, era imposible no dejarse contagiar por su expresión, estaba seguro, incluso, que toda su energía atrapaba a todos a su alrededor.

—¿Por qué tan solo? —todos sus pensamientos fueron interrumpidos por esa chica rubia de nuevo, en el momento se quedó callado ella pasó la mano por su entrepierna acercando más su cuerpo.

Nada pasó en su cuerpo en el instante, y supo que era el momento de irse.

Vio hacia su lado para saber que Adam estaba ebrio, tomaba como un idiota, ni siquiera tenía autocontrol. Así que se levantó para ir hacía él.

—Vamos, me iré, y estás muy ebrio para conducir…

—No, no me iré, la fiesta no termina, me quedaré aquí para ayudar a Alexey a recoger las mesas —las carcajadas de Alexey y sus amigos fueron la respuesta de la estupidez que había dicho su hermano, y esto fue el punto final para no dudar en largarse.

—Si te jodes, no esperes que deje de hacer lo que esté haciendo por ayudarte —dijo Andrew tomándolo de la cabeza y luego la tiró hacia un lado para caminar hacia la salida.

Aunque quiso, no miró a su lado donde estaba esa chica y sin ver a la nada, llegó hasta la salida, sacó sus llaves y activó la alarma de su auto cerca, donde estaban los lugares especiales del bar para clientes exclusivos.

Cuando se metió dentro de él, lo encendió. El aire de afuera estaba frío, pero aun así puso el aire acondicionado intentando relajar sus músculos contraídos que intentó controlar durante toda la noche. Recostó su cabeza en el asiento, mientras resopló con los ojos cerrados.

En cuestión de minutos su cuerpo se enfrió, apagó el aire y bajó las ventanillas, pero de un momento a otro, esa voz se insertó en sus oídos y miró por el retrovisor.

Allí estaba ella, tapando un oído con su dedo, mientras por el otro pegaba su teléfono intentando entender lo que decían en la llamada.

—¡No es mi problema! —ella parecía discutir con alguien—. Tú tienes 25 años, ¡crece ya!… ¡Pues tú también puedes irte a la mierda…!

Andrew detalló su postura a lo que colgó la llamada. La vio guardar temblorosa el móvil en el bolso y luego detalló como alzó su cabeza mirando al cielo y cerrando sus ojos.

Sin embargo, toda su atención se desvió, cuando vio que del club salió su hermano Adam tambaleando de un lado a otro, junto con el imbécil de Alexey.

—¡Oye! —gritó Adam hacia la chica—. No puede irte todavía, Alexey y yo también queremos un beso…

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