La mimada del Alfa romance Capítulo 17

Xander Cohen

Despierto sobresaltado y muy asustado al no sentir a Camila a mi lado, rápido me levanto de la cama y sigo su olor, el cual me lleva hasta la habitación que está frente a la mía. Cuando sujeto el pomo de la puerta los recuerdos de anoche llegan a mí.

Camila decidió no dormir más en mi habitación, la razón es porque según ella quiere dormir sola, no puedo retenerla y menos obligarla a hacer algo que no quiere.

Gruño y abro su puerta la cual antes estaba con seguro pero ya no lo tiene. Entro despacio en su habitación y escucho su respiración lenta, confirmándome que a un está dormida. Me acerco a su cama y observo su hermoso rostro, sus labios entreabiertos y sus mejillas con un tono rosa por la baja temperatura que está circulando en hora de la mañana.

Suspiro y tomó asiento en el borde de la cama para poder acariciar su perfecto rostro, Camila es una niña muy hermosa y me imagino que cuando sea una mujer será la más preciosas de todas, ganara la atención de muchos y espero que la conexión que poseemos me beneficie para que ninguna otra persona sea de su agrado.

—No puedo creer que casi te pierdo por una idiotez, —susurro quitando algunos mechones que cubren su rostro—Mi hermosa luna. —Concluyo ganando un gruñido de Bruno.

—Es nuestra, —proclama con posesividad.

(…)

—¡Camila apúrate que es tarde!—Grito desde el primer escalón de la escalera para que ella me escuche y baje. Hoy es el primer día de clase de la mimada y ya vamos a llegar retrasados.

Yo a mi reunión y Camila a su primera clase, como la pequeña está en el colegio puedo aprovechar e ir a la oficina, sé que estará en buenas manos y eso me deja tranquilo.

—Listo, —murmura bajando rápido por la escalera provocando que gruña.

—Despacio para que no te caigas, —reprendo y cuando está llegando al último escalón salta para que la atrape. —Diosa luna, —susurro mirando al techo y negando con la cabeza mientras la sujeto.

Con una mano agarro la mochila y una lonchera con algo para comer de Camila y con la otra la acomodo mejor para salir rápido de la casa donde ya está Carlos con el Jeep encendido esperándome con las puertas abiertas.

—Buenos días Carlos, —saludo entrando al Jeep y escuchando el «Buenos días alfa» del hombre el cual provoca que ruede los ojos, pone el auto en marcha y ya sabe a donde me tiene que llevar, primero al colegio de la manada y luego a la empresa.

(…)

Cinco minutos es lo que tardamos para llegar al colegio, bajo del auto con Camila en brazo la cual tiene su rostro en mi cuello y que luego retira para observa de manera curiosa todo a su alrededor.

El colegio está en el centro de la manada por seguridad, ya a que la mayoría de los que están aquí son niños y niñas que no llegan a los nueve años. Los más grandes van al otro instituto que tiene acceso al bosque porque también toman clase de combate cuerpo a cuerpo y en su forma lobuna, por ley todos los habitantes deben saber luchar.

Hasta los humanos que son pareja de algunos lobos y lobas de la manada deben saber defenderse, ya que nunca se sabe que pueda ocurrir.

Entro al colegio, camino directo al aula que le toca a Camila, doy dos toque y abre una maestra que por su olor sé que es humana. Cuando ella me ve agacha su cabeza respetuosamente.

—Alfa, —susurra mirando al piso.

—Maestra Madison, —saludo y entro al salón, me sé el nombre de casi todos los integrantes de la manada pero también por precaución me aprendí el de todos los maestro de este colegio, no puedo dejar a mi luna en manos de desconocidos.

La mayoría de los niños y niña que hay en el salón son lobos por lo que agachan su cabecitas de mostrando que su parte lobuna me reconoce como su alfa.

—¿Ella es la luna?—Me pregunta la maestra a lo que asiento dándole una sonrisa y Camila mira con curiosidad a todos los alumnos hasta que su mirada queda en un punto fijo, miro lo que está mirando y observo a la nieta de mi nana.

También me encargue de que la coloquen en el mismo salón, no quiero que mi luna se sienta sola mientras no estoy con ella. Le entrego la mochila y el bulto de Camila a la maestra y me coloco de cuclillas en el piso para dejar bajar a la pequeña.

—Carlos vendrá por ti y por tu amiga, yo no voy a poder venir a buscarte porque saldré tarde de mi trabajo, —le digo acariciando su mejilla, ella me mira con un tierno puchero y con sus mejillas sonrojadas provocando que se vea más tierna de lo que es.

—¿Taldalas mucho?—Me pregunta.

—No princesa, estaré contigo cuando llegues a casa, —le digo a lo que ella sonríe. —Ahora ve con tu amiga, —murmuro haciendo un gesto con mi cabeza, Camila asiente.

Cuando se da la vuelta para irse, me levanto pero ella se gira y me hace seña con su manito de que me agache, curioso hago lo que me pide y ella me da un beso en la mejilla para irse con su amiga.

Me quedo sorprendido y mirándola como un tonto adolescente enamorado, observo como la maestra me mira y me levanto rápido del suelo.

—Cuídela, —le suelto a la maestra mirándola serio.

—Con mi vida alfa, —anuncia a lo que asiento y salgo del salón para ir directo al Jeep, entro y miro a Carlos.

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