El precio de tu Amor romance Capítulo 9

Nat resopló sacando todo el aire de sus pulmones mientras guardó su móvil en la cartera elegante, que Lana le prestó. No pudo evitar mirar al cielo negro, tratando de sostener las lágrimas que se le acumularon en sus ojos por la pelea que acababa de tener con su hermana.

«¿Injusta?, ¿acaso ella se había vuelto loca? ¿Cómo podía llamarle injusta y degenerada por querer irse de su casa y rentar una pieza para ella?», además estaba muy preocupada con lo de “Grace se puso algo enferma”, “Y si le pasa algo será tu culpa”

Estaba segura de que el hecho de irse de su casa no iba a menguar los problemas, y se preguntó cuánto más iba a aguantar esta situación.

—¡Oye! —un grito la hizo saltar y disipar sus pensamientos confusos—. No puedes irte todavía, Alexey y yo también queremos un beso…

Natali dio la vuelta entre sorprendida y confundida, para ver a dos hombres en la puerta que se tambaleaban mientras caminaban hacia ella. Ambos reían de forma descontrolada, se dio cuenta de que el cumpleañero le dijo algo al otro en su oído porque esto fue suficiente para que el hombre de camisa azul, estallara en carcajadas.

Era el mismo hombre que entró con Andrew al bar horas atrás, así que, caminando hacia ella se adelantó en pasos galantes, sonriéndole como si con esto hiciera que Nat dejara su ceño profundo.

—Tengo un trato para ti… —dijo Adam recortando el espacio entre tanto Natali retrocedió dos pasos—. Primero me besas a mí, y luego sigue Alexey, depende del que te guste más, pues ese ganará…

—El que te guste más, puede llevarte a una noche… muy, muy placentera… ¿Qué dices? —agregó Alexey colocándose a un lado, y de cierta forma enjaulándola.

El corazón de Nat comenzó a latir muy rápido, pero alzando su rostro los enfrentó.

—¡Son unos patéticos! —expulsó con rabia tratando de pasar por los lados empujándolos un poco. Pero en cuanto pensó que se había zafado de ese par de borrachos, sintió un jalonazo tremendo que hizo que su brazo adoleciera y que todo su cuerpo se fuese con fuerza hacia atrás.

—¿Quién es patético, maldita? ¡¿Sabes acaso con quien estás hablando?! —Alexey la pegó duramente a un auto que estaba cerca, mientras Adam sonreía como un psicópata.

El pecho de Nat subía y bajaba descontroladamente. Estos hombres estaban fuera de sí, y por lo que veía de reojo, nadie saldría del bar. Incluso, la música estaba más intensa y podía oír los gritos de euforia.

—Es mejor que le hagas caso, porque hiciese enojar a Alexey, preciosa…

—¡Ahora abre tu puta boca y bésame! —exigió Alexey apretando su cuello llevando su cara cerca de la de ella.

Natali comenzó a forcejar, su bolsa se había caído en algún momento y sus brazos comenzaron a adolecer contra la musculatura de ese hombre. Todo en ellos olía a lo que más odiaba, ebriedad, veía la misma mirada jodida de su padre cuando estaba bajo los efectos de la bebida y se preguntó que más podía hacer, cuando intentó con todas sus fuerzas para dar con su pierna en la ingle del hombre.

Sin embargo, parecía que el tipo ya estaba prevenido a ese movimiento, porque segundos después esquivo su golpe, desatando la furia que detalló en sus ojos.

Los brazos de Alexey la apabullaron volviéndola a estrellar con fuerza en el auto, y en cuanto Nat salió de su aturdimiento, su pecho estaba ahora pegado a la ventana de ese automóvil mientras su piel era rastrillada.

Sintió las manos frías de ese idiota en sus hombros, y luego esa boca asquerosa se acercó a sus oídos.

—Pasaremos muy buena noche… relájate…

Nat reprimió sus ojos, pero justo cuando su cuerpo se estaba acercando para apretarla, escucharon una voz que los interrumpió.

«Esa voz…», pensó Natali entre tanto parpadeaba confusa.

—Déjala, Alexey —el tono fue amargo, pero bajo. No había grito, ni fuerza, pero si mucha autoridad.

Los tres se giraron de golpe para ver que Andrew estaba de pie caminando despacio a sus lugares con el ceño fruncido. Parecía más molesto que nunca, pero de un momento a otro, el silencio fue interrumpido por Adam.

—Hermano, no es nada, vete de aquí…

«¿Hermano?», se preguntó Nat, ahora conectaba todo y el recuerdo de la foto familiar vino a su mente. Ellos eran hermanos, por eso también los vio juntos al entrar.

Después de sus palabras, Adam caminó hacia Andrew para colocar la mano en su hombro, pero este hombre enojado le dio una manotada tan fuerte para evitar que lo tocara, que su hermano cayó al piso sin duda alguna. Todo esto por el estado de ebriedad.

Alexey se despegó de Natali en cuanto vio el suceso para ir hacia Andrew y reclamarle.

—¿Por qué haces esto? Ella es solo una zorr… —Alexey no pudo terminar la palabra cuando Andrew ya estaba dándole un puño de frente que lo hizo tambalear hacia atrás.

Al ver esto, Adam se levantó rápido, pero la boca y la nariz ensangrentada de Alexey ya no tenía reparo, así que su alarma se encendió enseguida.

—¡Maldita sea, Andrew! ¿Qué te ocurre? —su hermano llegó hasta él, pero Andrew volvió a empujarlo con furia para ir de nuevo contra Alexey.

