La mimada del Alfa romance Capítulo 16

Xander Cohen

Ya han pasado tres días desde que mi pequeña luna no despierta y en los que no me he despegado de su lado ni un segundo. Tampoco he dejado que alguien se le acerque, Bruno aún está en celo y no deja que nadie ingresé a la habitación porque según este no quiere el olor de nadie más cerca de nuestra Camila.

Los moretones han desaparecido y el olor de nuestra luna es fuerte de nuevo, es irresistible por lo que provoca que Bruno ronronee y que mi cuerpo se sienta caliente, pero lo bueno de todo esto es que no tengo deseo sexual por esta sino un fuerte deseo de protección y posesividad, ya que sabemos que no podemos marcar a nuestra mate por ser pequeña.

—Xander, —escucho que tocan la puerta después del llamado y gruño para evitar que crucen—Debes comer algo, —murmura la voz de mi madre.

—No quiero nada mamá, —le respondo.

Suspira.

—¿Cómo se encuentran tú, la pequeña y el tonto de Bruno?—Pregunta provocando que este último deje salir un gruñido.

—Estamos bien mamá, ya mi luna no tiene esos moretones y su olor ha vuelto a ser fuerte igual que antes. —Anuncio mirando el rostro de Camila y el suero que le coloque para evitar que se deshidrate.

—Eso es bueno hijo, ya que quiere decir que despertará pronto, —murmura aliviada—Te dejare una charola con comida en la puerta, —añade luego sus pasos alejándose es lo que escucho.

—Xandel, —en un susurro adormilado llega mi nombre hasta mis oídos, giro mi rostro y observo a mi hermosa luna abrir sus hermosos ojos cafés mientras que con su puño frota uno de ellos dándole un aspecto muy tierno.

—Mi luna, —susurro y la abrazo fuerte pero no tanto para evitar hacerle daño. —Diosa luna gracias… gracias… —suelto dejando besos en la cara de mi pequeña mate que ríe.

—Me haces cosquillas, —chilla con su voz ronca por haber dormido tanto tiempo.

—Extrañe tanto sus hermosos chillidos —anuncia Bruno por el enlace bastante feliz.

—Yo también los extrañe, —le digo y luego le pongo atención a mi luna la cual me mira, sé que está mirando mis ojos los cuales suelen cambiar de color cuando me comunico con Bruno, escucho su estómago gruñir y sonrió al ver cómo observa su barriga.

—Déjame quitar eso, —señalo la aguja que esta incrustada en su piel para poder pasar el suero, ella me mira alarmada—Shh... Tranquila no va a doler, —añado, esta asiente y procedo a extraerla con mucho cuidado bajo su atenta mirada.

Cuando saco la aguja coloco un parche para que no salga sangre.

»—Listo, —murmuro dejando un beso en su frente—Ahora quédate ahí que voy a buscar algo para que comas. —pido levantándome de la cama para ir a la puerta y tomar la charola con comida que dejo mi madre.

Cierro la puerta y dejo todo sobre la cama, observo lo que mi madre trajo y es un par de sándwiches, frutas y jugo de naranja, en silencios no ponemos a comer y al fin logro sentir calma en mi corazón por ver sus ojos cafés abiertos de nuevo.

(...)

Después de que comimos tomamos un baño y nos colocamos un conjunto de pijama idénticos para ver la película de la bella durmiente «A lo que ha llegado el futuro rey de toda las razas» Pienso mirando a mi luna la cual está concentrada viendo a la princesa.

No puedo creer que por una idiotez mía casi pierdo a mi luna pero si hubiera sabido que esto pasaría me hubiera quedado junto a ella, ese desliz jamás me lo perdonare.

—¿Cuándo ile a la escuela con Valeria? —Me pregunta levantando su rostro viéndome con sus ojos cafés y poniendo cara de cachorrito que derrite mi corazón.

—Si quieres puedes empezar mañana, —comento algo inseguro, aunque ya hable con la directora y la colocaran junto a Valeria en el mismo salón, Camila levanta sus brazos al aire y chilla feliz porque ira a la escuela. También nana le compro todo lo que necesita para ir a la colegio.

Mi nana es de gran ayuda y siempre esta cuando la necesito, observo como mi luna se baja de la cama y abre la puerta, la miro confundido.

»—¿Dónde vas pequeña? —Pregunto levantándome de la cama y acercándome a ella que señala la habitación de el frente—¿A tu habitación?—Cuestiono.

—Sí, quielo dolmil en mi cama, —anuncia a lo que abro los ojos sorprendido.

—¿Ya no quieres dormir conmigo?—Pregunto haciendo un puchero.

—No. —Me dice y entra a su habitación dejándome desconcertado.

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