Camila Albora
Cuatro años después...
—Camila ¿Estás segura de que quieres teñir tu cabello?—Cuestiona Valeria por quinta vez en el centro comercial, suspiro.
—Valeria, es solo la punta, no veo nada de malo en eso. —Anuncio buscando con la mirada ese salón que vi hace varios días cuando vine por estos lados.
—Xander se molestará, —me recuerda y localizó el salón para luego mirar a mi mejor amiga por varios segundos, suspiro.
—Valeria, ya tengo diecisiete años y puedo tomar mis propias decisiones. Además Xander está lejos, —le recuerdo lo obvio mientras caminamos al salón de belleza.
Tengo ya un año que no hablo con Xander y según me cuentan mi pobre lobito está trabajando duro para volver antes de seis o siete años a la manada, Xander tiene cinco años y medio fuera, lo extraño mucho y ahora sin poder comunicarnos me hace extrañarlo más.
—Bien, —suelta cuando entramos al salón en donde somos atendidas por una chica de piel morena, se nos acerca con una hermosa sonrisa y su cabello corto hasta el cuello.
—Buenos días y bienvenida al salón Fashion Girl, —su voz es bastante armoniosa. —¿Qué quieren hacerse?—Nos pregunta, le sonrió.
—Quiero teñir la punta de rosa. También para mí y mi amiga una depilación de todo, —le digo y veo como Valeria me mira con horror, me encojo de hombro.
La chica sonríe abiertamente y nos lleva hasta un sofá donde nos brindan café para aguardar por nuestro turno.
—Están en el lugar correcto.
(...)
—Te odio Camila, —reprocha cuando salimos del salón y no puedo evitar reírme.
—No fue para tanto y además fue increíble la depilación, mira que hermoso quedo mi cabello, —suelto tomando su mano para llevarla a una tienda de lencería. Sé que le gustan estas cosas y pues también ya me contagió de comprar algunas piezas.
A muchas chicas les da vergüenza comprar este tipo de ropa. También era una de ellas, pero Valeria me subió la autoestima diciendo que tengo un lindo cuerpo y que debo utilizar este tipo de telas para que cuando Xander la vea algún día, se le salga la baba por lo sexi que estaré.
—No puedo negar que el cabello te quedo hermoso, pero eso de la depilación fue un horror, —suelta y pongo los ojos en blanco. Entramos a la tienda de lencería, Valeria toma mi mano y me lleva al área que no me gusta mucho. La de tangas y a un no entiendo como las mujeres soportan ese pequeño hilo metido en esa parte de nuestro cuerpo, pero mi mejor amiga ama eso y en cambio yo las detesto, pero Valeria me obliga a llevar aunque sea una a la casa—Esta, —anuncia tomando unas negras de encaje—Son nuevas en el mercado, —añade tomando tres para ella y una para mí.
—Siempre son nuevas en el mercado, —le digo con sarcasmo, ya que para Valeria las tangas son algo exclusivo en su vida.
—Bien, —suelta con sus ojos en blanco y después de tomar las tangas que comprará y me lleva a la zona de bragas de encaje, me gusta esta área y me siento cómoda cuando me coloco algo de ese estilo.
(...)
Dejo las bolsas en el maletero del carro y luego procedo a subir en el asiento del copiloto, Valeria ya es mayor de edad y puede conducir aunque es obvio que también sé manejar, pero no me es permitido hacerlo hasta que tenga dieciocho.
—Carter nos está esperando en mi casa, —anuncia Valeria cuando me coloco el cinturón de seguridad, Carter es el hermano mayor de Valeria el cual resulto ser gay y bueno se volvió nuestro amigo incondicional. También es genial porque es un maquillador profesional, sus manos hacen arte en el rostro de cualquier mujer.
Hoy Valeria, Carter y yo iremos a una fiesta en la manada de Clara quien está de cumpleaños, resulto ser una chica muy agradable, solo que como todos los alfas su ego es enorme.
Según me informó Clara, Felipe estará en el cumpleaños, ya que se había ido a Rumanía hace unos meses después de nuestra graduación de la preparatoria y me alegra que vuelva, es un gran chico y aunque sonríe poco.
