La mimada del Alfa romance Capítulo 23

Camila Albora

—Porque puedo durar de cinco a siete años en este viaje, —me dice Xander y solo esas palabras fueron suficientes como para que mi corazón se achique.

No tengo palabras para describir como me siento en estos momentos, el hombre que amo se va, me dejara por siete años. Abrazo a Xander y coloco mi rostro en su cuello mientras dejo salir mis lágrimas, sollozo con dolor.

»Pequeña no llores, por favor… —pide acariciando mi espalda pero esto no me consuela para nada.

—No quiero que te vayas, —susurro como puedo, respirando su aroma tan varonil que tanto me gusta—No me dejes… —susurro y siento como su cuerpo se tensa, sé que estas palabras lo llevan al pasado cuando le toco viajar y alejarse de mi por primera vez.

—No mi luna… nunca te abandonaría, —dice y me hace sacar el rostro de su cuello para tomarlo entre su mano. —Escúchame… siempre estaré en contacto contigo, hablaremos por cámara, te enviaré hasta carta si no logro tener señal en mi teléfono donde este, —añade tocando mi cabello y mejilla. Pienso en la probabilidad que existen de que me deje por otra chica y no hay ninguna, soy su mate, su luna y hasta mi marca tiene. —Ahora vamos a dormir que quiero aprovechar esta semana al máximo junto a ti, —susurra y asiento para bajar de su regazo. Espero que él se acueste para colocar mi cabeza en su cuello y envolver mi pierna con la suya.

—Te quiero Xander, —susurro después de a verme acomodado como ya mencione, su pecho se infla y su mano se aferran a mis caderas.

—Yo te amo mi pequeña luna, —murmura y me siento feliz.

Xander casi no me dice te amo sino te quiero, suspiro y me dejo envolver por su aroma y su calor.

(...)

Despierto y estoy sola en la cama, agudizó mis sentidos y escucho el agua de la ducha correr, suspiro, tomó la almohada de Xander para abrazarla y sentir su olor, madera, miel y bosque.

Cuando era pequeña solo podía sentir el olor de la miel y siempre le decía que él olía dulce y que me gustaba, Xander es mi todo y siempre lo será, no porque en este tiempo junto hemos creado un vínculo, sino por el cariño que me demuestra, por su amor, sus sonrisas dedicadas solo a mí y por todo lo que ha hecho por mí.

Aún no me ha hecho su luna oficialmente ante todos, pero ya todos lo saben y algunas manadas ya están enteradas de que Xander tiene su mate.

—Buenos días princesa, —escucho que dice su ronca voz y luego como una puerta es cerrada, amo a este hombre y adoro que me diga princesa. Me levanto de la cama y entro al baño para hacer mis necesidades y lavar mis dientes. Cuando salgo ya Xander esta con una ropa deportiva—No me digas que olvidaste que hoy voy a los entrenamientos contigo, —añade sentándose en la orilla de la cama para colocarse los tenis.

—¿En serio? —cuestiono y asiente—. Pensé que hoy nos quedaríamos en cama viendo la nueva temporada de nuestra serie favorita… sabes que ya tiene mucho que salió y no la he visto los capítulos esperándote, —suelto sacando un puchero y haciendo ojito de cachorrito.

—Nada de esa carita señorita… hoy la veré entrenar y entrenará conmigo también para ver si logras derrotarme, —suelta arrogante y no puedo evitar ruedo los ojos por ese ego de alfa que siempre carga.

—Te pateare el trasero de chucho pulgoso por hacerme esto, —reprocho y salgo de su habitación para ir a la mía pero no sin ante escuchar el gruñido que deja salir por llamarlo de esa manera.

(...)

Bajo a la cocina donde ya se encuentra Xander desayunando, con toda mi calma me acerco y le quito el tocino, este me fulmina con la mirada y termino de masticar para tragar y darle una sonrisa.

—Muy bueno, —murmuro y dejo mi bolso deportivo en el piso, me siento a su lado en el comedor—¿Dónde están mis hermosos suegros?—Pregunto a Xander viendo como sonríe.

Los padres de Xander desde que cumplí los diez años me dicen que los llame suegros, cosa que en un principio saco a Xander de su casilla, pero solo con un puchero logre domar a la bestia.

—Se fueron temprano a la manada del este y llegarán días antes para despedirse de mí, —responde para luego tomar un trago de su jugo de naranja.

Asiento y me callo cuando una chica de servicio entra para dejar mi desayuno.

—Buenos días, alfa, luna, —saluda haciendo una reverencia y dejando mi desayuno, si no mal recuerdo se llama Chantal.

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