La mimada del Alfa romance Capítulo 5

Xander Cohen

—Inés ¿Mi padre te informo acerca de lo que está pasando en la empresa? —Investigo cuando ya estamos solos en mi oficina después de la junta.

—Si señor Cohen, —responde, como siempre tan educada, ruedo los ojos y levanto una de mis cejas.

—Inés, ya estoy cansado de recordarte que me llame Xander, el señor Cohen es mi padre, —le digo mirándola serio y ella agacha la mirada.

Algunos humanos son tan sumisos.

—Es que lo admiró demasiado como para faltarle el respeto… usted ha hecho mucho por mí, —susurra y si no fuera porque soy hombre lobo no la hubiera escuchado.

—Eso no es nada, —murmuro haciendo un ademán con mi mano para restarle importancia al asunto. —Todo lo que he hecho por ti, es porque te lo mereces, eres una chica muy inteligente, —le digo provocando que se sonroje.

Le tengo mucho aprecio a Inés, pero no la veo como mujer para mí, sino como una hermana. También debo admitir que es una chica muy hermosa por eso trato de mantenerla alejada de esos viejos verdes que se encuentran en la empresa o en juntas a la que me acompaña.

—Gracias, —musita sacándome de mis pensamientos.

—No agradezcas, —pido. —Ahora quiero que me informe todo lo que ha pasado en estos cinco años que estuve fuera, —comento con expresión seria, pero al mismo tiempo relajado, me acomodo en mi asiento y observo que ella hace lo mismo para colocar una cara de toda una profesional.

(...)

Después de pasar dos horas hablando con Inés en mi oficina le digo que puede irse a almorzar mientras yo reviso el contrato que mandaron para que remodelemos el hospital central.

En estos cinco años la empresa ha tenido grandes contrataciones, pero el ingreso del dinero no ha llegado a nuestras cuentas bancarias lo que me deja claro que la persona que desfalca es el jefe de administración y hasta que no obtengamos las pruebas suficientes no podemos denunciarlo.

Tocan la puerta y yo levanto la mirada de los papeles, respiro profundo para sentir el olor de quien me interrumpe y enseguida se de quien se trata: Soledad.

—Adelanté, —anuncio con voz demandante mientras miro mi laptop y hago como que no sé quién es que está detrás de la puerta.

— ¡Precioso! —Chilla.

Hago una mueca por el dolor que me provoca su chillido, escucho sus tacones cuando chocan contra el piso, levanto la vista para ver a una Soledad con una falda corta negra y una camisa blanca desabotonada en los primeros botones a la vista su sostén de encaje, pongo los ojos en blanco y arqueo una de mis cejas.

— ¿Que cree ella que esto es? ¿Un prostíbulo? —Cuestiona Bruno con sarcasmo provocando que me muerdo la lengua para no reír por lo que ha dicho, no soy de jugar a las personas por su forma de vestir, pero se debe recordar que cada lugar conlleva un estilo distinto.

—Cállate —le reprendo y cierro el enlace, miro a soledad con aburrimiento y preguntó:

— ¿Qué quieres Soledad? —bajo la mirada a mi laptop en espera de su respuesta.

—¡¿Como que con que quiero?! —Chilla. —Pues he venido a darte la bienvenida a la empresa, —añade cuando no respondo su pregunta anterior como si fuera obvio mientras se sienta cruzando sus largas piernas casi mostrando su ropa interior, no debo de mirarla para saber que lo ha hecho.

—Ya la diste y ya te puedes ir, —pido mirándola a los ojos con cansancio mientras observo como ella relame sus labios como para provocarme, si no estuviera tan ocupado ya la hubiera puesto a darme un buen oral con esa boca «No suena tan mal la idea» Pienso, pero luego niego con la cabeza, demasiado trabajo y no me meto con mujeres casada.

Además de que Bruno no me dejara hacer algo como eso.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La mimada del Alfa