—Bien, primero iremos a mi casa a buscar algunas cosas y luego a almorzar con mis suegros, —le digo mirando mi teléfono y viendo el mensaje que me dejo mi suegra "Ven pronto alguien quiere verte" mi suegra es extraña, pero es una mujer bastante alegre y juvenil.
(...)
Cuarenta minutos nos tomó llegar a la mansión, bajo del auto y Valeria por igual. Sacamos las bolsas y dejamos las que contienen nuestros vestidos para esta noche, siento un cosquilleo en mi pecho el cual me hace fruncir el ceño, con mucho cuidado entramos a la casa, respiro profundo y logro oler un fuerte olor a miel que nunca olvidaré.
—Xander, —susurro sintiéndome bastante feliz.
Xander asiente y tomados de la mano salimos de la oficina para ir a su habitación. Entramos y camino a su closet de donde saco un pantalón de pijama para este. Se lo entrego y él procede a quitarse la ropa hasta quedar en bóxer, recorro su cuerpo con la mirada y me muerdo los labios.
No ha cambiado nada, su fuerte pecho, sus brazos y su marcado abdomen que tanto me gusta sigue del mismo modo, Xander siempre se ejercita y sigue teniendo la misma figura por su rutina.
—No me mires así luna, —pide mirando mis labios para luego colocarse el pantalón de pijama.
—¿Qué? ¿Acaso no puedo mirar?—Pregunto acercándome hasta tomar el polo que se quitó y también recojo sus pantalones para colocarlo sobre el sofá doblado. Me quito mi ropa hasta quedar en bragas y sostén escuchando un bajo gruñid que suelta Xander al verme de esa manera, me coloco su polo y me giro para verlo dándome cuenta de que sus ojos están un poco más oscuro. Sé que me desea, pero no hará nada al respecto, me acerco a él y tomó su mano, no me molesta estar de esta manera frente a alfa, ya que nací para este y lo amo—Vamos, —añado tirando de su mano para ir a la cama.
Cuando estamos sobre la cama me acuesto de espalda a él y este me atrae por la cadera hasta pegarme a su cuerpo caliente. Suspiro extrañaba su calor, con disimulo pego mi nalga a su entrepierna sintiendo como su parte reacciona a mi movimiento.
Muchas pensarán que es de mal gusto que esté seduciendo a Xander donde tengo cinco años que lo veía, pero soy su luna y su pareja destina, se supone que estaremos juntos para toda la eternidad y tendremos mucho tiempo para conocernos. Además deseo a Xander desde que tengo doce años y ahora que tengo la oportunidad de tenerlo no voy a desaprovecharla, sé que antes era una niña y ahora soy una chica casi adulta.
—Camila no hagas eso, —pide tomando mi cadera para que no me vuelva a frotar con su parte, me giro y observo sus ojos azules.
—Pero te deseo, —susurro pasando mi mano por su pecho y sintiendo como su piel se eriza, sus pupilas se dilatan al sentir el olor que emana desde mí, no puedo evitarlo y aunque sé que puedo ocultar mi aroma, no pretendo hacerlo.
—No podemos, —anuncia con voz ronca mirando mis ojos.
—Pero ¿Por qué? ¿Ya no me amas?—Pregunto sintiendo una punzada en mi corazón.
—Yo te amo mi pequeña, pero no podemos hacer eso, eres una niña, no quiero lastimarte, —informa provocando que frunza el ceño y sienta una patada en el estómago por decirme que soy una chiquilla todavía, no comprendo por qué es de esta manera.
—Xander, ya no soy una niña. Tengo diecisiete años y dentro de una semana cumplo mis dieciocho, —le recuerdo por si no lo sabe—Soy una mujer, —añado mirando sus ojos.
—Para mí seguirás siendo mi pequeña niña, Camila, —me dice soltando un suspiro. Enojada me giro dándole la espalda sintiendo mis ojos arder por las lágrimas que estoy reteniendo—Cami, —me llama, pero lo ignoro, no tengo ganas de hablar. —Pequeña, —susurra tocando mi hombro.
—No, Xander déjame tranquila, no quiero hablar y menos si me seguirás tratando como si fuera tu hija y no la mujer que nació para ti.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La mimada del Alfa