Jean conducía el coche hasta su apartamento con una radiante sonrisa en los labios, cuando su móvil comienza a sonar.
—¿Qué pasa?
—Ven a la casa de papá.
—¡Joder!
Le da la vuelta al coche rechinando los cauchos… algunos minutos después Jean se bajaba del automóvil en la entrada de la casa de su padre. Al entrar lo recibe la señora del servicio informándole que el viejo se encontraba en su habitación.
Éste subió las escaleras de dos en dos, al entrar en la habitación se encontró con su hermano de pie ante la cama donde se encontraba su padre.
—¡Jean! Le dice el viejo.
—Padre… ¿Qué pasa?
—Ven pasa…
Parecía más viejo viéndolo allí acostado…
—Le ha dado un dolor en el pecho, el médico a dicho que solo fue un aire.
—No es nada. Dice Antonie. —No me moriré aún.
—Padre por favor… Adrien responde.
—Creo que no estas siguiendo las instrucciones del médico padre.
—¡Claro que sí!
—¿Quieres que nos quedemos en casa esta noche? Pregunta Jean.
—Si me gustaría.
El viejo responde algo adormilado, y entonces se queda completamente dormido.
—¡Joder!
—Le han dado unas pastillas para calmarlo. Responde Adrien. —Cuando deje a Maya, pensaba subir con ella pero me han llamado por el viejo y he venido en seguida.
—Entiendo. ¡Necesito un maldito trago!
—Y yo…
Los chicos bajaron al piso de abajo entrando en el pequeño mini bar del despacho de Antonie.
—¿Cómo te fue con Zoé?
—Excelente… aunque ella es muy arisca. No es una chica fácil.
—Tienes mucho trabajo por delante entonces.
—No tanto, pronto la tendré en mi cama.
—¡Yo no estaría tan seguro de eso! Le sonríe su hermano bebiendo de su trago.
Jean suspira bebiendo un trago de su copa… movió el vaso que contenía un líquido ambarino, pensó que Zoé no era como cualquier prostituta. Ella era distinta, o se hacía…
La verdad es que lo confundida más de lo normal, realmente si hubiera sido otra desde la primera noche hubiera caído… pero en cambio ella… ella lo había mandado para el carajo.
Sin embargo, a pesar del rechazo… o de los muchos rechazos el seguía allí detrás de ella sin entender por qué. Debía tener cuidado de no obsesionarse mucho con esa strippers. Podría terminar cayendo en un abismo del que no iba a poder salir, o quizás no iba a querer salir…
—¡Me iré a dormir! Sentencia Adrien poniéndose en pie.
—De acuerdo.
Jean se quedó sentado en el sofá, mirando por la ventana… recostó el cuerpo del sofá y cerró los ojos un momento, solo sería un momento…
—¡Jean! ¡Jean!
Adrien zarandeaba a su hermano dormido en el sofá…
—Despierta hombre… Jean se removió sintiendo dolor en la parte de su espalda baja.
—¡Mierda! Siento como si me hubieran golpeado.
—Te has quedado dormido en el sofá. ¿Acaso te quedaste bebiendo mucho anoche?
Éste se incorpora, quedando sentado mientras se frotaba los ojos.
—No. La verdad sólo me tomé dos tragos.
—Tienes cara de perro. Debemos irnos a la oficina.
—¡Mierda! Ni ganas tengo. Dice poniendo en pie.
—Así no lograras tener tu propio imperio. Sentencia Antonie ataviado con su habitual traje.
—¡Ya veo que está mejor! Susurra Jean tomando su saco.
—He escuchado eso… no creas que me moriré así no más, no antes de que te casaras y tengas hijos.
—Creo que definitivamente iré a trabajar. Le dice Jean a su hermano que sonreía.
—¡Jean Dubois! Hablo en serio…
—Padre no empieces, además es muy temprano.
—Adelaine será tu esposa, y no quiero que lo sigas discutiendo.
—Por supuesto que no lo discutiremos, porque no hay nada que discutir.
Jean se dio la vuelta yéndose hasta la salida… estaba cansado de las imposiciones de su padre. No entendía que no pretendía casarse, ni con esa rubia ni con ninguna otra.
—¡Lo harás Jean! Te casaras con ella, es la única mujer digna de un Dubois.
El rubio abandonó la casa en compañía de su hermano, si el dolor de cabeza que tenía era fuerte ahora se había vuelto peor que antes… ¿Digna? Ninguna otra mujer era digna de él… acaso, Zoé Bonnes… no, abofeteo sus absurdos pensamientos… claro que no.
—Porque no vas a cambiarte de ropa, estás mostrando mucha piel.
—Te recuerdo que trabajo en un bar de strippers, y bailo casi desnuda.
Jean frunció el ceño. No debía olvidarlo, pero… porque le molestaba ese hecho de que otros la vieran con poca ropa.
—¡Ve a cambiarte! Ordena.
—Sera mejor que tomes tú desayuno, y te vayas de mi casa.
—¡No! Se gira para sentarse en la mesa. —Voy a tomar ese desayuno aquí y ahora.
En eso Maya le sirve un plato con comida a él también, mientras que Zoé se le queda mirando atónita.
—¡Maya! La regaña.
—Es mucha comida, ¿Qué quieres que haga? Además, no está bien echarlos si se han tomado la molestia de venir con el desayuno.
—¡Dios! Esto es increíble.
Pasa de corrido hasta la habitación cerrando la puerta a sus espaldas. Busco otra cosa que ponerse, y no lo hacía porque ese idiota se lo hubiera ordenado. Sino porque, realmente estaba semi desnuda y ya se sentía incómoda.
Cuando estuvo cómoda y satisfecha con lo que llevaba puesto salió del cuarto. Maya conversaba con Adrien y Jean no estaba por ningún lado. Suspiro, al menos ese ya se había ido.
Pero la alegría no le duró mucho, cuando éste entra por la puerta con algo en las manos. ¡Joder! No se iba a deshacer de ese tío.
—Espero que les guste la torta de chocolate.
—¿Ustedes no trabajan? ¿No tienen a otras chicas a las que molestar?
—Si. Pero preferimos molestarlas a ustedes.
—Eres un idiota. Le suelta Zoé cabreada.
Éste deja la bandeja transparente en la mesa y camina hacia ella con paso firme y la mirada seria… Zoé al presentir la amenaza retrocede, pero no da ni dos pasos cuando aquel sujeto la toma por la cintura llevándosela al hombro.
—¿Pero qué coño haces? Le grita. —¡Maya! ¡Maya!
—Ehhh, sí amiga… es que él es un poco grande para mí.
—Ayudameeeee…
Jean se metió en la habitación con Zoé para luego cerrar la puerta.
—¿Quieres dar una vuelta? Le dice Adrien a la morena.
—¿No estás ocupado?
—Para nada.
—Bueno, solo un rato.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ni tan Señora (COMPLETO)