En cuanto vio que Alexey intentó levantarse, Andrew volvió a darle otro puño, que definitivamente lo tumbó al suelo, y, aun así, se agachó recordando cuando torció el brazo de aquella chica y la estrelló contra el auto.

¬—¡Feliz cumpleaños, infeliz…!, —empujó su cabeza deshaciéndose del agarre de su camisa entre tanto Alexey tosió y Adam se acercó para ayudarlo.

—¡¿Estás loco?! —refutó su hermano con el aire entrecortado y los ojos muy abiertos.

—Quédate aquí siendo tan imbécil como él… —sentenció Andrew colocándose de pie, ajustando sus mangas y arreglando su reloj en su muñeca. Abrió y cerró la mano, tenía un leve cosquilleó y los nudillos un poco rojos.

Entonces cuando se dio vuelta, la vio a ella pegada al auto, mientras respiraba entre cortado.

Fijó la mirada también en su bolsa que se encontraba a unos metros en el suelo, y dio unos pasos hasta llegar a recogerla. Trató de soltar el aire caminando muy lento hacia ella, y sin más se la ofreció.

Ella tenía atascado un nudo en la garganta. Estaba impresionada hasta la médula. Se suponía que este hombre era una mierda igual a todos sus amigos, además de que jamás pensó que iba a defenderla exactamente en el momento en que más lo necesitó.

—Gracias… —pronunció bajo mientras tomó su bolsa, e intentando ocultar su temblor.

Estaba nerviosa por lo que había pasado, pero mucho más, por la cercanía de ese hombre que la miraba como si estuviese escaneándola.

Andrew asintió, y luego giró en dirección de Adam y Alexey que ya se había levantado para caminar a la entrada del club. Escuchaba que Alexey estaba maldiciéndolo, mientras que su hermano trataba de calmarlo para que volvieran por hielo.

En cuanto no los escuchó más, se giró hacia Natali de nuevo.

—Deberías irte a tu casa, esto ya no es tan seguro después de lo que hiciste allá adentro.

Ella no tenía ganas de discutir, y después de la llamada de Evelyn su ánimo había decaído por completo.

—Vine con mis amigos… —trató de responder colgando su bolso.

—Pero parece que no hay ninguno aquí…

Natali alzó su rostro para ver que Andrew estaba delante de ella esperando una respuesta.

No había tomado nada después del suceso, solo era ese mal momento que pasó desde que regresó al bar y prácticamente le rogó a Lana y a Peter de que por favor se fueran.

Pero allí estaba esa mirada diabólica que la torturó por una hora más hasta que sus amigos se apiadaron de ella y se fueron de ese bar del que nunca debió entrar. Peter le había dicho que Alexey había regado el cuento de que estaba besándose con ella en el estacionamiento, hasta que llegó un hombre que dijo que era su novio y lo molió a golpes.

Nat no pudo evitar torcer los ojos mientras las dejaban en casa de Lana cuando escuchó tal acusación. Solo esperaba que la universidad no se pusiera difícil con ese idiota, porque ahora que lo recordaba, sus pasantías serían también un infierno.

—¡Natali! —todo su cuerpo se fue de botes por la cama hasta que cayó en el suelo alfombrado secando las babas de su boca.

—¡¿Qué sucede?! —se puso de pie enseguida, mientras controlaba su cabello revuelto. Le ardían los ojos cuando intentó abrirlos, pero podía ver que Lana estaba peor que ella con algo en la mano.

—¡Es esta mierda que no para de sonar! ¡Estoy muerta de sueño!

A Nat le tomó unos segundos para reaccionar y de inmediato que se dio cuenta de que era su móvil, lo tomó pidiendo disculpas a Lana.

—Abre el balcón… y lo cierras… puedes hablar allá, pero ten piedad de mí, y déjame dormir —Natali asintió enseguida y haciendo todo lo que le dijo Lana cerrando la puerta corrediza.

El sol terminó de fulminar su cara soñolienta, pero no tuvo tiempo para reparar en ello cuando otra llamada sonó.

—¿Hola?

—Natali, soy Jarol…

Ella arrugó el rostro, se había olvidado por completo de que hoy era el día de irse a su pieza. Para vivir sola. De cierta forma eso la hizo sonreír.

—Señor White…

—¿No guardaste mi número?

—Sí… lo que pasa es que no vi la pantalla, yo…

—¿Estabas durmiendo?, ¿a esta hora?

Ella no tenía idea de que hora era.

—¡No!, no, yo… —¿Por qué era tan tonta?—. Sí… lo siento estaba durmiendo. Ayer… tuve una fiesta, pero no soy de fiestas yo…

—Natali… la veré en el café de la vez pasada en una hora. Van a entregarle su pequeño estudio y finiquitaremos las cosas para mañana… por cierto… ¿Tienes alguna amiga ahora para que puedas invitar?

—¿Qué? —la pregunta la tomó por sorpresa.

—Fui informado de que Andrew irá al club hoy… así que toma un traje de baño y lleva a cualquier amiga al café, porque hoy verás a Andrew por primera vez…

Las manos de Nat se volvieron frías ante la información, quería morirse de la vergüenza, definitivamente ese engreído pensaría que ella lo estaba persiguiendo. Y lo peor, es que no podía retractarse acerca de nada, debía fingir a partir de hoy, que ese hombre le robaba el aliento en todas sus facetas…

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