La mimada del Alfa romance Capítulo 4

Xander Cohen

—Ay mi niño, eso no está bien… —murmura mi nana cuando entro a la casa y siente el olor de otra loba esparcido por mi cuerpo.

—Solo es para liberar estrés nana, —es lo único que digo para seguir mi camino pero me detengo cuando escucho lo siguiente:

—Eso te traerá mucho problema con tu futura luna, —y luego sale de la casa para irse a la suya, mi nana es una loba muy sabia, pero yo terminare esto con Angélica antes de que mi mate aparezca y mientras tanto nos usamos para liberar estrés.

Digo nos usamos porque es obvio que Angélica también me utiliza para satisfacer sus necesidades, como yo las mías, sacudo mi cabeza y decido subir a mi habitación para tomar un baño y acostarme a dormir porque mañana me toca un día bastante atareado, rodeado de personas que pueden ser sospechosas de todo este asunto del robo.

Treinta minutos es el tiempo que duro duchándome y ya estoy en mi cama, bañado y con solo un bóxer negro revisando los documentos que mi padre me entregó para que me ponga al día con el problema de la empresa. Según lo que puedo ver la compañía ha perdido en estos últimos cinco años cuatro millones de dólares, demasiado dinero y todo ha pasado desde que me fui a Estados Unidos.

También el documento tiene a varios posibles sospechosos y sospechosas, la mayoría miembros de administración y un nuevo accionista:

•María Villalobos (Humana) - Secretaría de Administración.

•Juan Solís (Lobo) - Jefe de administración.

•Carlos Torres (Lobo) - Accionista.

•Soledad Hernández (Humana) - Recursos Humanos.

Cuatros sospechosos quienes en estos últimos años han tenido un aumento en su cuentas bancaria, pero más María Villalobos y Juan Solís, estos están marcados con rojo.

Esta información me hace más fácil las cosas, aunque lo que no me cuadra es que hace Soledad Hernández en esta lista, sí ya se sabe de donde proviene el dinero, pues la condenada se casó con un viejo rico y es obvio que tiene que tener un buen ingreso en su cuenta.

Soledad fue una compañera de cama que tuve cuando fui por primera vez a trabajar en la empresa.

Aunque a eso que tuvimos no se le podría llamar compañera de cama porque fue algo que mayormente sucedía en el baño. Dejo de pensar en tonterías y coloco la carpeta sobre la mesita de noche, pongo una alarma para poder levantarme temprano, ya que el cambio de hora podría provocar que me quede dormido.

—Ya quiero que encontremos a nuestra luna, —es lo que escucho decir a Bruno, mi lobo con un tono melancólico antes de caer en la penumbra llamada sueño.

(…)

—Buenos días nana —saludo al entrar a la cocina, ya con mi traje colocado.

No me gusta utilizar mucho esta ropa, pero hoy debo ir bien presentable.

—Buenos días mi niño, toma asiento que ahora mismo te sirvo el desayuno, —suelta a lo que yo hago lo que me pide.

Desactivo la alarma del Audi y entro en este, cuando lo enciendo hago rugir el motor y con el control a distancia abro las puertas del garaje.

Cuando estas están abiertas salgo a comenzar mi jornada laboral la cual espero termine rápido.

(...)

A una velocidad considerable llego a la empresa en unos cuarenta minutos, la manada está ubicada en un lugar donde los humanos no puedan llegar y donde los integrantes de esta puedan correr con sus lobos por el bosque sin miedo a que un cazador le dispare.

Me estaciono frente a la empresa llamando la atención de los que están fuera de esta, me coloco mi lentes de sol y salgo del vehículo con elegancia, le pongo la alarma y camino a la entrada sin mirar a nadie pero sintiendo la mirada tanto de hombres como de mujeres sobre mí.

Observó el letrero de la empresa Inc. Cohen dice en grande con el apellido de mi padre y de los grandes alfas de los cuales descendemos. Entro a la empresa y escucho el picoteo de unos tacones acercarse a mí.

—Señor Cohen, —me llama una voz tan conocida para mí, me giro y me encuentro con Inés mi secretaria.

—Inés, —digo alegre de verla a lo que ella se sonroja por la mirada que le dan algunos, no le tomo importancia a las mirada y me acerco a ella para darle dos besos en las mejillas—Que alegría verte de nuevo, —añado provocando que se ponga más roja de la cuenta.

Inés es una joven de unos 25 años a la cual ayudo con su carrera universitaria. La pobre chica es de una familia de bajos recursos y vino un día buscando empleo en la empresa como secretaria a lo que me ofrecí en contratarla y asegurarle un puesto como diseñadora en el área de marketing cuando se gradué ya que ella tiene mucho talento y es muy inteligente.

—Qué bueno que llega señor Cohen tiene una junta en quince minutos.

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